El maestro José Antonio
Encinas encomendó que el prólogo de su libro fundamental, titulado “Un ensayo
de Escuela Nueva en el Perú”, concebido y escrito en el exilio en París, se
encargara de hacerlo un alumno suyo que participó de aquella experiencia
legendaria de la Escuela 881, y que es el tema central de dicho libro.
Ese alumno suyo fue
Gamaliel Churata a quien conoció como alumno de ese centro educativo cuando
tenía 7 años. Lo curioso es que ese niño era un rebelde y un anti escuela,
quien nunca terminó ni siquiera la educación primaria; masa ígnea, lava
ardiente y genio del idioma; cuya vida y obra hace que los intelectuales altiplánicos
reconozcan su obra que lleva el nombre de “El pez de oro”, como la Biblia
altiplánica, libro misceláneo y caótico al punto de lo ininteligible.
Churata por ser aquella
alma libre, pujante e inatajable, y de naturaleza indómita, sufrió cárcel, exilio,
ostracismo, más por su defensa inclaudicable del indio y de la justicia social.
Identificado con la poesía como saeta y rayo que no cesa, ha quedado
indisolublemente ligado a Puno, esa región translúcida, como un mensaje de
afirmación de la vida y de la palabra capaz de redimir haciéndose volcán,
fulminante y estallido de júbilo.
2.
Cuenta
Churata
Hay muchos pasajes, ideas y
hasta juegos que el maestro José Antonio Encinas protagonizó o alcanzó a idear,
y que grafican nítidamente la perspectiva de lo que podría identificarse como
su concepción de la educación y que se resume en una frase: la "Escuela
social".
De los muchos principios de
este postulado hay uno cuál es el de la educabilidad, y que en el fondo sintetiza
la más acrisolada ciudadanía, y que quisiera referir por ser quizá la expresión
más genuina de lo que es educación; concepto que se da de forma espontánea e
incluso hasta aparentemente desaprensiva y humilde, pero en el fondo de una
gran significación y que él lo formula afortunadamente con la siguiente
vivencia providencial.
Es esta una escena, cuadro
o estampa de apenas un instante pero que gracias a Dios ha quedado registrada y
salvada, porque lo cuenta Churata, su alumno quien lo vivió directamente.
Se enmarca en el período
correspondiente entre 1908 a 1911, en pleno funcionamiento de la Escuela 881 de
Puno, que aquel legendario maestro dirigiera durante apenas cuatro años.
Cuadro, el que vamos a referir, y que constituye la experiencia de más extraordinario
valor pedagógico que se haya realizado en el Perú, pero además hermosa en su
forma y contenido.
3.
Tempestad
de
nieve
Este pasaje lo relata
Gamaliel Churata, seudónimo literario de Arturo Peralta, refiriendo que el
grupo de estudiantes con su profesor regresaban casi ya al amanecer por la
meseta altiplánica, maestro y alumnos ateridos pero contentos de haber vivido
todo lo que en aquel día de tempestad les había acontecido.
Porque como era ya
costumbre salían no de paseo ni excursión sino a clases que el maestro Encinas
las dictaba a campo abierto y al aire libre. ¿Dónde desarrollaba dichas
lecciones?
Por supuesto que no en el aula
sino en las faldas de las colinas, en las cumbres de los cerros o a la orilla
de los ríos. O en algún recodo avanzado en lo más profundo de los valles y
quebradas.
Esta vez, los alumnos más
fuertes de la sección, que también eran los más altos, se habían adelantado a
los demás en la noche lóbrega del altiplano.
Pero en un momento se
detuvieron en medio de la tempestad de nieve que se había desatado
preguntándose:
– ¿Y el maestro? ¿Dónde
está?
Seguramente, como era
lógico suponer, venía atrás con los más pequeños. Pero ya se avistaba a ellos y
no al maestro.
José Antonio Encinas
4.
A
horcajadas
Esperaron. Cuando miraron mucho
más hacia atrás echando de menos a don José Antonio, su maestro, lo divisaron lejos
pero inmenso al chispazo de un relámpago. Venía muy distante, lejos, pero a
quien notaron gigantesco, grandioso y colosal, en medio de las tinieblas que
interrumpían los relámpagos.
Cuenta Churata en esta
evocación, que hizo varias décadas después de que aconteciera y sin detenerse
mucho en relación a su significado que recién yo lo resalto, que al esperarlo y
al estar ya muy próximo, que divisaron a la luz de otros fogonazos del cielo,
que su maestro aparecía como de un tamaño descomunal.
