sábado, 20 de febrero de 2021

20 de febrero. Día Mundial de la Justicia Social. / Nuestra raíz es una sociedad solidaria.


20 DE FEBRERO
DÍA MUNDIAL DE LA JUSTICIA SOCIAL

NUESTRA RAÍZ
ES UNA SOCIEDAD
SOLIDARIA

Danilo Sánchez Lihón





1. Mundo
viviente

 

La justicia social y de la cual es expresión consumada la solidaridad, en ninguna otra cultura de la civilización humana alcanzó a tener una concreción y una expresión tan alta como en el Tahuantinsuyo.

Fue el valor más alto que inspiró a aquella organización incaica forjada por conductores probos, para quienes incluso se acuñó un nombre que contiene un concepto acrisolado, cual es Pachacútec, y que se otorga a todo aquel que tiene capacidad de visión el don para saber organizar a la población.

De ese modo se logró conformar una organización social que se impuso como primer objetivo a conseguir el bienestar humano, para lo cual los principios rectores de aquella organización eran: ama sua, el ama quella y el ama llulla.

Se inculcaron estos valores fundamentales entre la población, y cuales son el ser honrados, el ser trabajadores y el ser veraces. Y se consagró una cosmovisión que predicaba que la naturaleza era nuestra madre y que al morir retornábamos a ella para ser otra expresión del mundo viviente.

 


2. Con frutos

espléndidos

 

Se reconoció el carácter sagrado de la vida, y se concibió que los objetivos fundamentales a alcanzar eran la alimentación, la salud y la seguridad social.

El símbolo y expresión de toda esa concepción y organización del mundo andino fueron los andenes que se construyeron a lo largo y a lo ancho del territorio del Tahuantinsuyo, así como fue estatuido el manejo del recurso del agua y su justa distribución, estableciendo como práctica y doctrina la organización de los jueces de agua nombrados por la comunidad local y como fundamento de política de estado.

Sin embargo, al incursionar aquí e invadir estas tierras los europeos en la primera mitad del siglo XVI, luego de tener una larga tradición de guerras de expansión y de luchas fratricidas, no tuvieron ojos para reconocer todo esto.

Pese a que al llegar aquí encontraron pletóricos y fecundos los campos sembrados. Con los frutos henchidos en las espigas y las plantas verdecidas hundidas sus raíces hacia el fondo de la tierra. Con frutos espléndidos como la papa, las ocas y los ollucos. Y en lo alto de las cañas balanceábase el maíz, como lucían enrojecidos los campos con cultivos de quinua, cañihua y quihuicha.

 


3. Iridiscencia

y luminosidad

 

Pero los europeos cuando vinieron ni siquiera le prestaron atención. No les interesaba. Y algunos ni siquiera lo vieron; porque solo tenían ojos para el oro, la plata, las piedras preciosas y los metales. Y si lo vieron no lo comprendieron. Es más, ni siquiera miraron la prodigalidad que aquí había, porque no les era útil a sus propósitos mercantilistas. Tenían que ser objetos de oro y plata los que buscaban porque eso era los que los obsedía.

Y así como se erigieron aquí los andenes encontraron aquí una sociedad organizada, donde todos eran autoridad porque había núcleos conformados desde cinco personas en donde había un coordinador y responsable. Luego había otro que juntaba a tres de estos núcleos básicos, y luego de 45 personas que juntaba a 9 grupos básicos, y así sucesivamente.

Así como otro valor del mundo andino que ahora poco se lo reconoce y menos se lo valora es la inocencia, y que vale mucho reivindicarla frente a la corrupción reinante en el mundo contemporáneo. Y tan inocente se era que cambiábamos los espejos que nos ofrecían, entregándoles valiosas piezas de oro. O por un collar con relucientes cuentas de vidrio le entregábamos lingotes de plata. Nos atraía de los espejos el vernos tan nítidamente reflejados Y de las cuentas de vidrio su iridiscencia y su luminosidad. 



