martes, 5 de enero de 2021

5 de enero, 1844. Nace en Lima Manuel González Prada. / Voz y conciencia moral.


5 DE ENERO, 1844 
NACE EN LIMA 
MANUEL GONZÁLEZ PRADA 

VOZ 
Y CONCIENCIA 
MORAL 

Danilo Sánchez Lihón 





1. El alma 
humana

 

Ensayista, pensador y poeta precursor del modernismo americano; voz rotunda y conciencia moral del Perú, fustigador de la corrupción política identificándose con los “indios” y la clase obrera.

Quien nació en Lima el 5 de enero del año 1844, entendido en acciones humanas cívicas, históricas y políticas en donde ha dejado una huella profunda.

Aspecto en el cual un gran admirador suyo, don Rufino Blanco Fombona lo llamó: “gallardo animal de presa”. Y don Miguel de Unamuno refería que su libro “Páginas libres” era uno de los pocos o casi el único de un americano que había leído varias veces.

Pero no solo era conciencia y compromiso ciudadano el suyo, sino que fue profundo en conocer del alma humana en los graves asuntos del amor, dado que ello es condición ineludible para escribir el siguiente soneto que está a la altura de los más inmensos que se hayan escrito, y que dice así:

 

Calle de Lima


2. Si

eres vida

 

EL AMOR

Si eres un bien arrebatado al cielo

¿Por qué las dudas, el gemido, el llanto,

la desconfianza, el torcedor quebranto,

las turbias noches de febril desvelo?


Si eres un mal en el terrestre suelo

¿Por qué los goces, la sonrisa, el canto,

las esperanzas, el glorioso encanto,

las visiones de paz y de consuelo?


Si eres nieve, ¿por qué tus vivas llamas?

Si eres llama, ¿por qué tu hielo inerte?

Si eres sombra, ¿por qué la luz derramas?


¿Por qué la sombra, si eres luz querida?

Si eres vida, ¿por qué me das la muerte?

Si eres muerte, ¿por qué me das la vida?


 

Manuel González Prada


3. Entre

sus brazos

 

El rijoso autor de “Paginas libres” y “Horas de lucha”, el gran anarquista de verbo inflamado y demoledor, don Manuel González Prada, tiene un rasgo conmovedor en su vida, cuál es su amor por los animales, criando en su casa perros y gatos.

Cuenta Abelardo Gamarra, “El tunante”, que en un verano que don Manuel pasó en Barranco estando con él en la noche paseando por los farallones escuchó los gemidos de un perro que había caído, o lo habían arrojado, al fondo del acantilado.

Hizo que su amigo lo alumbrara con una linterna y bajó él con riesgo de su vida por la pendiente, resbalando varias veces hasta llegar al fondo entre pedruscos.

Cogió entre sus brazos al pobre animal agonizante y emprendió con él la subida mucho más dificultosa y temible, hasta llegar a la superficie.

Le pidió a don Abelardo que fuera por el médico de su familia, quien solo por servir a quien se lo pedía entablilló al animal malherido, le aplicó medicina para ver si revivía.

 

Abelardo Gamarra


4. Amor por plantas

y animales

 

Felizmente el perro se sobrepuso a su agonía y don Manuel en los días posteriores se dedicó a cuidarlo mientras convalecía, hasta verlo sano y retozando, perro callejero al cual dio por nombre “Cucho”.

Don Manuel, el severo patriarca, escribió:

Los animales son nuestros conciudadanos en la gran república de la naturaleza, nuestros compañeros en el viaje de la vida, nuestros iguales en el dolor y la muerte.

Quien no se apiade de los animales, no merece que de él se apiaden los hombres. Pensemos que a la inmortalidad poseen tanto derecho como nosotros el animal y la planta.

Y prosigue con estas líneas sublimes: “Si algo de nosotros sobrevive a la gran catástrofe, ese algo debe regocijarse al ver que en nuestro sepulcro se mece una rosa o canta un ruiseñor”.

 


Nave Capitana El Huáscar, comandada por Grau


5. Con los ojos

abiertos

 

Y, como tenía que ser en un hereje como él, hasta dejó borroneada esta nota profana, que dice así:

“Jesucristo nos parecería más grande, si en alguna de sus peregrinaciones le divisáramos seguido de un perro”.

Hombre puro, íntegro inocente en todo, como un niño. Quien nunca se corrompió con nada. A quien le ofrecieron el poder muchas veces, y lo despreció, como se debe.

Conciencia moral implacable, y para siempre látigo, azote y punición. En quien su anhelo siempre fue renovación, aire sano y fresco.

Siempre hará falta la presencia de un ser que ventila y que salva lo grande y lo puro, como cuando respecto a Grau expresa estas palabras:

Como flor de sus virtudes, trascendía la resignación: nadie conocía más el peligro, i marchaba de frente, con los ojos abiertos…


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