En la vorágine de la guerra
de los pueblos del ande peruano que produjo la insurrección de José Gabriel
Condorcanqui, o Túpac Amaru, y que se iniciara el 4 de noviembre de 1780, fue
fundamental la participación de su esposa Micaela Bastidas, y de toda su
familia.
Y en esta crueldad y
horrores de la guerra, en este pavor de las porras que golpean, las galgas que
ruedan, los incendios y las batallas, jamás se apagó el sentido de hogar y de matriz
y de útero materno que tuvo y que tiene esta gesta que por primera vez comprometió
tanto la presencia de las mujeres en la lucha.
Como tampoco, de parte de
la pareja que lo capitaneaba se apagara nunca la ternura ni el infinito cariño
que se depararon ambos, pese a que José Gabriel con sus acciones hace que todo
peligre.
Sin embargo, al final esta
relación tiene todos los visos de haber sido no solo apasionada sino también
irremisible.
Túpac Amaru
2.
Y ella
lo
ha hecho
Eso ahora lo sabemos, no
solo por el contenido de las cartas en donde a veces le dice palabras de queja,
de reproche y desengaño.
Si no y, sobre todo, por
una carta de lacerante despedida, donde Micaela le dice a él, como cualquier
mujer a alguien que lo defrauda, ¡adiós!
Todas las evidencias
apuntan a que el motivo de tal desavenencia, y esto se deduce por el contexto
en que lo expresa, es que él no cumple con lo que ella lo ha hecho prometer y jurar,
cual es capturar el Cusco.
Y lo anterior antes de que
el Cusco fuera reforzado por un ejército de 16 mil soldados que han marchado
desde Lima.
“Chepe mío: tú me has de
acabar de pesadumbres, pues andas muy despacio paseándote en los pueblos...”
Y con advertencias y
consejos así se forja y se hace a un hombre. Y ella lo ha hecho.
Casa donde vivieron Micaela Bastidas y Túpac Amaru
3.
Mira más
al
fondo
Aquí se muestra cómo lo ama
y a la vez lo modela. Con halago le dice: “Chepe mío”. Y luego: “Me has de
acabar de pesadumbres”.
¡Captura el Cusco! Porque
ella mira más al centro y más al fondo, y más allá de los hechos y las cosas.
Él tiene heridas. ¡Ella el
bálsamo! Además de la luz y calidez para ver más claro y más lejos. Y eso es
saber forjar hombres.
Ella ve la meta final. ¡A
conquistar eso lo lanza, y lo alienta! Y ella misma arriesga en tal intento la
vida. La suya propia, la de sus hijos, la de sus seres queridos como la de
todas las personas que se involucran.
¡Capturar el Cusco!, para
ella es la consigna.
Por eso, ha de quedar como
bandera en toda lucha esa proclama: ¡Capturar el Cusco! Esto es: posesionarse
de la ciudad sagrada de los Incas.
“Tú me ofreciste cumplir tu
palabra, pero desde ahora no he de dar crédito a tus ofrecimientos, pues me has
faltado...”
Plaza Huakaipata del Cusco, donde se ejecutó a Micaela
4.
Te digo
adiós
Y en su desesperación
clama:
“Yo ya no tengo paciencia para aguantar todo esto,
pues yo misma soy capaz de entregarme a los enemigos para que me quiten la
vida...”
En otra carta le advierte:
“...y puedas despachar otro
propio para Pachachaca a cortar el puente cuanto más antes... y si no lo puedes
hacer avísame para que yo lo haga sin demora, ¡porque en esto está el peligro!”
Y en otra:
“Ya que te has hallado en
esos lugares, caminaremos el día citado a entregarnos y morir sin remedio por
lo que te digo adiós...”
Por todo esto a Micaela
Bastidas no sólo se la condenó a muerte, sino que además se elaboró un mandato
que incluye una pauta minuciosa de cómo tenía que ser subida al tabladillo y
ajusticiada.
Ejecución de Túpac Amaru y Micaela Bastidas
5.
Documento
oficial
Así figura en el siguiente
documento oficial, clasificado en el Archivo General de Indias, con el Título Cusco,
Legajo 32, por momentos incomprensible por el nerviosismo de las autoridades
que lo redactaron:
“(...) que sea sacada de
este cuartel donde se halla presa arrastrada, con una soga de esparto al
cuello, atados pies y manos, con voz de pregonero que publique su delito,
siendo llevada en esta forma al lugar del suplicio donde se halla un tabladillo
en que por su sexo de lugar a la decencia de la sentencia, y ajustará el
garrote, cortándosela allí la lengua, e inmediatamente se hará morir con el
instrumento, lo que verificado se la colgará en la horca, sin que de allí la
quite hasta que se mande persona alguna. Y luego será descuartizado su cuerpo
llevando la cabeza al cerro de Piccho que será fijada en una picota con una
hoja en la que se lea su delito; un brazo a Tungasuca, otro a Arequipa y una de
las piernas a Carabaya conduciéndose lo restante del cuerpo al mismo cerro de
Piccho donde será quemado con el de su marido en el brasero”.
6.
El bien
colectivo
De ello se deduce que el
movimiento insurreccional de Túpac Amaru fue una gesta encabezada por una
pareja de esposos quienes se depararon amor leal, conmovedor y profundo.
En esta identificación a
ella le cupo la visión del centro, de lo básico y esencial, acerca de qué era
estratégicamente el meollo y lo medular. Y cual era capturar el Cusco, quizá
por tener noción de madre y mirar desde las entrañas.
A él le cupo la visión de
horizonte y libertad buscando la igualdad para todos los seres humanos, en una
concepción de justicia y bien social abarcando a todas las razas y comunidades,
dictaminando una educación sin distingo de nacionalidades ni pertenencias.
El ajusticiamiento
implacable que se les impuso a ambos, y a todos quienes los secundaron, por
alentar estas ideas, lo que intentó fue borrar de raíz y de la faz de la tierra
estas concepciones, exterminando una familia, un linaje, una heredad, una lengua.
7.
Pelea
la entraña
Y anhelando oprimir para
siempre una raza y un continente. Y de él toda esperanza. Pero que sigue
enarbolando su bandera de concretar aquí la utopía del bien colectivo, la
felicidad y la solidaridad universales.
Pero es sintomático cómo se
castigó a la familia entera.
Así como vemos y
comprobamos que las familias estuvieron presentes y comprometidas totalmente en el movimiento
insurreccional, a la vez constatamos que la punición alcanzó principalmente a
ser feroz en un sentido familiar.
El día de la ejecución fueron muertos Túpac Amaru,
como también su esposa Micaela Bastidas, y su hijo Hipólito. Así como tíos y
otros parientes de una y otra rama.
Así como el castigo también abarcó a los descendientes
de la familia hasta la cuarta generación. Y en las persecuciones posteriores el
núcleo al cual se atacó fue la familia.
País extraño e inmenso el nuestro, que hasta en las
guerras infaustas pelea la entraña humana, el temblor primigenio que todos nosotros
somos.
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