14 DE FEBRERO
DÍA DEL AMOR Y LA AMISTAD
PARA VIVIR
EN OTRA
ETERNIDAD
Danilo Sánchez Lihón
El amor, escultura de Víctor Delfín
1.
Te buscaré
siempre, así como hoy, en todo
sitio. Por
aldeas escondidas y en rincones
inhallables.
En las playas aún por explorar.
Te buscaré
en los camposantos en olvido,
en los lugares
donde nadie va. Tras los muros
y las puertas
derruidas y los huertos sin abrir,
donde
los adobes desvanecidos han
cedido
a la incuria del tiempo, la lluvia
y el olvido.
Al trébol que se apiada, al cadillo
que te sigue
y a la zarzaparrilla compasiva,
que no
sabe sino hablar de ti y de mí.
Te buscaré
en los sitios sin presente, futuro
ni memoria.
Y allí por fin yo sí te encontraré.
Obra de Bolívar Quiñones
2.
Te buscaré
por valles donde crecen cardos,
tulipanes y
alhelíes extasiados de vivir sólo
por vivir.
Son cómplices libélulas y abejas
sonámbulas
que atruenan y extasían la calma
con el rumor
azul, naranja y albo de sus alas.
Donde
sólo moramos tú y yo. Y la tarde
desmayada.
Donde las mostazas preteridas
se mecen
con belleza lacerada por saber,
o no saber,
acerca de qué es amar, recordar,
o el morir.
Prendidas a las ramas del olvido,
sin que
nadie pose en ellas ni sus ojos ni
sus alas,
ni siquiera su imaginación. Allí yo
te encontraré.
La Primavera de Pierre Auguste Cot
3.
Te buscaré
en todo lo que sea indescifrable
y final.
En el niño que se queda atrás.
En quien no
puede entrar. En la madre que
no vuelve.
En el hijo desaparecido y aquel
sin nacer.
Te buscaré en lo más secreto y
recóndito
de los elementos terrestres. Allí
donde
es imposible llegar y arriesgado
transponer.
Te buscaré en mis derrotas sin
explicación.
Como en lo más callado de mis
triunfos.
Si algún día los tuviera, callado
yo vendría,
silencioso, a ponerlos a tus pies.
Y allí te encontraré.
Obra de Claude Theberge
4.
Te buscaré,
como ahora te busco, en el perfil
de las montañas
contempladas en el amanecer.
Mientras
el ómnibus emerge tambaleante
desde
la niebla y la noche intrincadas,
llevándonos a
mí, y dentro de mí también a ti.
Te buscaré
en los arcos iris de las ciudades
sin nombre,
vistos desde la mirilla del avión
mientras se
tambalea y desploma, cayendo
a un abismo
de donde sólo tú te salvas ilesa,
porque
tú eres lo fugaz de la eternidad.
Te buscaré
en la tristeza incierta de quienes
van a
morir, ¡y no lo saben! Donde yo
sí te encontraré.
La tormenta, de Pierre Auguste Cot
5.
Te buscaré
en el estupor de quienes saben
tras
una catástrofe, que lo perdieron
todo.
En la última carta del suicida te
hallaré.
En los reflejos del sol a tientas
se aferra
compasivo a brillar cálido en los
barrotes
de la celda del condenado que va
a purgar
una pena de muerte inmerecida.
En aquel
fulgor que recoge inmenso el día
al ocultarse
y en la noche en que lentamente
se ilumina.
¡Entre los
desahuciados que ya
no se aferran
a nada, ni siquiera a recordar ni
a rezar!
Entre los resignados a no hallar
perdón
ni consolación. ¡Y yo sé que allí
recién te encontraré!
Obra de Frederic Leighton
6.
Avanzaré
a tientas por la nieve, el frío y la
nevasca.
Sabiendo que estás al fondo y
detrás
de todo lo que existe y de lo que
no existe.
Más allá de las banderas izadas
o arriadas.
De los estandartes insepultos y
de las heridas
que sangran o dejan de sangrar,
todo por ti!
Más al fondo de los torreones
que estallan,
de los relojes en punto y de otros
enloquecidos
porque el mundo se descalabró.
Más allá
de los altares que vuelan hechos
trizas, y
de muñecas que flotan después
de una explosión.
Más allá del fin del mundo estás
tú, idéntica a
mi pena y mi delirio. Y allí recién
te encontraré.
El beso, de Mario Urteaga
7.
Me asiré,
para eso a un gesto tuyo, a algo
imperceptible.
Quizá a tu manera de voltear y
girar
los ojos al mirar. O al gesto de tu
boca
en los derrumbes. En el crepitar
de la metralla
y los incendios estarás límpida,
fragante
y espléndida, sin que te toque ni
el humo
ni el lodo de las detonaciones, ni
las esquirlas
ni la ceniza demente que flota y
se expande. Y ya
para morir, entre tanto desastre
me acunaré
suavemente recostado y dolorido
junto a ti.
Dichoso de haberte seguido hasta
el fin
de esta vida y de la muerte. Ya
definitivamente
enlazados en esta y en cualquier
otra eternidad.
Y allí por fin yo que te encontraré.
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