jueves, 21 de enero de 2021

21 de enero. Evangelio Vallejo: El canto a la vida nueva. / Épica de enero.


22 DE ENERO 
EVANGELIO VALLEJO: 
EL CANTO A LA VIDA NUEVA 

ÉPICA 
DE 
ENERO 

Danilo Sánchez Lihón 



César Vallejo. Pintura de Juvenal Sánchez Lihón


1. Primigenia 

y ancestral

 

César Vallejo escribió el poema Enereida de los Heraldos negros, como de exégesis, ponderación, y enaltecimiento del concepto "enero", como sentido y trascendencia ligada a la vida, al amor y a la eternidad.

Natural en él, por su anhelo y aspiración siempre de una vida nueva, renovada y auroral en función de los más caros ideales humanos.

De allí que la agenda y el calendario anual de Vallejo empieza con este poema que significa épica de enero. Y al ser de enero, como inicio y principio, lo es de todo el año.

Diciéndonos de este modo que la vida tiene que ser épica, siendo eso lo que nos preconiza: el de una épica de la vida, siendo tal el mundo que él construye y que también nos encarga construir.

Y ese horizonte cercano y en lontananza es la utopía andina, felizmente latente y plena de vigor y fortaleza, gracias a la resistencia sacrificada de nuestra población indígena que ha sabido mantener vigentes los principales valores de nuestra cultura primigenia y ancestral.

 

Exterior de la casa de César Vallejo en Santiago de Chuco


2. Utopía

de la vida

 

Pero digo, ¿a quién se le ocurre darle un ser y una misión a enero que como toda noción, trozo o pedazo de tiempo es inasible y evanescente?

¿Es lógica esta postura? ¡No, no lo es! Es más bien utópica. Y en ello radica su novedad, su moral y su grandeza.

Porque enero es un mes. Y Enereida es el nombre o la evocación de un mes. Sin embargo, capaz de suscitar una emoción y acoger un sentido raigal, trascendente y esencial de la vida y el destino.

Y una visión y hasta un plan de vida, como en este caso ocurre y sucede en el poema titulado con ese nombre.

Ahora bien, solo un genio puede ser capaz de percibir, concebir y legarnos una consideración como esta, de una dimensión tan prístina, cual es ¡depositar en la evocación de un tiempo inasible una utopía de la vida!

 

Santiago de Chuco


3. Evangelio

Vallejo

 

Él sí, lo logra y alcanza, porque para ello trabaja arduamente, porque para ello es el ser consagrado a la poesía como lo es; y cuya vida la arroja en función de esa misión y de esa consigna.

Para denominar dicha emoción con respecto a enero César Vallejo le adhirió el sufijo o morfema derivativo, y a la vez desinencia: eida, con lo que el vocablo ya compuesto como enereida significa: épica de enero.

Así como el poeta latino Virgilio concibió la Eneida, que es el canto a Eneas, personaje de la mitología grecorromana, héroe de la guerra de Troya, hijo de Anquises y de Venus.

Quien tras la caída de la ciudad logró escapar, emprendiendo un viaje hasta el Lacio donde, tras una serie de acontecimientos, se convirtió en rey y, a la vez, en el progenitor del pueblo romano.

Eneas al menos es una persona. César Vallejo compuso un poema importante en razón del mes de enero y en la perspectiva de lo que preconizamos como el evangelio Vallejo.

 

Padre de César Vallejo


4. La vida

sencilla

 

Donde encontramos a un Vallejo confiado, animoso y erigido en un portaestandarte que convierte lo ordinario en hazaña y lo eventual en proeza.

En donde lo ordinario se transforma en extraordinario y trascendente. En donde, y en base al enigma de la vida que hay que desentrañar, se postula una utopía.

Mi padre, apenas,

en la mañana pajarina, pone

sus setentiocho años, sus setentiocho

ramos de invierno a solear.

El cementerio de Santiago, untado

en alegre año nuevo, está a la vista.

Cuántas veces sus pasos cortaron hacia él,

y tornaron de algún entierro humilde.

¿Qué ha trazado Vallejo en estos versos iniciales del poema? ¿Con qué empieza? Con la vejez y la muerte. Y con la vida cotidiana que se desenvuelve en un ir y venir de la vida sencilla a la muerte.

 

Camino al cementerio en Santiago de Chuco


5. Tiempo

quieto

 

Todo ello representado en el camino al cementerio que se divisa desde el corredor alto de la casa, y desde el poyo en donde él se sitúa, centrado el devenir en la figura del padre como esencia y eje, sumido en una actitud de calma, de hondura y de silencio:

Hoy hace mucho tiempo que mi padre no sale!

Una broma de niños se desbanda.

Otras veces le hablaba a mi madre

de impresiones urbanas, de política;

y hoy, apoyado en su bastón ilustre

que sonara mejor en los años de la Gobernación,

mi padre está desconocido, frágil,

mi padre es una víspera.

Lleva, trae, abstraído, reliquias, cosas,

recuerdos, sugerencias.

La mañana apacible le acompaña

con sus alas blancas de hermana de la caridad.

Es Año Nuevo y el padre ya está yéndose. Y los días se sumergen en un tiempo quieto y detenido; ya en el umbral de la eternidad:

 

Amanecer en Santiago de Chuco


6. Inocencia

rotunda

 

Día eterno es éste, día ingenuo, infante,

coral, oracional;

se corona el tiempo de palomas,

y el futuro se puebla

de caravanas de inmortales rosas.

Padre, aún sigue todo despertando;

es enero que canta, es tu amor

que resonando va en la Eternidad.

Aún reirás de tus pequeñuelos,

y habrá bulla triunfal en los Vacíos.

Aún será año nuevo. Habrá empanadas;

y yo tendré hambre, cuando toque a misa

en el beato campanario

el buen ciego mélico con quien

departieron mis sílabas escolares y frescas,

mi inocencia rotunda.

¿Qué resalta en estos versos? Que el padre se despide, que se va, que ya es una víspera y anuncio que se muere. No porque padezca algo sino porque está viejo, como el año que acaba de fenecer. Pero empieza otro año. Y que es nuevo.

 

Arribo de Capulí. En la puerta de la casa de César Vallejo


7. Pleno

de esperanza

 

¿Qué se contiene y sintetiza en el poema? Es ello: la perspectiva del amor radiante con el cual atravesar y llegar al centro de la eternidad.

De este modo hizo del mes de enero un símbolo y una celebración, una heroicidad o más precisamente una “heroica”.

Y una promesa vital a seguir. Y nosotros como movimiento cultural, Capulí, Vallejo y su Tierra, nos enrumbamos hacia ese horizonte.

Y lo hizo, ¿en base a qué contenidos? ¿Y resaltando qué valores y proyectándonos en razón de qué esencias? Las del amor como contenido y las de la eternidad como continente.

Y queremos resaltar este hecho para compensar en parte, y tratar de corregir de este modo, aquella visión que se ha hecho tópica de un Vallejo afligido, melancólico y hasta pesimista.

Y que no corresponden a la realidad, como este poema lo prueba y lo demuestra, en donde extrae el sentido más pleno de esperanza de lo que acaba y termina, y a la vez de lo que comienza, empieza y se inicia.

 

Fotos 2, 3, 5, 6 y 7
Jaime Sánchez Lihón


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