¿Qué ocurría? ¿¿Por qué esa
imagen de grandeza? Era así porque se había echado a los hombros al niño más pequeño
y desvalido, al rotoso, aquel al que todos repelían; y a quien él traía a
horcajadas en su nuca, en donde el niño se cogía fuertemente con las manos de
su frente.
Aquel pobrecito era el
débil, el descalzo, el desarrapado a quien el frío de la meseta y lo agotador
del camino le habían impedido caminar. El maestro Encinas, que no medía más de
un metro sesenta de estatura, aparecía por eso como un gigante.
5.
Algo
invencible
Pero algo más, comprobaron
que con su vozarrón y desde lejos él venía entonando hayllis, huaynos y
taquiraris en quechua y aimara en plena meseta abierta y desalmada.
Cuenta Churata que fue tal
la fuerza, la verdad y la belleza de ese hecho, que de manera espontánea los
mayores y fuertes que lo esperaban buscaron a los más débiles que tenían a su
lado y los echaron igualmente a sus hombros.
Y tal cual el maestro
Encinas había pasado hacia adelante. Y uniendo sus voces al canto y a los
himnos en las lenguas que entonaba el maestro, seguido esta vez por sus
alumnos, unos cargando a otros, pero ya como grupo humano unido y compacto que,
si hubiera que hacer un monumento a la educación en nuestro país, esta tendría
que ser la imagen consagratoria.
Y así avanzaron,
sintiéndose todos grandes, tanto los que cargaban a otros niños, a quienes les
renacía una fuerza nueva, como los que iban en los hombros de sus compañeros quienes
sentían bajo su cuerpo la energía de la solidaridad como algo invencible.
¿Qué magia o significado
tiene este pasaje suelto, entre los muchos otros que se desprenden del ser y el
sentir de la personalidad de este maestro legendario?
6.
En nuestros
hombros
Su mensaje es que es
fortalecedor y significativo echarnos a los más débiles en nuestros hombros.
Porque si la educación no
sirve para eso, entonces ¿para qué educar? ¿Para la rivalidad y la competencia?
¿Para ganar y desplazar a los demás? ¿Para apartar al otro hermano del camino?
¿Para tirar de codazos a los demás a fin de que se aparten y ser yo quien triunfe
solitario y deshumanizando todo?
He allí la diferencia de lo
que puede ser una educación competitiva y una escuela de inspiración social, y
a la propuesta de la educabilidad que la encarna Encinas como razón y postulado
de la educación entre nosotros.
Está en este gesto natural,
espontáneo e inconsciente el sentido, la definición y el concepto profundo y
genuino de lo que es educar socialmente.
Aquí reside y se contiene
palpitante la visión y la misión de lo que es educación, cual es hacernos
responsables de los más débiles y del mundo en lo más dolido, vulnerable y
desprotegido que él tiene y que hay que cargar en nuestros hombros lo que está
pendiente de solucionar, y que es el sentido de este pasaje.
7. Es
lo
que hace
Pero no con agobio ni
pesar, ni con queja ni martirio; tampoco con marketing o cara al público, sino
con profunda y auténtica alegría, sin que eso constituya un lastre sino, como
lo dice el Churata, agigantados todos.
Pero hay otro rasgo en este
pasaje, cual es que el maestro venía atrás, cerrando filas. Era el último
porque vigilaba a quién más lo necesitaba y se retrasaba. Es el último hasta
que todos se juntan, para después ser uno solo y a fin de que nadie se pierda.
¡Qué distinto a la educación para la competitividad del liberalismo económico
ominoso!
Como otra faceta e, por
ejemplo, la imitación espontánea del paradigma y el deseo de hacer lo mismo que
brota en los alumnos mayores, de alinearse con la misma actitud, de no dejar
que uno solo lo haga y que es el hallazgo de la fuerza natural que tiene entre
nosotros la solidaridad.
Este convencimiento llano,
voluntario, es esta disposición en donde se resume una experiencia, una
trayectoria y una vida, así como una cultura es lo que hace a las enseñanzas de
Encinas que tengan un valor trascendental y sean imperecederas. Y a Churata
como el anotador inconsciente del prodigio de esta conciencia alerta que
percibe lo cabal y significativo por ser alma libre, bravía y tener el genio
insobornable que ambos supieron tener.
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