lunes, 18 de enero de 2021

18 de enero, 1535. Se funda la ciudad de Lima. / La garúa y el río.


18 DE ENERO, 1535 
SE FUNDA LA CIUDAD DE LIMA 

LA GARÚA 
EL RÍO 

Danilo Sánchez Lihón 

 


1. Y mírame

siempre

 

Rímac, hijo de Pachacamac, sufrió un colapso cuando se enteró y fue consciente del sacrificio y ausencia definitiva de su hermana Challhua convertida en garúa. Vagando sin rumbo fijo y totalmente perdido profería gritos de dolor.

– ¡Ya ves Challhua, ya ves hermana querida! –Grita hacia lo alto–. ¿De qué ha valido tu sacrificio? ¿Has podido acaso ser lluvia? En cambio, me has dejado a mí solo, triste y con el corazón hecho pedazos, sin compadecerte de tu hermano ni tampoco de tu padre que te veneramos. ¡Ingrata!

– ¡Rímac, escúchame!

– ¿Así te has portado con nosotros? ¿Para quién traeré ahora flores y frutas del campo? ¿No te he importado nada? –Y golpea las rocas con los puños hasta bañarse en sangre.

– ¡Rímac. escúchame! ¡Soy Challhua!

– Challhua, ¿por qué has hecho esto? ¿Sin importarte lo que yo siento por ti? ¡Por qué te has ido!

– ¡Rímac, claro que me importas mucho! ¡Y muchísimo! Mira, estoy aquí a tu lado, más que antes. ¿Acaso te he abandonado? ¡Estoy aquí! ¿Acaso me he escondido? Tú sabes dónde estoy y puedes hallarme. Y hablarme. Y mírame siempre, que yo te estoy mirando. ¿Acaso en esencia soy otra de la que siempre he sido?

 


2. Los colores

del vestido

 

– ¡Sí! ¡Te has ido para siempre! ¡Me has dejado! ¡Ya no puedo abrazarte!

– ¡No, Rímac! ¡Sí puedes!

– ¡Oh, padre!, –Pero, no oye. Ruega y corre enloquecido.

– ¡Rímac, hijo mío, no creas que yo no sufro también por lo ocurrido! ¡Pero los hijos también tienen una voluntad que hay que respetar!

– ¡Oh, padre!, al menos en homenaje a Challhua insúflale poder y has que llueva, que las plantas germinen y tengan frutos como ella tanto ha querido, para que su muerte no sea en vano.

Pero es inútil. La garúa en que se ha convertido Challhua no alcanza a germinar ninguna hoja, ni una hierba siquiera, salvo un breve musgo que ahora los campesinos llaman Challhua.

Que es liquen pegado al suelo, de flores mínimas, amarillas, violetas y blancas, que son los colores del vestido que gustaba lucir Challhua y tenía puesto cuando ella misma se entregó a la tierra.

Ya fuera de sí, Rímac abandonó la morada de su padre. Y se dedicó a caminar cada vez más lejos y hacia las cumbres de la cordillera, subiendo por los contrafuertes andinos.

 


3. Lo ayudó

a cumplir su destino

 

Se palpa el rostro. Se mira las manos con heridas e impregnadas de sangre y a la vez de unas breves gotas de lluvia. Y las besa diciendo:

– Challhua, ¡Challhua! ya viste. Tu corazón es grande, pero débil. ¿En qué te has convertido? ¿Alcanzas a ser acaso chubasco? ¿Siquiera llovizna? No. ¡Nada!

Rímac en su vagancia ha subido hasta la serranía.

Y le basta ver el cielo despejado, sin nubes ni neblina para sentirse más llamado por Challhua, entonces busca cualquier recodo. Suspira y se esconde a llorar. Y todas sus lágrimas se han ido juntando y haciendo arroyuelos.

Su desconsuelo es también que Challhua hubiera fracasado. Y que no alcanzara a ser lluvia como quería. Que no tuviera fuerzas. Que poco a poco se iría convenciendo que su vida había sido en vano, sin alcanzar a cumplir su destino de fecundar la tierra. Y eso sí la haría morir definitivamente.

– ¿Qué harás Challhua cuando veas que tu sacrificio ha sido inútil? ¿Qué de tus gotas impalpables, menudas y leves, y que se secan sin alcanzar a hacer brotar flores ni madurar frutos, ni crecer plantas ni menos elevarse árboles como tú querías, te irás secando entonces y morirás de pena?

 


4. Y se hizo

río

 

Y es eso lo que le angustia más todavía. Y lo atormenta a más no poder.

Por eso, subiendo a las montañas ve que de sus lágrimas surgen ya enormes torrentes.

Entonces se inclina y se tiende en el suelo con dos orificios en el lugar de sus ojos y sus lágrimas de donde empiezan a correr más abundantes caudales de agua cristalina.

Y ya es un río.

De sus lágrimas se van formando arroyos diversos, luego torrentes que cada vez son más grandes y ahora es un río caudaloso.

