sábado, 27 de marzo de 2021

27 de marzo. Día Mundial del Teatro. / El niño que le jaló la cola al lobo.


27 DE MARZO
DÍA MUNDIAL DEL TEATRO

EL NIÑO QUE
JALÓ LA COLA
AL LOBO

Danilo Sánchez Lihón




Nada más justo que un niño, y
no hay mejor remedio que la risa.

1. El sol
brilla

 

– ¡Vamos, vamos, que ya se hace tarde!

– ¿Ya todo está en las cajas y en las bolsas?

– Sí. Ya hijos, entonces suban al auto.

Ese día, desde muy temprano, mamas y papas arreglan los disfraces de sus hijos.

Y se ponen la mejor ropa porque van a asistir a la actuación de los niños en el Centro Educativo Barcia Boniffatti, en donde cursan la Educación Inicial.

– ¡Qué linda que está la mañana! –Dice el papá–. Aprecien cómo el brillo del sol dora las casas y los árboles.

– ¡Precioso! Ojalá que así sea siempre. –Expresa la mamá.

Ciertamente, el sol brilla espléndido y las calles lucen límpidas.

En la escuela los padres se saludan, se toman fotos y se abrazan arreglando los últimos detalles del traje de sus hijos.

 

2. Fiesta

linda

 

Emilio de siete años saldrá de legionario del glorioso escuadrón Húsares de Junín, para lo cual luce su guerrera de paño rojo con tirillas y puños de encaje, con charreteras, galones y botones dorados.

En su pantalón azul lleva cosidas presillas gualdas a lo largo de la parte exterior de las piernas, completando su uniforme un airoso quepí rojo de soldado. El uniforme le queda impresionante.

Rodrigo en cambio en su sección de cinco años actuará de ángel para lo cual viste túnica celeste bordada en la parte inferior con greca bruñida y alas.

Todo con iridiscencias de plumas de un ser sobrenatural, que remata en una corona hecha de platina alrededor de la cabeza como un signo de su índole celestial.

El patio de la escuela está lleno de cadenetas cruzadas de uno a otro pilar, con sillas multicolores ordenadas en el patio frente al escenario. Y hay puestos de golosinas y helados por uno y otro lado del local escolar, como lemas en pancartas colgadas con lemas sobre la educación, que atraviesan de una a otra pared, como también penden globos y una que otra gracia de bisutería y cotillón. Es una fiesta linda, colorida y feliz.

 


3. Como

si fuera

 

Pronto empieza la función. Después de la actuación de los niños, hermosa y conmovedora en todo sentido, llega la hora del número que han preparado los papás, con la participación de padres de familia de una y otra sección. La que va a empezar ahora es una creación colectiva que mamás y papás han ensayado todos los fines de semana del último mes.

Para eso, las mamás mujeres salen corriendo por el escenario, simulando ser gallinas con un pico rojo de cartón a la altura de la boca y una vestimenta que semejan plumas cosidas y colgadas de sus hombros, cacareando bulliciosas, con gracia y diversión:

– Cocorocó, cocorocó. –Se escucha en su accionar.

Se trata de una historia en la cual un lobo feroz, disfrazado de un inofensivo cordero, entra en el corral de las gallinas. Y que indudablemente las va a atacar, pero simulando ser una apacible oveja, balando insistente y desplazándose por uno y otro rincón:

– ¡Me! ¡Me! ¡Me! –Como si fuera un inofensivo carnero inofensivo y extraviado. Eso aparenta ante las gallinas. Pero, dirigiéndose ante el público donde están los niños se burla de las gallinas mostrándose como un lobo feroz.

 

4. Allí

es que

 

Las gallinas, al principio, cacarean contentas y muy animadas, luciendo su pico rojo de cartón y con sus alas de diferentes colores y tonalidades.

Pero en algún momento el que parece un manso cordero descubre ante los niños su naturaleza atroz de lobo malo, perverso y feroz, remplazando su máscara de ovino por la de un lobo agresor.

