Leer es la más grande de las
aventuras, es el riesgo supremo, es el alma jugándose entera, atreviéndose a
ponerse en vilo en las más altas montañas y en las más lejanas estrellas.
Pues no se sabe si después de
salir de una página, o de un libro, se seguirá igual o si seremos completamente
distintos. Lo seguro, eso sí, es que siempre seremos mejores.
No sabemos si al cerrar las
tapas de un libro estaremos en el lugar en donde empezamos la lectura, o si
hemos de deambular mundos ignotos a fin de encontrarnos.
No sabemos si volveremos por
el mismo camino o que, sin poder siquiera recoger nuestros bártulos, escogeremos
allí mismo otro destino.
Porque leer es ponerse en
camino, que no sabemos si será para regresar o será sin retorno al lugar de
donde se partiera.
2. Mundos
inaugurales
Indudablemente, cambiamos
mucho con cada lectura, cambiamos en silencio, en confidencia con nosotros
mismos, que es la manera más decisiva de cambiar.
Y es que hablar de lectura es
lo mismo que hablar del pensamiento o proceso de pensamiento, porque estando en
ella reflexionamos, meditamos y, frecuentemente, creamos.
A partir de ella o mediante
ella, decidimos, y nos abrimos a otras realidades.
Nos empinamos en la
escalerilla de las letras y de los renglones para mirar por ventanales
aparentemente inalcanzables por los cuales descubrimos otros paisajes,
panoramas y perspectivas.
Nos elevamos en ese andamiaje
aparentemente muy elemental y hasta precario, para avizorar escenarios
insospechados, acontecimientos insólitos y mundos
inaugurales.
3. Una mirada,
un paisaje
Por eso es importante
precisar algunas características básicas de la lectura, como las siguientes:
Leer es una actividad
compleja, pues supone la asimilación de varios sistemas de símbolos, el de la
grafía, el de la palabra y el de los contenidos.
En realidad, es la
culminación de una serie de aprendizajes en el nivel perceptivo, emocional,
intelectual y social, favorecidos o no por el ejercicio, por las experiencias y
por el conocimiento del medio.
Las leyes del lenguaje son
las leyes de la naturaleza; y así como se lee un libro se lee una obra de arte,
un rostro, una mirada, un paisaje o, simplemente, la vida.
Leer en sentido amplio es
extraer y otorgar “significado” a una determinada realidad o segmento de la
misma, grande o pequeño, amplio o estrecho, próximo o lejano.
4. Índole
y carácter
Fundamentalmente, la clave de
la lectura es la dotación de significado a una serie de manifestaciones del
mundo físico, biológico, subjetivo, como también al ámbito histórico, social y
cultural.
La verdadera lectura es el
reino absoluto de la libertad y de la infinitud. Es recorrer el mundo vasto, ilimitado
e insondable al cual nos proyectamos recorriendo las páginas de un libro o de
cualquier otro medio.
No por gusto, ni
gratuitamente, la raíz latina “libre” es la misma que origina las palabras
libro y libertad.
El desarrollo de la lectura
tiene que ser enfocado con un criterio amplio, interdisciplinario e intersectorial.
Tanto así que se considere
que hay diversas manifestaciones y lenguajes, tomando en cuenta que ella es una
actividad múltiple en cuya determinación influyen factores de diversa índole, carácter y ubicación.
5. Vía para adquirir
valores
La lectura es un medio y no
un fin; ello es bueno aclararlo porque el hecho se presta a confusión, debido
principalmente a que el lenguaje escrito ha desarrollado un universo precioso, magnifico
y peculiar, como es la literatura, verdadero manantial de delicias y
encantamientos.
Sin embargo, ni siquiera la
literatura es un fin en sí misma; los más lúcidos pensadores reclaman para ella
una función formativa y social.
La lectura es un instrumento
indispensable para el desarrollo del ser humano, por ser un medio de autoformación,
conocimiento e integración. Además: vía para adquirir valores importantes que
coadyuven a una mejor condición humana, individual y colectiva.
La lectura depende el dominio
previo del lenguaje que puede adquirir una persona de acuerdo a las condiciones
socio-ambientales en que se desenvuelve.
6. La plena
integración
El fin de la lectura es
ayudar a que el lector descubra;
a) Su expresividad, necesaria
en una sociedad que requiere la participación de todos;
b) Sus propias ideas, importantes
en un medio de vertiginosa innovación;
c) Su yo personal y profundo,
para actuar en una realidad que cada día se presenta como un desafío que exige
intervenir con entereza, con dignidad y alentando los más altos valores
humanos.
Es de fundamental importancia
la lectura en la educación por ser la única materia escolar que además de
constituir una meta a alcanzar, es también la clave para poder aprender y
manejar casi todos los otros temas y contenidos, destrezas y habilidades.
Además, la lectura es la base de la autoeducación y de las posibilidades de guiar por sí mismo el aprendizaje y, consecuentemente, nuestra plena realización en la sociedad.
7. Lo mejor
del hombre
Ante el descubrimiento y consolidación
de otros medios como la radio, el cine, la televisión y el internet, para
mencionar sólo los más importantes, tenemos que idear estrategias de
integración.
Se tiene que trabajar por
lograr la complementariedad entre los medios en la promoción de la lectura con
el propósito de alcanzar la mayor eficacia en el logro de los fines educativos
y de promoción social, para alcanzar mayor sensibilidad y conciencia.
La lectura en su sentido más
amplio es una relación consciente y creadora que hace al hombre, a través del
código de la escritura, con el mundo. Y ella integra, sintetiza y consolida
elementos y factores, a tal punto que no hay obra creada que no sea una lectura
genuina.
Ella hace que lo mejor del
hombre se manifieste, así esté confinado tras barrotes y bajo murallas de
piedra, fierro y acero. La lectura hace que primero esos valores se descubran y
se pongan a luz para beneficio de todos. De ese modo leer nos hace hombres
libres y capaces de aportar con algo de luz a desentrañar el misterio del mundo
y la vida.
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