– ¡Pero yo te ayudaré, Challhua! –Exclama, a ratos contento–. Yo te ayudaré. –Grita de júbilo–. Ahora me uno yo a ti hermana mía. Y empiezo a bajar aullando otra vez, alborozado, feliz y retozón como he sido siempre.

Se despoja de sus sandalias, se remanga la túnica que viste y se desliza por los pedruscos ágil y pleno.

Y se hace un río impetuoso. ¡El río Rímac!

Así le entregó todo su aliento, su sangre y su corazón a Challhua. Y baja fuerte, lleno de alborozo, cantando y estallando en exclamaciones de entusiasmo, como él ha sido siempre.

Y con él empieza a florecer y a fecundar la tierra de este valle.

 


5. Se unieron

cuatro hermanos

 

Challhua es la neblina y la garúa que nos alivia del calor sofocante dándonos frescura. Y nos enternece la vida. Quien nos da gracia y esplendor. Y aureola con su traje de flores mínimas estos paisajes.

Rímac calma nuestra sed, lo estamos probando a cada momento. Y fecunda el valle del Rímac. Eso sí, es de carácter indomable, impredecible y estacionario. ¡Pero nosotros lo queremos así!

Es el agua que bebemos todos los días.

Su padre Pachacamac se ha conmovido mucho al enterarse de su sacrificio y del amor a su hermana. Y ha enviado a cuatro hermanos que quisieron acompañarlo a su lado siempre, perennes y firmes; y estar compartiendo con él su cauce y su destino.

Pachacamac dispuso que los cerros se abrieran para que ellos se juntaran. Ellos son los ríos: Santa Eulalia, San Mateo, río Blanco y río Surco, que acrecientan su torrente.

Y otro hermano bullicioso como él quiso correr siempre paralelo a su lado, haciéndole la corte, como príncipe que es. Es el río Chillón que desemboca muy junto a su bocana en el océano.

 


6. La flor

de amancaes

 

Y Pachacamac ha dispuesto que el cauce del Rímac sea el más hermoso de todo el continente. Que alrededor de sus playas hubiera campiñas y en torno a sus chorreras se alzaran huertos, bosques y comarcas.

– Mi cariño hacia ti, Rímac, hijo amado, es que alrededor tuyo surjan muchos pueblos y la ciudad más hermosa que derivará de tu nombre y que se llamará: Lima. Será además una ciudad acicalada de flores. También la llamarán “Ciudad jardín” y “Ciudad de los amantes”.

Será una perla bellísima que coronarán incluso reyes lejanos. Con gente que será como tú, generosa, pujante y plena de cariño, con puentes airosos y alamedas de encanto. Y te celebrarán festejos por haberte consagrado al amor de tu hermana y de tu pueblo.

– Padre amado, estoy feliz otra vez de ayudar a mi hermana y a quienes moran en estos lugares. Te agradezco por tus regalos. Pero quiero pedirte un favor. Siento ser música al bajar entre rocas y piedras donde yo arrullo y canto, pero quiero ser también palabra que enseña y defiende.

– Concedido, hijo mío. Serás palabra sabia y el oráculo más respetado en el confín de la tierra. Y fundo ese pueblo digno arrojando esta semilla a tus aguas, que florecerá en tus orillas: la flor de amancaes, símbolo de majestad, además de verdad y esperanza.

 


7. De aquí

al infinito

 

Lima ha tomado la figura de Challhua: misteriosa, susurrante, soñadora y de Rímac su fuerza, su ímpetu y su alegría. Tiene en sus ojos el misterio de los crepúsculos de Challhua, que estallan en los confines del océano.  Su clima es benigno y primaveral siempre. Y tiene el arrojo de Rímac con los dones que le diera su padre.

Así empezaron a fundarse aquí los primeros señoríos, las casas de adobe y de quincha. La flor de amancaes floreció en el patio del palacio del gobernante, y la adoptó como emblema el cacique Taurichusco.

El dios Kon, de la aridez y el desierto, fue confinado a habitar en las profundidades donde se mueve y se lo siente revolverse, entonces la tierra tiembla y se sacude, y se desatan temblores y terremotos.

– ¡Kon! –Le advierte Pachacamac– ¡Respétala! ¡Esta ciudad es sagrada, es la ciudad de mis hijos, desde que ellos la han ungido y venerado inmolando sus vidas! ¡Es ciudad sublime! ¡Me escuchas, Kon!

Y Kon se calma. Challhua y Rímac fundaron Lima y Pachacamac la ha consagrado. La flor de amancaes luce en el patio del Palacio de Taurichusco, donde ahora se levanta el Palacio de Gobierno del Perú.

Así se creó Lima, Ciudad de los Dioses, en un tiempo ya remoto. Después Ciudad de los Reyes. Siempre “Ciudad de los Amantes”. Y ahora Ciudad de Todas las Sangres. Ciudad Sagrada, de aquí al infinito.

 

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