¡Oh, breve y efímero febrero!, que tanto espantabas a
mi padre!
Porque de nada ni de nadie escuché a él quejarse tanto
sino de ti.
Que nos acortas la vida, decía él; que la haces más trunca,
más sucinta y transitoria.
¿Por qué eres así? ¿Quién te crees’ ¿Quién te crees para
que te portes de ese modo?
¿Eres, acaso, un adolescente cerril? ¿O eres un niño
travieso?
¿Quizá un joven lleno de arrebato para correr e irte
sin ningún respeto, consideración ni cortesía?
O, eres ¿un muchacho apático, indolente y sin
sentimientos? En verdad, ¿quién eres?
2.
Números
impares
Mi padre, te cuento, fue una persona con una
comprensión muy amplia para con todos.
No se peleó con nadie. No tuvo encono con ningún personaje
de mi pueblo ni de ningún otro sitio.
Pero sí contigo, dudoso febrero. En contra de quién a él
sí lo oí quejarse muchas veces, y despotricar. Y hasta se enceguecía tratando
de elucubrar sobre tu origen y tu negra calaña.
Sin excluir, cuando caías bisiesto, en donde él
reconocía que había hipocresía, solo en agregarnos un día más para esta vida que,
aunque sufrida se la venera.
Además, por ser impar, que nunca le gustaron los números
impares, porque tenía problemas para dividirlos. Y tener que usar décimas,
centésimas, y punto tras cada punto de la división.
3.
mástiles
de
naves
Y es que mi padre era andino. Quien le ponía alma a los
seres y a las cosas. Y creía sinceramente que tú existías en alguna parte,
rincón o paraje. Y, es más: que sentías y hasta pensabas a sabiendas.
Por eso se refería a ti como un mes fugitivo, díscolo
y desleal, por lo escueto, angurriento y pasajero. Y que nos dejas, insensible,
en las manos de marzo, como si fueras un torturador.
Porque marzo ya es dejar la casa e ir a la escuela. Es
enfrentarse, para caminar en las calles, a los charcos y lodazales de las
tempestades.
Es bordear los muros que han caído y los techos
sucumbidos bajo un montón de tierra, elevando sus magueyes a lo alto como mástiles de naves naufragadas.
Es cómo guarecerse, ya fuera de la casa, de las
lluvias implacables y de sus torrenteras.
4.
Un mundo
mágico
Ya es ir desde el primer día a abrir el portón de la
escuela, y avanzar por en medio de todas las plantas que han invadido con sus tallos,
hojas y flores extasiadas las escaleras.
Es desbrozar las hierbas hasta de los rincones más
inusitados, crecidas en las ventanas y hasta en las tejas.
Donde encontramos que todo es verde luminoso y transparente
bajo el dorado del sol. Y todo hacia afuera. Cada pétalo de flor y hoja por
mínima que sea, como el trébol diminuto y que crece impenitente.
Y en donde hasta las piedras son lúcidas, sinceras,
con el alma vuelta hacia el cielo que nos parecía que también han florecido.
Marzo es llevarnos a nosotros de la mano y
descubrir un mundo mágico que se ha formado en el
patio de la escuela durante los meses en que ha estado completamente cerrada.
5.
moler
los
granos
Hoy 28, ya pasaste, ¡ay febrero traicionero! ¡Y es eso
lo que más nos duele! Eres malo porque no te quedas, porque permaneces poco
tiempo entre nosotros. Entonces, ¿qué es lo que haremos? ¿Te odiamos o te queremos?
Porque, ¿qué actitud tomar contigo? ¿Solo regañar? ¿Solo inquietarnos? O, ¿quedarnos
impasible, y sin protestas?
Protestar sí, ¿pero de qué sirve? La actitud es
apurarse. El remedio es hacer las cosas rápido, más pronto y mejor, arenga mi
padre.
En la sastrería terminar de voltear los sacos, alistar
los uniformes, hacer ojales y pegar botones.
Y en el ser maestro alistar los registros de matrícula
escolar. En la orquesta ensayar nuevas canciones para las fiestas de los
carnavales.
Para la cocina conseguir y traer el aviar del campo.
Ir al molino y moler los granos para tener harina y
hacer los panes.
6.
No serás
acaso
él
Y tus ojos, papá, se sumen en preguntarle al destino
si es una manera de hacerle frente a esta desdicha. Como lo es, que ha terminado
el mes, sin acabar de hacer las cosas que se tenían que hacer.
Aunque yo a ratos, contemplándote a ti febrero, y ahora
que él ha muerto, vea que más bien tú eres cauteloso y sincero. Que en ti está todo
el brotar de lo nuevo y lo tierno.
Aunque yo veo que tú eres breve y efímero no por
impertinente sino por ser ante el mundo y la vida discreto, sumiso y reservado.
Veo que tú mismo eres víctima y no victimario. Que a
ti te han arrebatado días. Que eres parco, comedido y esforzado. Y que haces lo
que puedes.
Y en vez de atolondrado eres doliente. ¿No serás acaso ahora él, que en ti se ha encarnado?
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