sábado, 3 de abril de 2021

3 de abril. Abril, mes dulce y transido.


3 DE ABRIL

ABRIL,
MES DULCE
Y TRANSIDO

Danilo Sánchez Lihón




La virgen que soñamos
¡ay! ya no la buscamos.
¿Por qué mortal pradera
rodó su cabellera?
Francisco Bendezú

…toda luz
de ella es venida.
San Juan de la Cruz

1. piar
de avecillas

 

Abril es mes que se inicia con un lento girar en la bóveda y órbita del cielo.

Por eso, hoy ha salido un sol radiante que descubre un universo donde cada hoja y grumo de tierra brilla, relumbra y es nuevo.

Entonces nos atrevemos a incursionar hacia el mundo de afuera, abriendo las ventanas enmohecidas.

Y es en el umbral del balcón donde nos golpea con la fuerza de toda su luz y sonidos el paisaje esplendente, el coro de balidos que llegan desde los apriscos.

Y en el muro cercano el piar de avecillas y el zumbido de las abejas que danzan y de los moscardones sonámbulos que ronronean.

 


2. Hora

tras hora

 

Bajamos y abrimos la puerta de calle, arrimando montículos de barro, y arriesgamos nuestros primeros pasos hacia las veredas humedecidas.

Acosados por el cierzo repentino, y arrebujados al pie de las goteras de la lluvia de anoche aún prendida en los tejados sumidos en la contemplación, la reverencia y el asombro.

Y aspiramos el aire con aroma de alcanfor, de menta y de azahares deshojados que inundan el universo.

Y aunque los barrizales lo invaden y anegan todo, sabemos que, hora tras hora, no cesará de orear, hasta hacer otra vez un mundo macizo, seguro y transparente.

 


3. Casas

vetustas

 

Abril es mes fecundo, dulce y transido. Mes de roturar la tierra humedecida con las lluvias de enero febrero y marzo.

Hemos permanecido tres meses sumergidos bajo los torrentes de agua que se han desprendido implacables, descendiendo desde los cielos anubarrados.

Ahora vemos pasar todavía, por las cuatro bandas de los contornos de la aldea, a los copos de neblinas rezagadas.

Son los rebaños que van adelante los que se apuran por atravesar subiendo las colinas.

Cortando camino mientras otros vellones se han quedado enredados en los aleros de los techos de las casas pasmadas y vetustas.

 


4. Hijo

que llora

 

Otras majadas las vemos trepar apuradas por las bandas de enfrente sembradas de alverjas, maíces y trigales.

Y subiendo hacia las alturas. Contrastando el blanco coposo de sus ovillos, aunque a veces desmadejados, con el verde variado e iridiscente de uno y otro contorno.

Para después trepar hacia las jalcas interminables cubriendo a su paso cabañas, como el verde de los apriscos y al ganado y las pastoras llaman desde lejos a sus ovejas extraviadas.

Suben estos celajes viniendo desde las hondonadas de los ríos para pasar por aquí tan apuradas

Seguro trayendo en su regazo algún fruto escondido, para perderse en las punas inhallables con algún hijo que llora en sus entrañas.

 


5. Recién

suspiramos

 

Abril también es voz y canto de los arroyos que dejan deslizar sus aguas entre los peñascos.

Es el manar de los puquiales que desbordan sus aguas donde se solazan gorriones y santas rosas.

Es ver precipitarse las cascadas que se despeñan, del seno de las montañas que destilan sus lágrimas de devoción, de fidelidad y de ensalmo.

Y es otra vez sentir desatarse inclemente alguna lluvia tardía, pero sabiendo que escampará pronto.

Porque ya estamos en abril y entonces recién suspiramos aliviados después de enero, febrero y marzo invernales.

 


6. Brotan

las mieses

 

Mi prima núbil hoy como un rayo de luz tiene puesto un vestido fucsia.

Tendida como está sobre el campo verde de la yerba fresca. Y hay alguien que canta:

Qué bonita

que está la luna

con su lucero

que titila.

Es lucero

que tiembla

enamorado

de tan bella señora.

Abril es el mes de la tierra, el mes de la fecundidad, de la fructificación.

Cuando brotan las mieses por uno y otro sendero.

 


7. Que va

a nacer

 

Las últimas pastoras de estas manadas de nubes vemos que por correr enredan sus rebozos desflecándolas en las pencas.

Y en los bordes y aleros de las chozas que aún lagrimean ensimismadas.

Como sorprendidas de tantos cántaros rotos y de agua arrojadas a sus pechos de madres extasiadas.

A ratos aún nos arrimamos al fogón de la cocina, envueltos en ponchos y rebozos aldeanos., cuando a lo lejos mugen las ovejas y becerros en los rediles.

Y las mujeres junto a la llama hogareña le tararean algo donde se le cuenta y se le canta de lo hondo y lo vasto de la vida al hijo que ha de nacer.

 

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