4. En este suelo

y en este tiempo

 

En el fondo, ¿quién tenía en esta transacción, más espíritu e inteligencia? Indudablemente quienes celebraban en todo ello la vida. Sin embargo, siempre hemos hecho burla y escarnio de un hecho como este. Tal la superioridad del invasor occidental en cuanto a su mentira y a su doble intención en el engaño.

Y en la codicia de apoderarse de lo que consideraban ventajoso. Y si no lo obtuvieron por dolo y por engaño lo consiguieron a sangre y fuego. Pero se perdieron lo mejor, no vieron lo espléndido y lo que finalmente los hubiera redimido.

Y aunque sea a costa del abuso, expoliaron dejando que los andenes se derruyan; siendo ellos los verdaderos tesoros y no otros que ellos creyeron que los habíamos ocultado. Como son valiosos también la gracia de vivir, el encanto de amar, la alegría del compartir.

Y así floreció el espíritu de fiesta, de celebración ciudadana, y el ser una sociedad alegre y feliz. Como lo tuvieron nuestros ancestros que ahora encarnamos y su destino es nuestro destino de realización en este suelo y en este tiempo.

 


5. Luz

excelsa

 

Y el arte y la poesía, y la música y la artesanía fueron cantos y dechados de alegría. Y florecieron las espigas y con ello el canto a la vida. La desgracia es que se impuso un orden nefasto, el europeo que todo lo ve con ojos de rapiña, que todo lo ve conveniencia y arrasa en aras de su codicia.

Y ello por ser como son: quienes jamás practicaron la generosidad, tanto que incluso la caridad y la misericordia tuvo que enseñársela Jesús cuando el cristianismo llegó a Roma.

Pero no pudieron jamás verdaderamente aprenderla ni mucho menos practicarla. Aunque la caridad y la misericordia no es lo mismo que la solidaridad. Y jamás pudieron producir nada colectivamente, como sí lo hicimos y lo seguimos haciendo nosotros. 

Aquí se cultivó el don del reconocimiento, de la gratitud y la dignidad. Y se ennoblecieron los nombres, que exaltaban el valor y las cualidades morales de las personas. Así, Quispe es luz excelsa. Huaman es el de vuelo alto y majestuoso. Cusi Coyllur es estrella que brilla.

 


6. Desde aquí

hacia el horizonte

 

La representación de lo que significó aquella hecatombe y aquel modo de despreciar la vida son los andenes rotos y deshechos.

Andenes que antes prodigaban alimentos y representan la concepción del colectivismo que debe sustentar la vida humana. Símbolo del trabajo comunitario, trabajo que en el mundo andino no era una condena, ni una punición ni un castigo.

Al contrario, el trabajo estaba más bien unido al espíritu de fiesta, vinculado a la reunión comunal solidaria, a la fiesta del alma en comunión con la naturaleza. Donde el trabajo era todos para uno y uno para todos. Donde no había dinero, que siempre ha sido y más en el mundo contemporáneo un elemento disociador.

Por eso, la reinvención del Perú es ver estas hileras indecisas de piedras esparcidas. Que es en donde antes fecundaron antes los frutos y se abrieron los capullos de las flores desde aquí hacia el horizonte y del horizonte hacia el infinito, nuevamente florecidos.

Es el desafío de nuestro porvenir y de nuestro destino volver a reconstruir los andenes nuevos de la fraternidad humana en toda ocasión y lugar.

 


7. Para eso

nacimos

 

Porque es miseria el individualismo atroz y aberrante que se sigue imponiendo en el modo de pensar y sentir a través del liberalismo económico y la política de mercado.

Sustituyendo al genuino colectivismo y expresión de la vida auténtica, porque nacimos para amarnos y el signo de la vida es ser solidarios.

Porque es miseria el estar y sentirse solos, el estar y sentirse separados, excluidos y marginados.

Porque es miseria desamparar a los demás y ser indiferentes.

Porque la solidaridad que aquí se hizo política de estado, es el bien de todos para todos.

Y para eso nacimos en esta tierra sagrada, obra que la haremos como siempre: cantando y bailando.

¿No es esto supremo?

 


Fotos 1 y 4
Jaime Sánchez Lihón

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