miércoles, 24 de marzo de 2021

24 de marzo. Se funda la Pontificia Universidad Católica del Perú. / Convicción de país y vocación de maestro.


24 DE MARZO
SE FUNDA LA PONTIFICIA
UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL PERÚ

CONVICCIÓN
DE PAÍS Y VOCACIÓN
DE MAESTRO

Danilo Sánchez Lihón



Luis Jaime Cisneros



Humanista
conspicuo

Luis Jaime Cisneros fue y será para siempre el maestro y humanista conspicuo e insigne de nuestro tiempo, cuyo nombre ya para siempre estará asociado a la Pontificia Universidad Católica del Perú, le hice una entrevista para la revista AQUÍ, dirigida por Eudoro Terrones Negrete, y en la cual yo colaboraba con cierta frecuencia; entrevista para mí breve, por el siempre restringido espacio de las revistas, que se publicó en octubre del año 2004.

La difundo ahora porque versa sobre el tema, siempre actual, importante y nunca suficientemente tratado y debatido de la educación, de la vida en general en los centros de educación superior y en particular acerca del docente universitario. Y de nuestro país que nos lacera tanto, pero respecto al cual él tenía una visión tan esperanzada y optimista, tan ilusionada y hasta gloriosa, que en verdad me pareció sorprendente.

En esa visión me impresionó su fervor y esperanza en los jóvenes, de cuya alma y de cuya realización de sus ideales, él vivía pendiente, dimensión en la cual él vivirá permanentemente. He aquí las preguntas y respuestas desarrolladas en aquella oportunidad, diálogo que tuvo lugar en su domicilio en el distrito de Miraflores de esta tres veces coronada villa:

 

Luis Jaime Cisneros


ENTREVISTA:

 

Luis Jaime, la crisis de la educación actual, ¿a qué factores cree que se debe?

A múltiples motivos. Uno de ellos a que los objetivos de la escuela ahora son competencias en el campo de las ciencias y en el área de las técnicas o tecnologías. Y ya no en el de las humanidades, ni en el de las artes, como debiera ser siempre.

¿Esto difiere de los fines de la educación que había antes?

Los objetivos de antes eran formar ciudadanos y preparar para la vida. Actualmente el propósito es preparar candidatos para la universidad. Siendo así esto entuba a toda una población para que postule a dichas instituciones con el agravante de que sólo ingresa una ínfima minoría. ¿Qué ocurre con la inmensa proporción de quienes no logran ingresar a los centros de Educación Superior? Sufren un desencanto, un arrasamiento y una frustración enorme y terminan con una sensación de inestabilidad y de fracaso.

¡Y esto es muy grave!

¡Gravísimo! Procediendo de este modo, y en la medida en que nos hemos ido sometiendo a las tecnologías, nos hemos ido empobreciendo y pauperizando en lo que es una verdadera y genuina educación, cual es ser verdaderos y auténticos seres humanos.

Y con los maestros, ¿qué ocurre? ¿Están a la altura de sus retos y responsabilidades para corregir esta situación?

Se ha menoscabado mucho la carrera magisterial. Ya no se es maestro por convicción y vocación. Como tampoco se es policía por altruismo, abnegación y servicio, como cabe esperar que se sea. Estas actividades humanas se han masificado, deformado y perdido su sentido primigenio, las mismas que tenemos que volver a recuperar y enaltecer.

 

 

Campus de la Universidad Católica del Perú


Señale, Luis Jaime, un vicio invisible y solapado de la educación actual.

Programar la educación, convertirla en tecnología, en documentos; en hacer informes, llenar papeles, atiborrarnos con la avalancha de papel impreso que no sirve para nada, sino para embaucar. La educación no se programa, no está en un esquema ni en una hoja de papel; se vive, se comparte, se goza o se sufre. Por ejemplo, esa cosa ingenua e ininteligible que es el sílabo. ¿Para qué sirve? Ahora se da importancia a esas cosas triviales y efímeras. Al maestro hay que dejarlo ser maestro de a verdad, espontáneamente.

Es parte de la pretendida modernidad y tecnicismo que se quiere dar a la educación.

