sábado, 23 de enero de 2021

23 de enero. Se funda el Teatro Nacional del Perú. / Teatro para la vida.


23 DE ENERO 
SE FUNDA EL TEATRO NACIONAL DEL PERÚ 

TEATRO 
PARA 
LA VIDA 

Danilo Sánchez Lihón 


1. Expresión 
creadora

 

Una pregunta de fondo que hemos de plantearnos aquí, es: ¿en el teatro infantil, vinculado a la educación y a la escuela, sólo y únicamente deben participar los niños que tienen dotes y talento para la actuación? La respuesta es: no. La decisión correcta es que todos deben ser involucrados en el juego.

Todos los niños, en la medida de sus posibilidades, han de ser incluidos en la representación teatral, por una sencilla razón, cual es que no se trata aquí de lograr una obra de arte ni un producto artísticamente acabado. Porque no es el objetivo perfilar estrellas protagónicas que tengan el privilegio de ser únicas en el reparto de roles, sino de favorecer con la experiencia del arte y la expresión creadora a todos y a la mayoría de personas a descubrirse a sí mismas y a encontrar algunas claves de su destino.

Inclusive, hay que poner mayor atención en aquellos niños que muestran mayores trabas y dificultades para expresarse y relacionarse con armonía y fluidez; con quienes manifiestan tropiezos para establecer vínculos fluidos con sus compañeros, con la vida y el mundo en general.

 


2. Alegría

de crear

 

Sin embargo, es importante también encauzar y dar proyección y curso a aquellos que ante este ámbito del arte muestran tener capacidades especiales, extraordinarias y excepcionales. En tales casos será significativo hacerlos participar y vincularlos con instancias que pudieran ser propicias para su avance en el dominio de esta manifestación honda, raigal y magnífica del ser.

Las prácticas de teatro infantil que se realizan de modo regular en las aulas deben ser lúdicas y creativas y como tal requieren un ambiente en donde los niños sientan que tienen plena expansión. Espacios donde puedan correr, saltar, bailar; donde puedan exclamar y hablar alto y fuerte, buscando formas originales en dar solución a un problema escénico con la participación abierta, de conjunto y plural.

Ello acaso querrá decir que ¿no habrá ni se pondrá de manifiesto ningún sentido crítico? Debe haberlo, y mucho, sólo que serán criterios en busca de soluciones, donde la crítica impulse, anime, exalte; donde la alegría de crear debe ser la tónica que predomine y caracterice las sesiones siempre felices y dichosas del teatro infantil.

 


3. Interacción

feliz

 

De otro lado, cabe preguntarnos a su vez: ¿quién debe promoverlo en la escuela? ¿El docente de aula? ¿Un equipo de maestros y profesores? ¿Será una sola aula la que presenta todo un repertorio en una actuación? ¿La iniciativa habrá de venir del director del plantel escolar? ¿Quién?

No tiene por qué haber una instancia exclusiva. El teatro infantil ha de ser libre y abierto. Eso sí, se espera que deba existir una actuación continua, cotidiana y permanente. Lo preocupante sería que no lo haya, actitud que debe ser intrínseca a la formación del ser maestro o profesor.

Cabe esperar y recomendar que deba haber una actuación formal anual, ante un público abierto y, en lo posible, amplio. Incluso es importante que haya una fecha ya establecida en el calendario escolar para una muestra o festival de teatro infantil, y que sea un punto de referencia para que todas las aulas se sientan estimuladas a intervenir.

Y que, ya sea integradas o por separado, preparen sus obras a ser representadas que ojalá sean aquellas que surjan de la interacción feliz de todos los involucrados en esta práctica.

 


4. Momento

y lugar

 

En este punto, cabe comentar, el siguiente tema o asunto, que es motivo de permanente debate y discusión: ¿Es necesario y recomendable que en un centro educativo se cuente un profesor de teatro o de arte dramático?

Nuestra respuesta es: no. La práctica del teatro, sobre todo en el nivel de la Educación Primaria, debe ser inherente al ser y a la práctica docente de todo maestro o profesor.

La experiencia de lo que ha acontecido en el campo de la música nos inclina a pensar que no es recomendable que este arte esté en manos de personas asignadas, pues nunca estuvo peor y más ausente la música en la educación que ahora:

Que cuando hay un profesor exclusivamente encargado de ello, todos los demás se inhiben de hacerlo. Y él o ella, además, no consienten que nadie más ejercite este campo fundamental. Y los demás ya no lo hacen por considerar que es competencia del profesor asignado en hacerlo, y entonces se desentienden de ello.

 


5. El verdadero

maestro

 

Y que es lo que ocurrió a partir de que se nombraron profesores de música en los centros educativos, dejando de ser una actividad inherente al hecho mismo de educar en toda circunstancia, momento y lugar.

Cuando hay un profesor en especial para cualquier campo, nadie ya puede emprender algo que abarque esa dimensión, porque el profesor asignado considerará, con cierta lógica, que se está invadiendo el área que le incumbe y pertenece; por lo cual desde entonces será una materia ajena para el resto de profesores.

Cuando lo pertinente y sabio es que todo maestro en general tiene que tener entre sus dotes y dones el de ser un animador y propulsor entusiasta del teatro infantil.

El error de pensar que debe haber un profesor de artes plásticas, o de teatro escolar, o de literatura infantil, por separado, divide tanto estos campos que al final el verdadero maestro se queda sin nada sustantivo y esencial qué poder realizar.

 


6. Saber

y asumir

 

Y esto porque todo lo medular en un momento dado se lo encomendamos a los especialistas. Con el agravante de que, como hay desintegración, nada resulta bien hecho.

Dejando otro deplorable resultado, cual es que: cada una de estas artes y la educación en general, deja de tener una mirada íntegra y global acerca del ser del hombre, como es lo idóneo y óptimo por alcanzar.

El niño de manera frecuente, y hasta cuotidianamente, está imitando, suplantando y representando algo. Podríamos decir que ello es incluso consustancial a su desarrollo.

Se puede colegir que el niño aprende y conoce acerca de la realidad, de los otros y de la vida, tratando de hacer lo que ve hacer; y consiguientemente representa roles.

Qué conciencia tienen de lo que son y de lo que tienen, y qué es lo que les corresponde hacer en la vida es lo que los juegos dramáticos y el teatro les permiten experimentar, saber y asumir.

 


7. Antorchas

luminosas

 

Hay una profunda imbricación entonces entre teatro, vida y educación que es necesario explorar para una formación integral de los seres humanos.

Para ello no es indispensable que las personas estén subidas en el escenario para que esta expresividad se ponga de manifiesto, sino que debemos facilitar que, en los actos de la vida misma, el teatro sea un recurso para conocernos a nosotros mismos.

Y, sobre todo, para dejar aflorar las potencialidades que tenemos para salir adelante en cualquier circunstancia y situación

El arte en general es una pedagogía de la vida, debiendo ver y considerar más a los niños y jóvenes, antes que como tablas rasas o recipientes vacíos que hay que llenar desde fuera, apreciarlas más bien como antorchas luminosas y vivificantes que hay que hacer que ellas mismas logren encenderse.

 

Ilustraciones
de Julio Granados
para mi libro:
Érase Danilo un niño

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