Juvenal Sánchez
Lihón es mi hermano, con quien hemos nacido en una misma casa, nos hemos criamos
y educado juntos bajo el mismo techo y con el cariño y protección de nuestros
padres, siendo Juvenal el primogénito de la familia y yo el segundo, con quien
he ido a la escuela y juntos a todo lugar, vistiendo trajes idénticos y hasta cogidos
de la mano para no caer cuando tropezábamos en las piedras de la calle o el
camino.
Somos los dos
hermanos mayores de una fila de once hermanos Y cuento todo esto por el
concepto de humanidad, profusión y abundancia que tiene la pintura de Juvenal,
que es el tema que hoy nos ocupa. Así como otro referente es el pueblo donde
nacimos, que es Santiago de Chuco, pueblo andino en el norte del Perú, de hondo
ancestro, asentado en una geografía donde florecieron culturas de asombro,
como: La Galgada, Los Cóndores y Chuco, quienes hablaron incluso un idioma
propio como es el culli, de sonidos susurrantes en donde predominaba el fonema
sh. así los vocablos: shingo, shanga, quesheste.
Pero a la vez el
nuestro es un pueblo de profunda raigambre hispana, donde la tradición católica
es medular, así como también el habla del idioma castellano con un curioso y
linajudo sabor castizo. Y refiero esto por la mixtura, los opuestos y ejes
dialécticos del arte pictórico de Juvenal.
Pintura de Juvenal Sánchez Lihón
2. Es
y
hace
Santiago de Chuco,
el pueblo donde nacimos, tiene el título, otorgado por el Congreso de nuestra
República de ser Capital de la Poesía del Perú, no solo porque en él naciera el
poeta universal César Vallejo, sino una pléyade de poetas anteriores y
posteriores a él, y este es otro componente de la obra de Juvenal: la poesía y
César Vallejo.
Territorio donde
tuvo su eje la espiritualidad del gran conglomerado nación Chuco, al ser centro
y capital religiosa de dicha comunidad, al albergar el adoratorio del dios
Catequil y el oráculo del mismo nombre, hasta donde se acercaron los incas del
Tahuantinsuyo a consultar el designio de los dioses como sus propias
dubitaciones, como vibración que yo siento que tiene la pintura de Juvenal
Sánchez Lihón.
Como es Santiago de
Chuco y sus contornos de una prodigalidad tal, y de un cromatismo tan
exuberante, intenso y variado que lo raro sería ser de allí y no ser artista;
sea pintor, poeta, músico, danzante y hombres de enorme sensibilidad en general,
hecho que creo también determina lo que Juvenal es y hace.
Covid 19. Pintura de Juvenal Sánchez Lihón
3. Desde
niño
Hay entonces en
Juvenal esos antecedentes culturales, el de haber nacido en un contexto vital
propicio e inspirador para cualquier manifestación del ámbito del arte en
general.
Como hay también y,
en segundo lugar, al contemplar la trayectoria de su obra pictórica, el
antecedente de tener en nuestra familia, cultores del arte en una y otra
manifestación.
Así, por el lado
paterno, nuestro abuelo Desiderio era un creador de yaravíes y marineras y un
“pico de oro” con las palabras. Y nuestro padre, además de ser maestro de
escuela, fue músico, quien dirigía una orquesta de cuerdas en su propio pueblo
natal.
Por el lado materno
uno de los grandes pintores de mi comarca es Agustín Rojas, familiar muy
cercano a nosotros. Y mi abuelo Benigno tenía tanta sensibilidad para el arte
que lo hacía ser una especie de Mecenas de todo aquel que mostrase algún
talento en dicho campo, ayudándolo a proseguir su formación ya sea en Trujillo,
Lima o en cualquier otro lugar.
Juvenal a todo eso
agrega el tener dotes especiales para el arte, cualidades que se manifestaron desde niño.
Tejados de Santiago de Chuco. Pintura de Juvenal Sánchez Lihón
4. Tanto
es
así
Yo recuerdo, por
ejemplo, que sus cuadernos de estudiante de su etapa escolar, tanto de la
educación primaria como de la educación secundaria, que abrirlo era como visitar
una galería de arte, donde en cada una de las hojas había dibujos exquisitos,
además de caracterizarlos una pulcritud fuera de lo común.
Eran como un
mostrario primoroso tales dibujos y pinturas, donde había muestras excelentes de
arte, no solo por la gran limpidez en los perfiles como por el encanto en el
coloreado, como por la estructura y la forma de los dibujos que allí había.
