martes, 19 de enero de 2021

19 de enero. Sirenas de los barcos que parten.


19 DE ENERO 

SIRENAS 
DE LOS BARCOS 
QUE PARTEN 

Danilo Sánchez Lihón

 

Puerto Callao


1.

 

A partir de la medianoche escucho viniendo por entre la niebla el ulular lastimero de las sirenas de los barcos que parten, y así se alejan y despiden.

Y es que yo vivo en La Perla Alta que forma parte de la Provincia Constitucional del Callao, donde se ubica el puerto principal del Perú, y donde cada noche y de rato en rato desgarra el aire y el alma escuchar esos lamentos.

Después de haber pitado varias veces como si quisieran eternizar del tiempo lo fugaz, se van apagando sus sonidos a lo lejos.

Seguramente también hay barcos que parten y pitan de día, pero es recién de noche cuando se los escucha nítidamente partir, cuando han cesado los ruidos de los autos y el trajín que hace la vida cotidiana.

Y cuando se han silenciado las voces de la gente que pasa por la calle, cuando ya todo duerme, que es donde se oye su aviso en los barcos noctámbulos.

 

Puerto Callao


2.

 

Son sonidos que pese a ser de metal, y huecos, se lo siente melancólicos y hacia adentro.

E imagino al barco izando el ancla y moviéndose lentamente, bamboleando las aguas oscuras y alejándose tras una leve espuma de la rada del muelle.

Y la tripulación y quienes emprenden el viaje permaneciendo de pie, cogidos de los balaustres y apoyados en el barandal, viendo las luces de la ciudad, cada vez más y más distantes.

Y luego, ya en medio del mar sentirse envueltos por la noche sideral con su humedad, su niebla y sus pozos ciegos en el alma.

Que es cuando duele hasta el chapoteo de las aguas. Y cualquier festón de luz en el horizonte. Duelen las distancias que se abren y se cierran. Duele lo que se deja y lo que se lleva. Y lo que se espera.

 

Muelle Dársena en el Callao


3.

 

Siento que en sus pitadas está la huella de cada puerto que ha tocado, con el bullicio de sus mercados y el silencio de sus camposantos.

Siento que están las constelaciones que brillan en lo alto. O bien se ocultan en el firmamento bajo los cuales navegan.

Siento la ansiedad de las preguntas sin respuesta que todo marinero se hará cuando sueña o cuando le entra la zozobra en altamar de lo que tiene y no tiene.

Siento que en cada pitada están las olas, las tempestades y las borrascas.

Lo que somos y lo que no somos. Los reencuentros, las bancas de los parques sonde nos hemos sentado a esperar a alguien.

Siento en sus pitadas lo que hay al interior y cómo palpita el barco hacia adentro.

 


Barco en altamar


4.

 

Siento que cada barco es un prodigio, pues basta que recorra uno y otro mar, uno y otro confín.

Ya sea de amanecida o ya sea al atardecer o en las noches lóbregas como esta.

Son barcos que recorren los mares del planeta tierra, cara al sol, a la luna y las estrellas.

Barcos que se baten con lo conocido, pero igual con lo que no se conoce.

Barcos que aparentemente se van, pero que también se quedan definitivamente anclados en alguna orilla insomnes para siempre.

Ya más tarde, cuando la noche avanza y ya nada suena, han dejado los barcos ya distantes, más honda, oscura y desolada la noche.

 

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