Y la sumisión a las convenciones. Mucho daño nos hace los alegatos de los técnicos, las modas y los prejuicios de los “expertos” y de los especialistas en la materia. Y de las apariencias. Por ejemplo, todos quisieran seguir una carrera universitaria, tanto que, si el hijo no es médico, abogado o ingeniero, hay el concepto que se ha fracasado en la vida; de que otros desempeños no tienen la categoría, el protocolo y la representatividad que tienen las profesiones liberales. Y esto es alentado, incluso, desde la política oficial del Estado.

Pero, ¿de qué modo estos errores se transparentan en las políticas de Estado?

Por ejemplo, las autoridades públicas convirtieron a las escuelas que había antes, de ingenieros, de agrónomos y de normalistas, en universidades, en donde se enseñan conocimientos, lo cual es un craso error y un desatino, mientras en las Escuelas Superiores se aprenden procesos y se enseña a hacer algo. Y se siguen convirtiendo las escuelas en universidades. Ahora se pretende hacer una Universidad de las Artes, lo cual es una aberración.

Y, a nivel social, ¿qué es lo que, para usted, falla en relación a la educación?

La solvencia del hogar. Mire, hogar y escuela tienen que ser complementarios. Antes la escuela secundaba lo que se ofrecía en el hogar y viceversa. ¿En qué se ha convertido el hogar en los últimos tiempos? En el predominio de la televisión, ahora ya presente en todas las habitaciones de una casa. Se ha instalado con un predominio omnímodo la televisión. De ahí parte la crisis.

 

 

Luis Jaime Cisneros cargado, entre otros,
por Mario Vargas Llosa


Y esto es tocar políticas generales de país. ¿Encuentra alguna contradicción entre política y educación?

Ninguna, al contrario. Desde los griegos política y educación son afines. Y Sócrates, para ser más preciso, fundamenta que el primer objetivo de la política es la educación; el segundo la educación, y el tercero la educación.

Pero, ¿no le parece que estamos atosigados de política, Luis Jaime?

Lo que vemos ahora no es política, son negocios y tráfico de dinero. La verdadera y auténtica política se preocupa por el gobierno, no por el poder. Entonces, nada más vinculado que la educación y el gobierno de un país. Pero hagamos política para gobernar y no, como ocurre ahora, para detentar, mal usar y pervertir el poder. Y para lucrar, lo que es peor.

Esa deformación tiene que ver mucho también con los medios de comunicación, ¿no le parece?

En los medios es donde se refleja nuestra situación. Las únicas veces que dedican algún espacio a la educación es en las páginas policiales, cuando presentan noticias de acoso sexual, de huelgas, de toma de locales escolares, que ahora no sólo es de parte de los estudiantes en los centros de educación superior sino en las escuelas y colegios, y también de parte de los padres de familia. Los medios se devanean y refocilan cuando hay un escándalo o un hecho luctuoso en nuestras instituciones educativas. Y nada de atención dedican a lo serio y trascendente que se da en ellas.

Sin embargo, como pueblo tenemos algunas fortalezas.

¡Cómo no! ¡Muchísimas, oiga usted!

Señale solo una, por el espacio siempre limitado de que se dispone en una revista impresa.

Hay muchas y valiosas fortalezas. Solo por mencionar una, como muestra: Somos los peruanos muy afectivos, nos apasionamos rápidamente por algo. Mi padre, por ejemplo, se entusiasmaba hasta por cosas insignificantes y, aparentemente, ridículas. ¿Y eso –le decíamos sus hijos– te gusta y te entusiasma, papá? ¿Cómo te va a gustar algo así?, le reprochábamos. Y él nos respondía con plena convicción: ¡Sí! ¡Cómo no me va a gustar! ¿Acaso no les parece lindo? ¡Ser cariñosos es una gran capacidad de nuestra gente!

¿Esto vale a nivel individual, pero también colectivo e históricamente?