Y es que en Juvenal
hasta su letra y su firma es dibujada, y en conjunto constituye un diseño
hermoso. Tanto es así que en la educación secundaria
sus profesores eran a él a quien designaban para salir adelante y copiar en la
pizarra el esquema de la lección que se había de desarrollar y que luego el
profesor explicaba.
Y lo elegían ya de
manera acostumbrada porque la letra era clara, las proporciones las adecuadas y
el conjunto en general que hacía en la pizarra resultaban ser cuadros o mapas muy
didácticos y, además, placenteros a la vista.
5.
Los últimos
en
salir
No sé si Juvenal recordará,
pero una vez hicimos una competición, acerca de quién de los dos, con el plumón
en la pizarra, hacía el círculo y el cuadrado más perfecto.
Me invitó a que yo
lo hiciera primero, y mi trazado me satisfizo, porque no estaba mal y pensaba
que yo de todos modos iba a ganar. Mi sorpresa fue que él hizo un círculo y
cuadrado exactos. Es decir, el sentido de las proporciones que tiene en las
manos es asombroso.
Cuento todo esto
porque la educación superior la hemos hecho juntos en la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos, y compartiendo la misma habitación, aunque él estudiando medicina
en la Facultad de San Fernando y yo literatura en la Facultad de Letras en la
Ciudad Universitaria de esa misma casa de estudios.
Y éramos lectores
voraces, tanto que él era al último en salir, y detrás de él cerraban la puerta
de la Sala de Ciencias de la Biblioteca Nacional, siendo ya la medianoche, y yo
era el último en salir de la Sala de Humanidades de esa misma institución
tutelar, encontrándonos los dos ya afuera como dos pajarracos, caminando juntos
a la pensión que teníamos.
6. El
bien
y el
mal
Juvenal entonces no
es artista profesional. Él de profesión es médico histólogo, patólogo y
cancerólogo, y en este campo también sus logros son extraordinarios, pero lo
que hace es trasladar a la pintura su afición por reconocer el perfil de los
cuerpos que analiza en el microscopio.
Y eso está en sus
orígenes. Es así que lo primero que dibujó en sus cuadernos de estudiante en la
educación básica, y lo sigue dibujando y coloreando hasta ahora en sus cuadros
hasta alcanzar el éxtasis, es a la célula humana; vínculo que le ha obligado a
ser preciso y puntilloso en la composición que apunta a la estructura de los
elementos y sus partes.
Y en este aspecto yo
atribuyo a la pintura de Juvenal un carácter medular y atávico. Y que les da
esta dimensión a sus obras, porque ver arte en la célula y plasmar eso es
sagrado.
Pero, al final, él
no se queda en la célula humana, sino que explora en la célula viviente en
general, y en su multiplicidad de formas, tanto aquellas que nos dan salud como
las que nos producen enfermedades, reconociendo en ellas el
bien y el mal, lo que salva y lo que nos hunde privándonos de la vida.
7. Es
senda
y es
ejemplo
Al respecto, y en
este aspecto, el arte de Juvenal me hace recordar una frase de Oscar Wilde, que
dice: El verdadero misterio del mundo es lo visible, no lo invisible.
En esta conformación
de lo visible e invisible tenemos entonces los dos elementos de la pintura que
se reúnen en Juvenal para dar lugar a un pintor que vincula la pintura a la
poesía, como cuando César Vallejo dice:
Hay un lugar que
yo me sé
en este mundo,
nada menos,
adonde nunca llegaremos.
En donde está
presente lo visible e invisible. Recordando lo que Leonardo da Vince nos dice:
La pintura es poesía muda y la poesía es pintura ciega.
La realización plena
de Juvenal dependerá de la pasión que ponga en consumar una obra artística cabal,
integral y coherente. Y en este último campo tiene como factor motivador a
César Vallejo quien es senda y es ejemplo para plasmar
una obra fundamental y forjar un arte trascendente.
Los textos anteriores pueden ser
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dsanchezlihon@aol.com
danilosanchezlihon@gmail.com
Obras de Danilo Sánchez Lihón las puede solicitar a:
Editorial San Marcos: ventas@editorialsanmarcos.com
Editorial Papel de Viento: papeldevientoeditores@hotmail.com
Editorial Bruño, Perú: ventas@brunoeditorial.com.pe
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