domingo, 21 de marzo de 2021

21 de marzo. Día Mundial del Teatro de Títeres. / El mundo mágico de los títeres.


21 DE MARZO
DÍA MUNDIAL DEL TEATRO DE TÍTERES

EL MUNDO
MÁGICO
DE LOS TÍTERES

Danilo Sánchez Lihón




7. Creer
y adorar

Pienso y me ocupo del teatro de títeres e inmediatamente un puñado de dulzura infinita invade mi corazón.

Y me digo:

Bendito el niño, bendito el adulto con alma de niño, bendito al que le brillan los ojos con una luz de alegría verdadera, sincera y devota ante la inocencia y el candor, que es lo que se da en el teatro de títeres.

Para apreciarlo lo que se requiere es saber sumergirse en el mundo de la ensoñación, en la capacidad que puede tener una persona o un grupo humano de tener ilusión.

Y un hombre es grande en la medida de su fantasía, de sus sueños, esperanzas y utopías. Veo los rostros ilusos, dulces, sonrientes de las personas delante del teatro de títeres y creo aún más en Dios.

Y allí me convenzo que Él nos hizo a su imagen y semejanza. Y nos hizo urdió como seres que albergan quimeras y dotados de dones supremos como es crear, creer y adorar. Y establecer comunión con los demás.

 


2. La interacción

con el público

 

Por este último motivo, considerar siempre la participación de los espectadores, a quienes se les pregunta y consulta sobre las situaciones que están aconteciendo y se están presentando.

Esto se logra haciendo que los personajes interroguen a uno y otro lado de la sala acerca de situaciones que se vienen llevando a cabo en la actuación.

Eso sí, de ninguna manera hacer estas preguntas sobre asuntos que distraigan y que nos desconecten del desarrollo del argumento que se viene desarrollando.

Y es bueno que esta secuencia adquiera tensión. Por ejemplo: un personaje amenazado por otro les pregunta a los niños cuáles son las intenciones de su contrincante.

¿Y, entonces, qué me recomiendan hacer? ¿Y, por dónde voy? Y, ¿qué hago finalmente para librarme de este peligro?

Incluso esas preguntas pueden apuntar al mundo de los valores con lo cual se gana que el teatro de títeres cultive en los niños su propia reflexión acerca de los asuntos más esenciales de la vida.

 


3. Títeres

para el cambio

 

El teatro de títeres a través de la imaginación avizora ámbitos en los cuales quisiéramos vivir, porque discute libremente con el niño y mediante su participación entusiasta se va perfilando qué es lo mejor.

Cuando es así se despliega ampliamente el universo de la imaginación, hecho que otorga entonces la confianza para presentar esta y la otra opción.

Asimismo, un planteamiento así nos brinda soltura y confianza para ensayar y realizar simbólicamente en el escenario las diversas soluciones que se sugieren.

En tercer lugar, nos propone elementos muy concretos del universo que queremos construir.

Siendo así, mediante él podemos trasformar siquiera en escenarios primarios la realidad inmediata, rescatando los elementos valiosos del presente, para edificar aquella sociedad ideal en donde predominen los valores que queremos inculcar en los niños, jóvenes y adultos.

 


4. Válidos

para la educación

 

La educación tradicional aplica un modelo en relación a los niños que es el formal, siendo distinta la naturaleza del niño, cual es ser de naturaleza libre, expresiva y pronta a la creatividad.

Mediante los títeres en la escuela y en el aula de clases se da pábulo a esos dones y potencialidades, dejando a un lado las convenciones, las teorías y los prejuicios. Abriendo espacio a la afectividad, a la confianza, y a sentirnos unidos y protegidos mutuamente, predispuestos a jugar, a conmoverse y a reír.

Alcanzamos en este espacio mágico a ser expresivos dando valor a aquello que somos, a lo que está adentro de nuestro ser y no afuera de él. A lo que nosotros podemos aspirar a llegar a ser y no aquello que absorbemos de fuera y queremos que se instale dentro de la mente de los niños.

Y, sobre todo, se recrea con el lenguaje la vida en sus dimensiones de esperanza.

 


5. Un destino

promisorio

 

El mundo de la imaginación requiere en primer lugar de creencia, sin lo cual los títeres no podrían existir, dado que exigen el don que les atribuyamos vida a unos seres que son de trapo, de plástico y de cartón.

El segundo lugar, la imaginación requiere ser libre como el niño lo es y de alguna manera nos reclama que los adultos también lo seamos.

Esto empalma totalmente con el mundo de la creatividad que debe ser fundamentalmente incentivada en base a los elementos que nos ofrece la realidad de manera abierta. Actitud que hemos de asumir con entusiasmo y fervor para que de eso mismo se insufle nuestra práctica pedagógica.

Una actitud creadora es la alternativa, a fin de que las personas y la sociedad puedan encontrar, para su vida, actividades propias en las cuales desarrollar empresas originales que permitan a esas personas dar cabal desenvoltura a sus talentos propios, inherentes a su personalidad, lo que dará lugar a destinos promisorios.

 


6. Valores

inhallables

 

El teatro de títeres engrandece todo. Es un arte mediante el cual, partiendo desde lo mísero, pasamos a vivir mundos espléndidos, cuya moral nos permite a los seres humanos alumbrar muestras, vidas muchas veces grises u opacas, con todo aquello que los sueños y la ilusión nos prodigan.

Resulta muchas veces que los muñecos no son aquellos que están en el escenario sino nosotros. O que ellos tienen la extraordinaria virtud de rescatar lo mejor que tenemos y que de otra manera no alcanzaría a hacerse ostensible. Resultando entonces que ellos nos encarnan o representan, con lo mejor que tenemos; a veces representando lo adverso que tengamos o que nos rodea para ayudarnos así a mejorar.

Entre muchos otros aspectos positivos, hay uno que es una corona de oro y de diamantes y que lo hace vigente y tangible el teatro de títeres para el hoy y para siempre, y que es su esencia hecha de inocencia y de candor.

Es en él donde somos inocentes y candorosos, valores que son cada día más escasos e inhallables en los modelos de sociedad que se han impuesto, y que pareciera que consolidan de manera irreversible. Pero que gracias a Dios hay artes que lo erosionan como es los títeres.

 


7. Todas

las estrellas

 

Estos atributos del teatro de títeres convierten muchas veces a los espectadores en ser lo verdaderos actores, pero esta vez no como muñecos de trapo, de plástico o de cartón sino de carne y hueso, pero en una dimensión sublime, puesto que en ellos desaparece el mal, lo trivial para asumir lo esencial y trascendente.

En él se superan los prejuicios y se exorcizan las limitaciones para reflejarse en la ventana del retablo, aquello que la proeza de la imaginación resalta, cuales son: valores, como el poder cambiar, el poder mirar de manera diferente, el poder actuar del modo que mejore y favorezca a los demás.

Como también el de poder decidir con arrojo y muchas veces ya no sentirnos incapaces de ser intrépidos en la realidad presente.

El teatro de títeres no solo ha de dar aquello que guste y encante al niño sino la manera como vamos a irradiar hacia todos los seres humanos aquellos contenidos primigenios que alcancen a hacer de la realización humana una manera de juntar y atraer aquí a todas las estrellas que miramos arrobados que brillan en la bóveda estelar.

 

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