¡Claro! Esa disposición para el no rencor, que en otros pueblos es motivo de grandes tragedias, en el Perú no. De allí que el Perú sea un pueblo sin rencores, donde no odiamos. Y, más bien, todo lo disculpamos. Incluso a los que nos han hecho mucho daño, y nos han herido en lo más hondo del alma. Tratamos a los demás con cariño sincero. ¿Eso no le parece inmenso? Si no, mire usted lo que sucede entre los políticos, sus rencores son hasta ingenuos. Más bien somos amigueros, fáciles para el sentimiento, lo cual es un valor extraordinario. 


Luis Jaime Cisneros

Y ¿llorar, por ejemplo, es una fortaleza?

¡Ahí tiene usted, por ejemplo! ¡Llorar! Esto que, a veces, no se lo entiende, y respecto a lo cual se es muy duro. Hasta crueles con este rasgo que es tan hondo y tan bello, cuál es la capacidad que tenemos para dejar aflorar nuestras lágrimas. César Vallejo lo hacía con frecuencia. No hay poeta que llore tanto en la literatura universal. Hacer escarnio de eso sería no tener alma.

¿A eso, llorar, lo considera una cualidad positiva?

¡Por supuesto! ¡Cómo no! El llanto es una confesión. Y es más frecuente y propio de nuestra cultura, que es honda; pero a la vez tierna, afectiva y entrañable.

Hay, siguiendo esta vena o ruta que hemos tocado, una gran capacidad de resistencia en nuestra gente, ¿no?

¡Increíble! Sorprendente. Porque además de las tristezas y miserias que aquí se padece, se responde luego a todos los llamados de afirmación nacional con verdadera entrega. Y el pueblo lo hace con transparencia y generosidad. Es tremendo lo que nuestro pueblo demuestra. ¡Es una gente linda la nuestra!

Luis Jaime, la docencia universitaria, ¿qué le ha deparado a usted?

Muchas satisfacciones ¡y a cada instante! Son lecciones que uno recoge cada día y en silencio. Por ejemplo, yo he aprendido que en el lugar más inesperado voy a encontrar a alumnos que son mejores que yo. Totalmente mejores. Así de cierto, y sin eufemismos. Y esto reconforta el ser, nos llena de una gran fe en la vida.

Y, ¿cuál es para usted la principal virtud de los jóvenes?

Muchas. Pero para mencionar solo una, muy específica: la capacidad que tienen para auto corregirse.

Relacionado a este asunto y desde su punto de vista, ¿a qué se debe que no hay líderes jóvenes por ahora entre nosotros?

A que la gente joven ha perdido confianza en los políticos. Y también a que se están gestando fórmulas nuevas.

 

 

Campus de la Universidad Católica del Perú


Por lo que nos dice: ¿no elegiría vivir en otro país?

Ya lo hubiera hecho. El Perú es un país que se hace querer y amar. Por decirte un rasgo: esa integridad de la gente para afrontar los problemas... es tremenda, sorprendente y sobrehumana...

¿Cree que el Perú superará pronto todas sus problemas y dificultades?

¡Cómo no! Por supuesto. Yo soy muy optimista al respecto. El Perú es un país precioso, un país muy fuerte y de muchas raíces.

¿Y en qué basa esa esperanza?

En que más del 56% de la población en el Perú son jóvenes y niños, y ellos constituyen una fuerza arrolladora, pujante e impredecible. En cualquier momento su presencia transformará el Perú. Los grandes cambios siempre han estado vinculados a estudiantes y ellos todavía no se han manifestado con el potencial increíble que tienen y que guardan.

Sin embargo, frecuentemente manifiestan mucho desencanto.

Lo cual quiere decir que sienten y piensan. Y esta situación no les gusta. Lo peor sería que estén conformes, que estén a gusto. Ellos están inquietos y angustiados. Y eso indica que no les satisface nada de lo que pasa. Ellos muy pronto serán padres de familia y profesionales y van a tener que tomar decisiones.

Luis Jaime: Para terminar con algo inolvidable, ¿para usted qué es lo más valioso que tiene el Perú?

No soy amigo de las frases hechas. Pero, a ver, lo más valioso aquí es la gente y, más específicamente, la creatividad de la gente. Y, al decirlo, no me refiero al ingenio que aduce tener la clase intelectual, sino a la creatividad de la gente de a pie y sencilla.

 

Jóvenes estudiantes del Perú


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