martes, 19 de enero de 2021

20 de enero. Recordando lo vivido. / Llanques en este invierno de la serranía.


20 DE ENERO 
RECORDANDO LO VIVIDO 

LLANQUES 
EN ESTE INVIERNO 
DE LA SERRANÍA 

Danilo Sánchez Lihón



1.

 

Usar llanques u ojotas es signo de pobreza. Y ninguna familia de clase media, que así mismas se llaman “decentes”, consentiría que su hijo use llanques.

Porque consideran nuestros padres que la gente dirá que, pese a serlo, ya somos pobres.

Además, porque se cree que es de uso de gente marginal, desarrapada y hasta mísera, de campesinos siempre sumisos y humillados.

Por eso, apenas siendo niños fue una osadía que decidiéramos con mis compañeros de escuela que éramos además vecinos de mi barrio en Santiago de Chuco, usar llanques, hechos de llanta de carro, con sus correhuelas como son las sandalias.

Pero lo hicimos también porque sabíamos lo difícil que resultaba para nuestros padres comprarnos zapatos. Fue un acuerdo, una humorada y una curiosidad.

 


2.

 

Pero, además, porque los zapatos de cuero sufrían horrores en aquellos crudos inviernos en toda la cordillera, porque se mojan, se humedecen y demoran días en secar.

Y cuando eso ocurre están duros y jetones. También porque la suela se tuerce, se abre y se destapan.

Como el llanque se usaba a pie desnudo, es decir sin media, entonces: ¡qué dicha hundir los pies en las acequias que hace el agua de la lluvia!

¡Qué inmenso placer dejar que pase el agua de los arroyuelos tibia, fría o helada por encima de los tobillos haciendo chorreras o burbujas!

Lo que no habíamos previsto es esta comodidad de los llanques u ojotas en el invierno, porque se piensa que si hace frío lo que más tenemos que abrigarnos son los pies.

 


3.

 

No sé por qué, pero más conforme uno está con los pies desnudos, quizá porque el agua con la tierra es cálida.

¡Ah, chapotear entonces con ellos sobre los charcos, palpar el barro, la arcilla y la arenisca!

¡Dejar que el agua de la gotera golpee entre nuestros dedos, que se solazan, dan vueltas y retuercen felices!

Y descubrir, ¡qué bellos son los pies! ¡Qué escultura tan fina y primorosa tiene nuestro cuerpo en los pies!

Nuestros padres consintieron dejándonos que usáramos llanques. Fue además nuestra primera revolución cultural, social y económica.

Que indicaba con quiénes queríamos identificarnos en nuestras luchas, y entregarles nuestras vidas en solidaridad.

 


4.

 

– Pero, ahora la gente ya no usa eso-

– ¿Qué?

– Eso que dices, llanques, ya no se usa.

– ¿Así?

– Sí. Ya no se ve.

– ¿Ni la gente del campo?

– A ellos me refiero. Porque antes eran solo ellos los que lo usaban.

– ¿Estás segura?

– Estoy segura. Soy profesora rural y ya no veo a nadie que los use.

– ¿Y por qué ya no los usan?

 


5.

 

– Por los zapatos chinos, que abundan y son más baratos.

– Más baratos que los llanques?

– Sí. Pero, además, se lo encuentra por todas partes.

– Ah.

– Y hay de todas clases, como tú quieras. Como botas, hasta arriba. Y son resistentes, de material sintético.

– Entonces, ¿adiós llanques y ojotas?

– Sí.

Y yo me quedo pensando. Creyendo que al cambiarlos hemos perdido una visión del mundo y de la vida.

Como me quedo también recordando mi infancia, cuando fue que yo usé llanques, creo que en el fondo por querer identificarme con la gente que más quiero.

 




Fotos 1, 4, 5 y 6 
Yesica Rojas


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