lunes, 1 de marzo de 2021

1 de marzo. Se inicia el año lectivo. / Un día de matrícula escolar.


1 DE MARZO
SE INICIA EL AÑO LECTIVO

UN DÍA
DE MATRÍCULA
ESCOLAR

Danilo Sánchez Lihón




1. Luego,
ella entró

 

Danilo corrió y, colgándose del cuello de su madre la llenó de besos.

Estaba contento porque había visto, de madrugada, que ella puso a hervir en la olla unos sabrosos choclos en la candela de leña.

Sabía la madre la razón de tanta caricia.

Así que fue con él a la cocina, sacó el choclo más grande y lo puso en un plato de porcelana floreada, soplándolo para que se enfriara.

Y se lo dio, indicándole el lugar del patio para que se sentara y comiera feliz y extasiado.

Luego, ella entró, sacó la ropa y se puso a lavarla.

Salió el papá, arreglándose la corbata, y se despidió, diciendo:

– Chau Elvi. –Y la besó.

 

2. Con pasos

tambaleantes

 

Yendo donde estaba el niño, le habló:

– ¡Chau Danilo, hijo mío!

Lo acarició en la cabeza y desapareció, cerrando la puerta.

El niño comía su choclo, sentado tranquilo en la piedra grande y plana del patio.

Allí estaba escuchando a la mamá que canturreaba una canción antigua.

Pero el niño pensó:

“Mi papá se sentirá solo en la escuela. Me iré a estar junto a él”

Empujó la puerta pequeña del portón inmenso y pesado de la casa que se abrió fácilmente, y salió a la calle.

Puso su choclo bajo el brazo y sin mirar a ningún lado empezó su caminata con pasos tambaleantes.

 


3. Por entre

las astas

 

Le pesaba un tanto el choclo e imaginó que en vez de llevarlo bajo el brazo era el choclo sobre el que montado y a horcajadas viajaba suspendido en el cielo azul.

Para eso, él tenía los cabellos revueltos y despeinados, el pantalón roto y desteñido.

Su calzado era unos viejos zapatos con huecos que le ponían para estar dentro de la casa.

Las medias se le caían, cubriéndole los pies como calcetas.

Pero siguió avanzando, sin soltar su choclo, que aún estaba tibio.

Al dar la vuelta a una esquina entró en una calle llena de toros que los gañanes de la hacienda cuidaban de que permanezcan agrupados, y que la gente más bien no camine por esa calle.

El niño pasó por entre las astas de estos temibles animales, a ratos cogiéndose de ellas y de las cerdas de sus colas.

 

4. Abrazado

a su choclo

 

Los gañanes, que conocían la bravura de los toros, no se percataron que él caminaba por entre sus patas, de lo contrario se hubieran caído para atrás, muertos de miedo.

Así fue que esos animales asombrados lo miraron pasar con sus ojos vidriosos, sin atreverse a hacerle daño.

Después se encontró en una avenida por donde corrían veloces camiones y ómnibus.

El niño no se quedó parado al filo de la vereda, sino que entró de frente a la pista para cruzarla. Lo hizo sin mirar a ningún lado, caminando seguro por entre las ruedas de los vehículos acoplados.

Después entró a una plaza donde el ejército hacía maniobras militares. Y estaban los soldados disparando ráfagas interminables de balas que a él no le hicieron daño.

Y eso que la cruzó por el centro, caminando abrazado a su choclo, bajo el fragor del fuego cruzado.

 


5. ¿Hijo

de quién será?

 

Después entró a un parque, en donde deambulaba suelta una jauría de perros bravos. Se abalanzaron sobre él... lamiéndole las medias y los zapatos agujereados.

Danilo cruzó más calles hasta llegar a la escuela donde su padre abrió las puertas para que los padres matricularan a sus hijos.

Entró, se sentó al borde del inmenso patio bajo el sol radiante de la mañana.

Miró su choclo y, por donde lo había dejado, empezó nuevamente a comerlo contemplando las malvas de los jardines que rodeaban el patio.

Allí estaba, tranquilo y contento, desde las primeras horas de la mañana, sin mirar a los padres de familia, algunos con sus hijos, que entraban y salían escribiéndose para cursar un nuevo año escolar.

Una señora fue hasta el aula y le dijo al maestro:

– Afuera hay un niñito que come su choclo desde hace rato. ¿Hijo de quién será? ¿No se habrá perdido? ¡Gracioso el bebito!

 

6. ¿De qué

edad?

 

Y el maestro dijo:

–De algún padre irresponsable que no cuida ni echa de menos a sus hijos.

– ¡Qué va a ser!

