1.
Acerca de él
recuerdo lo siguiente:
– Mamá, –le pregunta
mi primo a mi tía Carmen–. ¿Por qué la señorita Ethel es tan cariñosa conmigo cuando
me encuentra?
– ¿Así? ¿Qué te
dice?
– Me compra
caramelos y dice que es mi tía.
– ¿Así? Es que ella
fue enamorada de tu tío Jorge.
Y así las señoritas
más bonitas cuando encontraban a mis primos eran muy cariñosas con ellos porque
todas resultaban que habían sido enamoradas de mi tío Jorge. Incluso una de
ellas de quien se dice que como ella no había nacido muchacha más bonita en el
pueblo.
– Y fue enamorada de
tu tío Jorge.
Y cierran con estas palabras
sus relatos.
Tío Jorge Sánchez Gamboa
2.
Pero hoy por la
tarde ha llegado mi tío Jorge a la Fiesta del Patrón viniendo desde Coracora,
al sur de Ayacucho, donde labora.
Él dejó Santiago de
Chuco en el año 1939. En Lima ingresó a la nocturna del Colegio Hipólito
Unanue. Y era tan inteligente y aplicado que en el año 1943 lo pasaron del
tercero al cuarto año de media. Y en el año 1945 ya estaba trabajando en Cerro
de Pasco.
Como he contado son
legendarios en la casa los amores de mi tío Jorge con las chicas más guapas de
este mi pueblo.
Y es que era un gran
deportista y un gran bailarín, aunque creo que esas no eran razones suficientes
para dicho éxito, a tal punto que le pregunto mientras muerde una pata del
estofado de cuy que está comiendo:
– Tío, –le pregunto
abiertamente–, ¿en qué radica el secreto de haber conquistado a tantas chicas
bonitas de Santiago de Chuco cuando era joven?
3.
Primero mi tío se
atora de la risa que le ha producido mi pregunta. Pero después ríe a grandes
carcajadas, que pese a que estamos en un poyo del corredor todos voltean a
mirarnos.
– ¡Qué ocurrencia de
este niño! –Comenta.
– Mira, te voy a decir una cosa, que en verdad es un secreto, porque veo que ya estás enamorado.
- No tío, yo solo preguntaba.
- Si no estuvieras enamorado no hubieras preguntado lo que me has preguntado.
- Solo era por curiosidad.
- No es malo enamorarse hijo. Al contrario, enamorarse inspira a muy buenas acciones..
- Pero no estoy enamorado.
- Bueno, pero en ese aspecto te digo que no importa tanto la pinta, porque como ves yo soy feo, pero aún así atraigo a las mujeres como azúcar, hijo.
4.
– Pero, tío. ¿Quién le ha dicho a usted que es feo? –Retruca una de mis primas.
– Pero, quién me va a decir, hijita, ¡el espejo! ¡El espejo, hijita!
- ¡Ah!
- Pero, como decía, eso no importa. La cara no importa como no importa el dinero, ni la ropa que tengas, porque yo
no tenía nada de eso.
– ¿Entonces, tío?
– A una mujer le
gusta que la hagas reír, hijo. ¡Ese es el secreto!
Nunca recurrí a esa fórmula, pero siempre he pensado en esas palabras misteriosas que me dijo mi tío cuando yo era apenas un niño.
Ahora que al morir ha recuperado su juventud, mi tío estará tratando
de hacer reír a las muchachas bonitas que hay en El Paraíso.
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