lunes, 18 de enero de 2021

18 de enero. Nace José María Arguedas. / Arguedas es fiesta del alma.


18 DE ENERO 
NACE JOSÉ MARÍA ARGUEDAS 

ARGUEDAS
ES FIESTA
DEL ALMA 


Danilo Sánchez Lihón 

 

José María Arguedas


1. Donde estaba

“el común”

 

El 18 de enero del año 1911, nació en Andahuaylas nada menos que el inmenso Apu Montaña, José María Arguedas, en quien uno de los grandes gozos y consuelos hacia adentro de sí, y hacia el fondo de sí mismo, fue la música andina, de su pueblo y de su gente.

Y no la música a secas, aquella que es buena únicamente por la perfección de su composición y arquitectura, que solaza los sentidos escucharla a solas, concentrados e inspirados.

Sino aquella contagiada con la vida de la gente, de diez, veinte, cien o más personas, ojalá de la vida multitudinaria, unida a la fiesta y a la lucha comunal.

Él amó aquella donde estaba “el común”. La comunidad reunida y convocada, sea haciendo la siembra o la trilla, sea en la jornada de traída del agua por las acequias, sea envuelta en los vellones de lana en el trasquile del ganado, que son las faenas en las cuales surgen huaynos, mulisas, yaravíes o wífalas.

 

Árbol de pisonay


2. Gozos

y alegrías

 

Él era demasiado sincero y se arropaba con la música de los pueblos, unida a la experiencia de los patios y corredores de las casas, unida al acontecer en las calles y el mismo paisaje de la serranía.

De la música hecha verdad, porque se llena del mundo y se embalsa con la vida, se traspasa en lo telúrico, y es lo único que sobrevive de la circunstancia del tiempo vivido.

Y la amó y prefirió porque la practica el pueblo, porque está ligada a las tristezas y penurias de la gente, como a sus gozos y alegrías.

Música que le gusta ir a encontrarla en las fiestas de las asociaciones de migrantes, donde reproducen las costumbres de los lares nativos, donde se evocan tradiciones, personajes y modos de vida de los lugares distantes.

Y donde José María canta, porque le quedó eso de cantar en vez o después de llorar. Y cantar constituye su consuelo.

 

Danzas del pueblo


3. Evocando

su terruño

 

Y canta porque cantar es regresar al poblado, al valle y al caserío, a la cocina de indios, bajo los techos cimbrados de tejas. Donde cantar es volver a cobijarse, otra vez, bajo el rebozo de la madre campesina, de doña Cayetana.

Porque cantar es sentirse protegido. Es entrar al útero materno, otra vez como niño tierno. Es ser acogido por la Madre Tierra. Es amar a los animales y a las plantas, a los cerros y a los ríos.

En Cuba siendo jurado del concurso de novela del Premio Casa de las Américas, en 1968, le asignaron hablar en una de las ceremonias. Se disculpó diciendo que no era “discurseador”.

Y anunció más bien que iba a cantar, un carnavalito de su comarca. Y cantó con soltura, con desparpajo, evocando su terruño, sus piedras y lar nativo.

Todo esto resultaba extraño para los intelectuales encopetados que se miraban azorados, que les rompía los esquemas y que no era lo que ellos esperaban. 



José María Arguedas con Sybila Arredondo


4. Empapado

de sus pálpitos

 

Sybila Arredondo, su segunda esposa, contaba que se enamoró de él al escucharlo cantar.

Seguramente ella escuchó la voz de la cordillera llamándola, en donde están los ríos, los picachos, los nevados, como los precipicios, las profundas quebradas que tienen abiertas nuestras heridas.

Con voz de serranía, en las inflexiones, en el dejo y en los acentos. Voz de varón insigne. Voz montaña, paisaje y laguna. Y quieto alarido. Canta, y en su voz se transparentan mundos.

Y cantaba con voz rijosa, de cascajo y peña, de piedras rodando en el fondo del lecho del río. Con voz contraída, de quebrada, en donde al fondo se advierte lo sufrido y llorado, sobre lo cual se erige el valor tenaz de lo que nos fortalece para seguir luchando.

Donde aquel viento que ha entrado por sus pulmones sale sangrando, como empapado de sus pálpitos, de sus esperanzas y de sus sueños.

 

José María Arguedas


5. Luz

radiante

 

Quien alentaba a uno y a otro intérprete a subir al escenario, a tocar, a ser conocido, a no tener vergüenza ni miedo.

Era un devoto de nuestra música de los riscos. Y un estudioso consumado en toda la gama de sus manifestaciones.

Y quien cantaba con voz para el mañana, para el mundo por venir. Con voz que es gozne entre las oscuras sombras y tinieblas del hoy y la luz radiante del futuro por construir.

En este sentido José María Arguedas fue un apasionado recolector, difusor y defensor de canciones, de la música y las tonadas.

Y de las danzas andinas que no se cansaba de mirar, siguiéndolas por las calles de su pueblo.

Quien las indaga, las acopia y las defiende. Así como a sus autores y cantantes.

 

Danzas del pueblo


6. El sentir

y pensar

 

Por eso, no hay artista popular que no testimonie que antes de él todo era desprecio por la música nuestra.

Fue él quien la alentó, la condujo y protegió. Y para muchos artistas ahora famosos él fue su padre, su tutor y su Apu Montaña.

Fue él quien le dio ubicación, espacio y respeto. Y a los mistis intelectuales les enseñó a oírla y apreciarla con hermosura.

Se recuerda la presencia de Arguedas en la expresión de la música y de las artes populares en general como punto de partida y clave de llegada. Y flecha que se eleva disparada al porvenir.

Y como educador recomendaba el folclore para lograr una comunicación íntima y cariñosa con los niños y jóvenes.

Recomendaba conocer las manifestaciones culturales, plasmadas en la música y las danzas de los pueblos, para conocer el sentir y pensar de las personas de las comunidades que las practican.

 

Río caudaloso y profundo


7. Amor

lleno de sabiduría

 

Y tenía toda la razón. Porque, ¿qué es el folclor para el pueblo andino? Es la manifestación más primigenia y espontánea de este mundo tan genuino.

¿Y la música? ¿Qué es para el pueblo andino? Es el hueso del dolor. Porque el dolor es tan hondo que se resume ya no en algo duro ni despiadado, en el hueso como resto, sino en música que calma, abriga y consuela. Es de lo imposible lo posible.

Digno de este pueblo hermoso, que todo lo cree. Y todo lo acoge. Consagrado por algo muy profundo, que nunca se le acaba, y cuál es la ternura y la fe.

Que sabe brindar afecto, que se enamora. Que sabe querer y abrir su corazón, incluso a aquello que lo hiere y le quita la vida.

El canto andino es la identificación con los seres humildes. Es más, con los seres que sufren, por eso también abrazó a la música José María.

Amor por la música que es también un amor dentro de ese gran amor total, lleno de sabiduría, al mundo andino, a sus expresiones y a su esperanza indestructible.

 




Fotos 3 y 6
Jaime Sánchez Lihón


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1 comentario:

  1. Estimado Danilo Sánchez, buenas tardes, leer vuestro mensaje me permitió involucrarme de inicio a fin, dibujar en mi mente espacios como si estuviera en ellos, qué nostalgia, profundo significado en recordar a José María Arguedas, evocando y en momentos con empatía lo que pudo sentir en su niñez y juventud, un abrazo a la distancia y mil gracias.

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