Quiero defender aquí el cordón umbilical de la poesía
con la educación, en lo que esta tiene de esencia y trascendencia, porque la
poesía en esta relación se colma de verdades, valores y utopías.
Quizá esta fusión no se dé con referencia a las
metodologías, ni a las técnicas pedagógicas, ni a las lecciones ni a las
unidades de aprendizaje, pero sí con lo raigal del hombre que la escueta quiere
formar.
Los insidiosos niegan este acompañamiento que es
palpitante, prístino y esperanzado, y ellos lo tornan oscuro y pernicioso.
¿Por qué? ¿Por qué razón descalificar este lazo y
obsesionarse en sostener que la poesía en su hechura nada tiene que ver con la
escuela?
La respuesta es simple: Porque no hay mayor tormento para
quienes no lo tienen que hablarles de valores.
2. Libros
de poesía
Hay quienes desde sus poltronas niegan esta
asociación. Y no solo lo seguirán
negando, sino que se burlarán y harán escarnio de esta alianza. No les
dediquemos mayor atención ni tengamos en cuenta sus escrúpulos. Quizá, eso sí,
tenerles mucha lástima y conmiseración.
Para honra y
loor del magisterio peruano éste demuestra un vivo interés por la poesía.
Celebremos este vínculo que yo lo he constatado jubiloso y pletórico cuando me
ha tocado ser jurado de concursos magisteriales, entre otros de los Premios
Nacionales de Educación Horacio que organiza la Derrama Magisterial.
En ellos es una tendencia y una verdad para mí valiosa
el hecho de comprobar que de la totalidad de trabajos enviados a este concurso
la tercera parte son libros de cuentos, otra tercera parte son libros de poesía y los demás son de contenidos pedagógicos,
metodológicos o didácticos.
3. Lo tierno
y lo excelso
Con lo que se comprueba que nuestro magisterio vibra
con el arte, con el sentimiento y con el humanismo más acrisolado.
Esto es grande y hasta excelso tenerlo, que nos señala
la ruta de un tesoro escondido entre nuestra propia gente. Y, sin embargo,
insistimos en machacar con teorías, procesos mecánicos y manualidades.
¡Chatarra para distraer a todos!
Engrandezcamos del niño y del maestro su ternura, su
capacidad de amar, su altruismo y visión plena de gracia acerca de la vida.
Alentémoslo diciéndoles que no están equivocados en su generosidad en su afán
por trascender. Y que es legítimo que sean amantes de lo bello, de lo tierno y lo excelso.
La muestra y la prueba más gloriosa de todo ello es
César Vallejo, quien no solo vinculó la poesía a la educación, sino que
escribió exprofeso poesía escolar, es decir poesía para enseñar como el
siguiente poema:
4. Arde
en el aire
FOSFORESCENCIAUna noche miré muy asustado,señor, en el colladodel viejo cementerio, algunas luceschispeando entre los altos mostazales,de cuyos matorralessalían al contorno de las cruces.
Yo a solas regresaba del molinopor el largo camino,y la noche, señor, qué oscura estaba;¡y más miedo me daba cuando oíala algazara que hacíael perro de una choza, que aullaba!
¡Qué miedo, uf! ¡Casi lloro! ¡Muchos cuentan,señor, que se presentanahí en la noche y a avanzadas horaslos muertos alumbrándose con ceras!Señor, ¿será de veras?– Mienten, hijo. Son cosas que tú ignoras.
Esas luces que viste y te asombraron,son gases que exhalaronlos huesos del cadáver ya podrido,como el hedor que sale de un pantano;y ese vapor insanoestá en nuestro esqueleto contenido.
Ese gas es el fósforo, que cuandose va el cuerpo dañando,sale y arde en el aire más sombrío.¿Escuchaste? Desde hoy no temas nadacuando esa llamaradaen el panteón la veas, hijo mío.
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