Cuando vayas a mi pueblo, peregrino, hay ya casi para llegar, bajando a
la hondonada, y en las últimas curvas antes del ingreso a Santiago de Chuco, o bien
a la salida de él según se vaya o se retorne, un promontorio y una sucesión de
rocas impresionantes y misteriosas, como hierofanías.
Ellas son las Peñas de Sauca, que se distinguen nítidamente, porque todo
el contorno es una circunferencia de cerros en espiral, como senos o caderas de
mujeres y de madres protectoras, con perfiles de suaves colinas y quebradas. En
esa sucesión solo las Peñas de Sauca son abruptas, ciclópeas y rocosas.
Es una saliente en lo alto de la campiña que mirada desde cualquier
esquina del pueblo semeja una mesa elevada que sobresale del perfil de los
cerros, para realizar sobre ella alguna ofrenda, como piedra
de sacrificio a los dioses del lugar.
Peñas de Sauca
2. Refulge
en esas piedras
Es este un lugar sagrado, además panteón de gentiles, una huaca y un asiento
ceremonial.
Aunque hubo un tiempo en que fue refugio de bandoleros o de personas
fuera de la ley, que escapaban hacia allí porque es un laberinto de escondrijos
en donde si alguien se esconde es imposible hallarlo.
Pero también, así se dice, es imposible salir de ellos, salvo que seamos
baquianos. Son como templos que encierran un sentido oculto, lleno de poder y
de misterio.
Exteriormente es el muñón más alto por donde al atardecer se oculta el
sol.
Mirado desde cualquier ventanal del pueblo de Santiago de Chuco el
último brillo del astro rey que refulge en esas piedras.
En el perfil a la derecha las Peñas de Sauca
3. Un puño
en alto
Mi hermano Jaime, quien vive en los Estados Unidos, pero siempre
regresa, es quien se ha atrevido a estar hasta de noche en esos parajes.
¡Hecho que prueba que el espíritu de las piedras lo protegen!
Él me refiere que solo en dos oportunidades ha tenido una sensación de
vértigo, de vacío y de caer en otro mundo.
Una al asomarse al mirador Skywalk, en el Cañón del Colorado. Y la otra
al borde de las Peñas de Sauca en Santiago de Chuco.
Que son piedras sagradas, dioses, vigías, guardianes y centinelas que en
su base empozan nuestras lágrimas.
Las peñas se recortan en el firmamento como un
puño en alto, como un grito de poder, como una proclama o una advertencia.
En lontananza y en lo alto, las Peñas de Sauca
4. Vigías
y centinelas
Es un lugar de una gran fuerza telúrica, mágica y cósmica. Y que se
erigen dentro del paisaje ameno e idílico del valle.
Es lo hierático, incomprensible y solemne, como una manifestación
mística, religiosa y sagrada.
¿Qué significan y representan estas peñas? ¿Qué son en realidad? ¿Por
qué hay tantos huesos esparcidos en sus resquicios, cuevas y rendijas, como en
sus callejas y en sus recintos?
¿Qué son estas piedras? Y, ¿por qué se erigen hacia lo alto en este
promontorio amenazantes? Solo sabemos que son guardianes, que son vigías y centinelas.
Que cuidan los caminos de ingreso o de salida. Son la atalaya desde
donde se toma en cuenta quiénes van y quiénes vienen.
Panorama desde uno de sus flancos
5. Morada
de gentiles
Son rocas inhiestas que constituyen una maravilla natural.
Son guerreras que han alineado sus cuerpos, uno tras otro.
Lo que más se dice de ellas es que son las puertas y las aldabas que
registran a quienes entran y quienes salen.
Los que se van y nunca regresan. Y los que se quedan para siempre. Nada
ni nadie se escapa de sus registros.
Son ángeles tutelares, morada de gentiles.
Se cree que allí los chucos enterraban a sus muertos, los abanderados
del pueblo, para ser guardianes.
O los osarios que allí hay es de quienes pudieran estar enterrados en lo
alto para no estar confinados, atraídos más bien por las estrellas.
Imagen desde una de sus cumbres
6. Cárceles
de fuego
Pero, además, las Peñas de Sauca en sus escondrijos tienen unas pozas de
agua detenida y misteriosa, porque no hay río ni quebrada que discurra por
ellas.
Entonces, ¿qué son? ¿Son puquios, ríos subterráneos, son fuentes?
Aunque muchos piensen que son las lágrimas de quienes nos hemos ido y
hasta ahora no hemos vuelto.
Y de otros que no regresarán nunca a nuestro pueblo. Es el llanto de
quienes lloran porque se van. Y porque no vuelven.
Como no duermen. Son piedras tutelares. Son una fortaleza. Cuidan que no
ingresen espíritus malos, los mismos que son llevados hasta sus cárceles de fuego.
Parecen rocas que son parte de la tierra porque las
miramos desde abajo, pero miradas desde arriba son hondas y abismales.
Casas cercanas a las Peñas de Sauca
7. Casa
del arco iris
Y la sensación es que no forman parte de este mundo
sino de otro u otros insospechados.
Porque en ellas se escuchan voces, canticos y
alaridos. Y una música sublime cuando ya estamos a punto de enloquecer, o ya hemos
enloquecido y vuelto después a la vida rutinaria.
En sus callejas no hay noche ni día sino un tiempo
eterno.
Si hemos caído en sus fosas es un mundo estallante
de colores que giran y dan vueltas.
Porque ellas son morada, casa o cueva del arco
iris, de la lluvia, de la luna llena, que verlo desde allí significa que ya
estamos muertos.
Ven conmigo y yo te las mostraré, oh peregrino, sin
ya jamás salir de ella y viviendo para siempre.
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Cuando viajaba hacia la sierra liberteña me gustaba contemplar las parajes andinos; especialmente, las imponentes montañas y cerros donde creía escuchar las voces milenarias en el susurro del viento y encontrar sus desplazamientos en las huellas dejadas en depresiones, montículos de pequeñas rocas engalanadas por la vegetación propia de lugar. Para mi son momentos inolvidables porque siento un sentimiento telúrico que me atrapa, me conmueve y me llena de sensaciones nuevas.
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