Actualmente en quechua se
comunican y se expresan cotidianamente 12 millones de personas extendidas a lo
largo de varios países de la América andina. Ocupa el décimo quinto puesto
entre las lenguas más habladas del planeta Tierra; y el cuarto lugar de los
sistemas lingüísticos que diariamente se utilizan en América.
Es la lengua nativa que
ocupa la primera jerarquía por el número de personas que la usan en el
continente. Y el que sea así es una historia en donde hay mucho de maltrato, de
perversidad y crimen, por un lado, por parte de quienes quisieron destruirla y
desaparecerla de la faz de la tierra por considerarla subversiva.
Y hay mucho de resistencia
heroica, de fe sacrosanta y devoción indesmayable por quienes la acunaron,
escondiéndola viva en lo más recóndito de su alma; volviéndose junto con ella
en muertos vivientes con el fin de no dar su brazo a torcer defendiéndola. Y
con ella defendiendo su ser, para legárnosla a nosotros viva tal como está hoy,
pero ¿qué hacemos para hacerla vigente?
2. Su raíz
original
En Lima el 50 % de su
población conoce o habla quechua, aunque no lo manifieste ni declare ni lo haga
ostensible, sino que más bien lo elude y oculta por prejuicio. Son mudos del
quechua, autoimpuestos, por auto opresión y censura propia.
La historia también nos
revela y da a conocer que los incas inicialmente no utilizaron el quechua sino
el “puquina”, después el “aymara” y finalmente adoptaron el quechua por su
expresividad, riqueza y amplitud de extensión en el antiguo espacio terráqueo
de esta parte del mundo.
Es la lengua inicialmente de
los chinchaysuyos, que tuvieron como ámbito de surgimiento y desarrollo al
actual departamento de Ancash. Y su raíz original y no es está ni en Andahuaylas
ni en Ayacucho como antes se creía.
3. Lengua
del regocijo
Es la lengua de quienes se
hicieron fibras de agua para desde dentro de su esencia cantarina llevarla de
cumbre en cumbre de las montañas donde construyeron sus viviendas y que son
nuestros egregios antepasados.
Es la lengua de la ternura
más honda, de la capacidad del ser humano para tener compasión, para inclinarse
y adorar, para sumergirse en el reconocimiento de lo sagrado, sin hacer de ello
una abstracción sino reconociéndolo hasta en el más mínimo grumo de arena.
Es la lengua del regocijo,
del canto a la vida más acrisolada, de aquella que ha reconocido en el ser más
pequeño e indefenso la unción por mirarlo todo con ojos y el alma pasmados.
Es la lengua de nuestros
niños andinos que desde muy tiernos no les tienen miedo a los caminos
oscurecidos y que los horadan con sus pasos y sus ojos que traspasan las
sombras.
4.
Diste ser
y
valor
He aquí el fragmento de una
oración o rezo incaico, dicho y recogido en la dulce, conmovedora y estremecida
lengua quechua por un cronista anónimo de la Conquista del Perú:
“Aticsi wiracochan caylla
wiracocha tocapo ac unpo wiracochan camachurac caricachon huarmicachon
nispallurac rurac camascaique churascayqui casilla quispilla canca musac
maipimcaiqui ahuapichu ucupichu puyupichu llantupichu hoyarihuay hayni guay
nihuay ymay pachacamac haycay pachacamac canca chihuay marcarihuay y
batallihauay cadcuzcay tarichasquihuai may piscapos wiracochaya”.
“¡Oh hacedor! que estás en
los fines del mundo sin igual, que diste ser y valor a los hombres y dijiste
sea este hombre y a las mujeres sea esta mujer; diciendo esto los hiciste y los
formaste y diste ser. A estos que hiciste, guárdalos que vivan sanos y salvos,
sin peligro viviendo en paz. ¿A dónde estáis? ¿En lo alto del cielo o abajo en
los truenos o en los ñublados de las tempestades? Óyeme, respóndeme y concede
conmigo y danos perpetua vida para siempre, tenednos de tu mano; y esta ofrenda
recíbela a doquiera que estuvieres, oh Hacedor.”
5.
El sentido
colectivo
En tiempo de los Incas se la llamó Runa Sini o
“Lengua humana”, o puede traducirse también como lengua madre; que es un idioma
aglutinante, onomatopéyico, basado en el uso de sufijos, donde los nombres se
marcan por caso y persona.
Su estructura es nominativa
acusativa, de fonemas binarios que permite que se adapte con gran ductilidad al
lenguaje informático. Su fonología es simple y bien diferenciada, que se adapta
a la conformación del aparato fonológico universal, sin exigir forzamientos en
el órgano bucal.
El sistema vocálico
dominante es principalmente es de tres vocales, cuales son: la e, la i, y la u.
No contiene verbos irregulares. No tiene género gramatical y donde el marcador
plural es kuna. El orden de la frase es: sujeto, verbo y objeto.
Es el idioma en el cual se
plasmaron los valores primigenios y sustanciales de la cultura y el alma andina.
Es la lengua en donde ha quedado el alma de quienes con la palabra dieron razón
y latido a la fraternidad, al sentido colectivo de la historia.
6. Somos aquello
que hacemos
Es la lengua de la
reciprocidad, de la filiación y de la pertenencia. Con ella se perfiló el
carácter auroral, que es el sello indeleble de la actitud que hay que asumir
frente a la vida.
Mil
años hace que existe el quechua, idioma con el cual se ama, se adora a las
divinidades, se crea y se sueña en un mundo mejor, lengua sagrada desde el
reino de los huaris. ¿Qué nos falta para defenderla? Nada. Las políticas
culturales establezcámoslas nosotros, el común, el pueblo real, concreto y
sufrido.
Entonces
hablemos, proclamemos y gritemos el quechua ya, en este momento y desde ahora
mismo, hablándolo en calles, en los paraderos y en los ómnibus a los cuales nos
subimos. En las escaleras que se suben y se bajan, y en las puertas que se
atraviesan.
Pronunciemos
la primera palabra y la primera frase. Desatemos una revolución cultural. Esto
depende de nosotros mismos y de nadie más. Lo que yo haga no es decisión del
gobierno. Ellos al final no deciden nada. Entre nosotros se oficializó el
quechua por cierto período y por Decreto Ley, y eso no tuvo ningún efecto
práctico.
7. Paso
a paso
La
comunicación en quechua ahora involucra a varias naciones. Es una lengua viva,
dulce y constructiva, porque en el idioma quechua no se han encontrado palabras
procaces, cínicas ni que inciten a la violencia.
Su
resurgimiento y su destino dependen de que lo hablemos tú, yo, él, ella. Porque
al final los seres humanos y las sociedades somos aquellos que la padecemos,
como hacemos el bien para marcar los días y con ello nuestros destinos sobre la
faz de la tierra.
Hablemos el quechua porque es la lengua de la vida que se
afirma paso a paso, que le ha puesto una nota de humanidad y de dulzura a las
adversidades.
Es la lengua uterina,
sanguínea y tutelar de quienes más han mirado el cielo estrellado para conocer
sus incógnitas y misterios y de él han recogido los contenidos y los signos
para alentar en la vida.
Como la devoción más inmensa por la naturaleza y los seres vivientes que deambulan con sus pasos, morada donde no somos ni los dueños ni los amos.
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