Ahora ante las gallinas ha descubierto ser un enemigo temible que aúlla y da terribles manotazos persiguiéndolas a las mamás.

– ¡Grrr! ¡Grrr! ¡Grrr! –Gruñe el malvado.

Allí es que muchos niños se desesperan. Y arrancan asustados a llorar. Además, por la facha temible del lobo que ahora luce, y el revuelo que causa en el corral.

Y porque ven a sus madres correr de un lado a otro, escapándose del embaucador.

– ¡Cocorocó! ¡Cocorocó! ¡Cocorocó! –Cacarean mientras tanto llenas de espanto las gallinas.

 


5. Esto

enerva

 

El lobo es un padre vestido con ropa deportiva, a la cual ha cosido en el fundillo del pantalón, y en la parte de atrás, una cola temible de lobo mayor.

Cola que al principio ha tenido enrollada sin que se note ante las gallinas, pero sí ante el público ante quien se ufana de ser un lobo hambriento y dispuesto a cazar. Cola que ahora luce y bate junto con una máscara que muestra unos dientes inmensos y unos ojos desorbitados.

– ¡Grrr! ¡Grrr! ¡Grrr! –Sigue gruñendo y tira con la mano su cola impresionante por el aire.

Los adultos que están entre el público tratan de calmar a los pequeños, pero uno y otro se contagian del susto que les produce la fiera y lloran desconsolados. Esto enerva a los actores. Creen que están haciendo bien su papel, y que está saliendo de maravillas su actuación. Y todos en el proscenio exageran aún más su pantomima.

El lobo, para hacer más dramático todo, hostiga a la concurrencia al borde del escenario, diciendo que va a devorar a todas las gallinas. Y da saltos por uno y otro lado, lleno de bravura y crueldad.

 

6. ¡No lloren,

niños!

 

Emilio, de siete años de edad, quien es un niño serio y sensible, no se ha dejado asustar. Y viendo que sus compañeros se mueren de miedo y algunos se deshacen en llanto, sube al tabladillo y explica a gritos:

– ¡No es un lobo! ¿No ven? ¡Es un papá disfrazado!

Los actores siguen su actuación enardecidos por la barahúnda que están causando. Al parecer les agrada sobre manera el efecto que están obteniendo. Hasta se pensaría que para ellos era su propósito y objetivo alcanzar esta zozobra.

Esto encoleriza a Emilio. Sobre todo, cuando ve que el lobo ya empieza a coger a las gallinas para devorarlas. El niño esta vez advierte:

– ¡No lloren, niños! ¡Van a ver que no es un lobo, que es un papá! –Y avanza resuelto detrás del lobo, mientras éste simula tener dominada a una de las mamás, tira Emilio fuertemente de la cola de la fiera estirándola cuánto puede hacia abajo y hacia atrás.

 


7. Quizá

por eso

 

El buzo de elástico del actor cede y el papá lobo queda en el centro del escenario, con los pantalones en los pies y con una breve y ridícula trusa roja desflecada como ropa interior, que deja al descubierto unas piernas escuálidas, esqueléticas y lampiñas.

El público repentinamente enmudece ante la sorpresa.

Como la escena para los actores es intensa, el padre bufa entre ser lobo o solucionar el problema de los pantalones. Mientras Emilio grita a los niños:

– ¡Ya ven! ¡Ya ven! ¡No es un lobo! ¡Es un papá que se ha disfrazado!

Los niños dejan de llorar y todos empiezan poco a poco a reír. Adultos y chicos ahora ríen a grandes carcajadas.

En vez de estupor, sorpresa y alaridos ahora el público ríe a más no poder. El desconcierto ahora es de los actores, del lobo y las gallinas, que ahora no saben qué hacer

Quizá por eso reza el proverbio: Nada más justo y verdadero que un niño. Y no hay nada más saludable ni mejor remedio que la risa.



Ilustraciones
de Julio Granados
para el libro:
Érase Danilo un niño

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