viernes, 19 de febrero de 2021

19 de febrero. Estampa de tierra adentro. / Mi padre y los pollitos.


19 DE FEBRERO
ESTAMPA DE TIERRA ADENTRO

MI PADRE
Y LOS
POLLITOS

Danilo Sánchez Lihón




1. Mil
oficios

 

Mi padre fue maestro de escuela. Y fue un buen y gran maestro. Dedicado, respetuoso y con un amor profundo a los niños. Cuyos alumnos lo recuerdan hasta ahora con inmenso fervor, enorme reconocimiento y devoción sin límites.

Y en mi pueblo es leyenda por su entrega al trabajo, por su compromiso en toda actividad, y en su consagración a la escuela. Muchos de mis amigos actuales fueron sus alumnos, y me cuentan de él incansables anécdotas donde resaltan lo cabal que era, de su ejemplo, de sus enseñanzas y de lo íntegro y honesto que era en todo.

Pero además de maestro, y de estos días que son de vacaciones, contaré que mi padre era mil oficios. Así: músico, sastre, director de orquesta, reconstructor de libros, arreglador de techos en estos meses que son de invierno en la serranía, señor del fogón porque lo prendía, altarero en toda velación, y presidente de un equipo de futbol.

Pero algo de lo cual no he escuchado hablar es que era devoto criador de las gallinas que había en nuestra casa. Con esto quiero decir que en mi casa de infancia el señor que se consagraba al cuidado de estas aves, y quien tenía pasión por verlas y cuidarlas, era mi padre. 


Danilo Sánchez Gamboa


2. En su trono

sideral

 

A quien un día de repente se le escuchaba decir:

– Ya puso huevo la "Flor de haba”. –Y esto lo vuelve a repetir en la mesa con su pelo revuelto, su ropa de entrecasa y sus ojos de niño.

Y lo reitera después, trayendo en la mano la vasija de comida casi terminada que le acaba de dar principalmente a las gallinas que eran pollas. Para eso mi padre tiene una sensibilidad especial, para sopesar la edad de los animales. Y suponer qué refuerzo vitamínico requieren cada una de ellas.

Y especialmente está pendiente de las gallinas, mucho más cuándo están poniendo huevos y se echan a empollar. El cacareo, buscando nido para poner, por parte de cualquiera de ellas, lo entusiasma sobremanera.

Y para eso ya le tiene preparada la cama en algún sitio del terrado, adonde a la gallina le ayudamos a entrar con los movimientos de nuestros brazos, como para que lo encuentre.

Sentada allí parece una reina o una soberana en su trono sideral.

 


3. Como creía

antes

 

Don Pascual Danilo, que así se llama mi padre, se enternece, como un padre con sus hijas, cuando se levantan del nido a tomar agua o a picotear.

Suspende cualquier labor que esté haciendo, sea lo que fuera, incluso si se trata de su diario arrobamiento con la mandolina, la guitarra o el violín, con tal de ir a atenderlas en su cacareo, como si fueran a él a quien le reclamaran algo.

Pero lo más seguro es que ya le tiene preparado un potaje suculento: de maíz, verduras picadas, con la parte superior de los choclos que él reúne y pica.

O, el último y más caro de sus manjares, que es huesos que ha molido pacientemente y hasta cascarones de huevos, hechos harina que él recoge.

Porque según los cálculos o caprichos de mi padre esta mezcolanza son golpes vitamínicos. Y que puede no ser tan cierto.

Porque yo ya he descubierto que muchas son ocurrencias de mi padre, ya que he comprobado que no todas sus aseveraciones tienen fundamento científico, como creía antes a pie juntillas.

Danilo Sánchez Gamboa


4. Agua limpia

en la poza

 

Según suposiciones de mi padre esos eran golpes vitamínicos de puro calcio, ideal para dárselo de comer a sus consentidas.

 Y que según su criterio –así lo sostenía–, las ayudaría a seguir siendo tan hermosas como ya lucen poniendo huevo tras huevo cada día.

Eso sí, pollas y gallinas parece que siguen la pauta de su pensamiento, porque no dejan ni la arenilla de todos los cascarones molidos. Ni de los huevos que él tritura pacientemente, moliéndolos hasta hacerlos como los grumos del azúcar,

Ahora bien, cuando una gallina se echa a ovar cuida que no caminemos por ese sitio por ninguna razón del mundo.

Y cuida también que siempre haya agua limpia en los morteros, que así llamamos a las piedras huecas como tazones que hay por uno y otro lugar del patio.

Y cuida que su nido no fuera invadido por ninguna alimaña.

 


5. Debajo

de las alas

 

Para eso es un guerrero. Para eso ya ha hecho una limpieza total, y ha armado una estrategia pensada con prolijidad y basada en trampas para cazar ratas, hurones y comadrejas. Y, sobre todo, ha montado una vigilancia estricta y permanente en torno al nido de la gallina que se ha echado a empollar.

Para eso, los nidos de esas aves es un punto de referencia de por dónde si y por dónde los que somos chiquillos no podemos enrumbar nuestros pasos siempre apurados, inquietos y atolondrados.

Y si hay que pasar por ahí, por algún motivo ineludible, tenemos entonces que hacerlo caminando de puntillas. Y poniéndonos el dedo índice atravesando los dos labios cerrados de nuestras bocas, como se pide silencio cuando hay algo adorado o sagrado delante de nosotros.

Si la gallina se enfurruña, no sé cómo lo sabe don Pascual Danilo, mi padre, que inmediatamente pone el grito en el cielo.

¡Ah! pero cuando las yemitas amarillas o negras de los primeros pollitos empiezan a escaparse y corretear, saliendo de debajo de las alas de las gallinas madres, eso es el delirio, y maravilla de maravillas.

 


6. Vellón

de sol

 

Esto ocurre más cuando la gallina que ha empollado se demora en dejar su nido, en el afán de lograr empollar los últimos huevos.

Mientras los pollitos que reventaron primero, saliendo de sus cascarones sanguinolentos, ya corretean a su alrededor y rozando su divino plumaje con el suelo áspero.

Ahí sí mi padre deja que estos portentos de la creación se posen en las palmas de nuestras manos, llenas de heridas.

¡Manos gozosas y también sufridas!, frente a ese vellón de sol y luna perfecto y asombrosamente bello, como es un pollito recién nacido.

Y allí se quedan, en la palma de nuestra mano, temblando hasta aceptarnos un beso conmovido en el cartílago nuevo de sus alas y en sus picos vírgenes.

Los pollitos son de un amarillo oro, de un anaranjado pan, o de un negro oscuro, como vestido o rebozo de mujer. O son de un ligero azul marino encanto y misterio por descifrar en esta vida.




7. Tiernos

y alucinados

 

La mañana es tenue en el terrado donde ha ocurrido este milagro de la creación, y punto laminar del cosmos.

Las voces de la familia se escuchan al pie, lejanas, tamizadas por lo que es de otro mundo que es este, a aquel ordinario, de la vida cotidiana.

Mundo de sombras frente al sol y al amanecer que es un pollito núbil. Y que hace que nos preguntemos:

¿Quiénes somos? La abuela, la mamá, el papá, y los once hermanos que hasta ahora somos nosotros los hijos.

Quienes correteamos por el patio, los corredores y la sala, teniendo a nuestro costado el castillo de leña erigido para avivar el fogón de la cocina.

Y los terrados escondidos, adonde entramos, pero sin hacer bulla, en donde las gallinas empollan, sus huevos tiernos y alucinados.

 

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