– ¡Así está ahora la situación! Y el pobre está ahí sin saber qué hacer. ¡Ya vendrán asustados a buscarlo!

Y siguió leyendo su plan de tareas de inicio del año lectivo. Entró más tarde otra señora y le dijo:

– Profesor, desde temprano que vine un niñito estaba comiendo su choclo sentado en una piedra del patio. Tenía su naricita sucia, y la limpié con mi pañuelo.

– ¿De qué edad?, –dijo el padre.

– Chiquito. ¡Un bebito es! Tendrá dos o tres años. ¡Gracioso el niñito!

– ¡Cómo anda nuestra sociedad, oiga usted! ¡Vea en esa criatura la inconciencia de las personas mayores! –Dijo con ampulosidad el maestro.

 


7. Agarrado

de su mazorca

 

– ¡Así está el mundo, fíjese pues!

– ¿Por qué es que dejan solo a un niño pequeño? ¿Y tantas horas del día?

Y siguió leyendo su texto de clases.

Como a las doce entró un señor y le dijo:

– Maestro: afuera hay un niño que se ha quedado dormido hace un buen rato recostado en una piedra.

Y respondió enfadado el maestro:

– Ese chiquillo, sepa usted señor, que desde las primeras horas ha estado sentado en el patio esperando a alguien y comiendo su choclo, con su nariz húmeda que una señora ha limpiado. ¡Qué padres tan irresponsables que no se dan cuenta de que su hijo se ha perdido!

Entonces fue a ver al niño. Y se acercó.

Su cuerpecito colgaba, pero bien agarrado de su mazorca, completamente pelada.

 

8. Evitó

la plaza

 

Y exclamó:

– ¡Oh, Fredy! ¡Hijo mío!

Lo alzó en sus brazos. Frotó desesperado sus manos por su espalda, por las piernas del niño para ver si estaban adormecidas o algo le dolía.

Quitó la tusa de choclo que estaba completamente desollada. Y casi gimiendo decía:

– ¡No puede ser! Nunca lo traje a la escuela. ¿Cómo ha llegado? ¡Cómo sabía el camino? ¿Y cómo ha pasado tantos peligros? ¡Y todo por venir a estar conmigo y a esperarme!

En sus brazos robustos lo cargó. Cerró la puerta de la escuela y caminó apresurado hacia su casa.

Cruzó la calle llena de perros bravos con el niño en sus brazos y completamente dormido. Evitó la plaza llena de soldados armados.

Llegó a la avenida por donde corren veloces los camiones acoplados, deteniéndose a que estuviera despejada para cruzarla.

 


9. Bajo el sol

calcinante

 

Bordeó la calle llena de toros bravos vigilados por sus gañanes.

Y el padre caminaba cejijunto dando unos inmensos pasos.

Llegó hasta la casa, entró por la puerta de la tienda y suavemente acostó al niño en su cama.

Después, fue y le dijo a la mamá que canturreaba una canción antigua:

– ¡Hola, Elvi!

– ¡Hola, mi amor!

– ¿Cómo está el niño?

– Bien. ¡Seguro que está ahorita dormido en su cama! ¡Él mismo se acuesta! ¡Es un niño muy bueno! ¡Nunca hace travesuras ni sale a la calle!

Y el padre respondió:

– ¡Qué bien! Porque en la calle ahora hay muchos peligros.

Se sentó a la mesa y estuvo todo el tiempo comiendo en silencio y abstraído, sin poderse acordar de las lecciones escolares que había repasado durante este largo día, mientras su hijo lo esperaba bajo el sol del mediodía.

 


Dibujos de Julio Granados
para el libro
"Érase Danilo un niño"

*****

 

Los textos anteriores pueden ser

reproducidos, publicados y difundidos

citando autor y fuente

 dsanchezlihon@aol.com

danilosanchezlihon@gmail.com

 Obras de Danilo Sánchez Lihón las puede solicitar a:

Editorial San Marcos: ventas@editorialsanmarcos.com

Editorial Papel de Viento: papeldevientoeditores@hotmail.com

Editorial Bruño, Perú: ventas@brunoeditorial.com.pe

Ediciones Capulí: capulivallejoysutierra@gmail.com

Ediciones Altazor: edicionesaltazo@yahoo.es

 



  *****

DIRECCIÓN EN FACEBOOK

HACER CLIC AQUÍ:

 

https://www.facebook.com/capulivallejo

 *****

 Teléfonos:

393-5196 / 99773-9575

 Si no desea seguir recibiendo estos envíos

le rogamos, por favor, hacérnoslo saber.


No hay comentarios:

Publicar un comentario