El doctor Luis
Ambroggio, autor del libro “César Vallejo, genio entre los genios”, libro que
ahora presentamos, es un argentino estadounidense que nos conmueve verlo en
Santiago de Chuco viniendo desde Washington en los Estados Unidos en donde
reside, haciendo el viaje hasta Santiago de Chuco que es un pueblo situado en
una altitud que estremece y con noches de frío inclemente que cala los huesos.
Conmueve porque se
lo ve frágil y atildado en un ambiente duro, áspero e ilimitado, porque
Santiago de Chuco es como una cima donde se manotean las estrellas, altísimo,
traslúcido y cósmico.
Donde a él se lo ve
aplicado, devoto y ungido. Donde se lo siente tocado por Vallejo. con quien nos
acompañamos en caravana entrando a pueblos que nos esperan, y a otros que no
nos esperan, que están vacíos. E igual, sentimos la misma unción, la misma
reverencia que cuando están apoteósicos y de fiesta por motivo de que llegamos,
y en nuestra espera.
Libro "César Vallejo, genio entre los genios de Luis Ambroggio
2.
Es en este contexto
y en este sentido que quisiera rescatar un concepto y un contenido implícito en
el libro que hoy presentamos, cuál es el de peregrino. O el de peregrinar, o el
de peregrinaje, que para mí es la marca, la clave y el factor o elemento más
conmovedor y profundo de este libro. El del peregrino cuya morada en realidad
es el camino.
Y que va tocando una
y otra puerta. En este caso, en el libro “César Vallejo, genio entre los
genios”, se nos revelan cinco puertas, ante las cuales Luis Ambroggio se
detiene y tocar, cuáles son: Walt Whitman, Rubén Darío,
Paúl Celán, Miguel Hernández y Frederic Nietzsche.
Donde su guía es
Vallejo; porque, cuando toca esas puertas, su santo y seña y su consigna es:
¿Quién vive? ¡César Vallejo!, es la respuesta. Y la puerta se abre. Y en este
caso la abre el mismo Whitman, Darío, Celán, Hernández y Nietzsche.
¡Siendo no las
puertas que se abren, sino el peregrinaje el meollo de la hazaña! ¡El de la
vida como peregrinaje!, que es lo que más resalta en esta obra, refiriendo,
como pórtico del libro y extensamente en las primeras páginas, su experiencia
de haber visitado los lugares por los cuales caminó Vallejo como son Lima,
Trujillo, Otuzco, Huamachuco, hasta llegar a Santiago de Chuco, tierra natal
del poeta, en la romería de Capulí.
Con Luis Ambroggio
3.
Y cada vez que
vuelve Luis Ambroggio a Santiago de Chuco, yo lo miro en el ómnibus a los ojos
de almendras que él tiene. Y luego puedo entrar por ellos a su alma, y
preguntarle a él, o preguntarme a mí mismo qué inquiere y explora Luis regresando
a este pueblo de paredes torcidas y de calles que suben y bajan.
De casas con aleros
que se extienden a la calle como alas de palomas protectoras y amorosas, y de
balcones de antepecho que se esconden bajo las techumbres, averiguando yo en
silencio lo que siente y en lo que piensa Luis Ambroggio.
Y donde me pregunto:
¿qué indaga? Y creo que hay dos esencias que busca Luis Ambroggio regresando a
Santiago de Chuco. Busca a su madre y busca su infancia. Y eso lo percibo
nítidamente cuando lo veo entrar por el portón de la casa de César Vallejo,
agachándose por lo alto que es, o por el niño que anhela volver a ser, buscando
a su madre y a su infancia porque eso es la esencia de la casa de Vallejo en
Santiago de Chuco. Y tiene razón, allí está, en esa casa, la madre y allí está
la infancia.
Techos de la casa de César Vallejo
4.
Y es que he
escuchado a Luis Ambroggio repetidas veces referir que fue su madre quien en su
infancia influyó de algún modo para tener el primer contacto que tuvo con César
Vallejo.
Ya que ella
trabajaba como profesora en la Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad
Nacional de Córdova donde funcionaba una cátedra sobre César Vallejo y la
revista Aula Vallejo, entre los años 1961 y 1974, dirigida por Juan Larrea.
Esta vinculación con
la madre y en la infancia creo que es una garantía para un acercamiento
verdadero y auténtico de Luis Ambroggio a César Vallejo y para cultivar un
vallejismo auténtico.
A eso se suma
haberlo visto como un peregrino fervoroso en la tierra de Vallejo y formando
parte de la caravana de Capulí, Vallejo y su Tierra.
Ingresando a Otuzco en el 17 Capulí
5.
De paso diré que la
presencia de Luis Ambroggio en las peregrinaciones de la Telúrica de Mayo de
Capulí, Vallejo y su Tierra la valoramos y tomamos muy en cuenta. Porque él
atribuye su vallejismo a haber leído a los once años la obra de Vallejo en una
antología que le entregara su madre, quien era profesora de la Universidad de
Córdova en Argentina.
Lugar en donde se
fundó el Aula Vallejo y el Centro de Investigación y Documentación César
Vallejo dedicado a la exégesis de la vida y obra del autor de los Poemas
humanos, gracias a la iniciativa de Juan Larrea. Y en donde se llevaron a cabo
reuniones y simposios que constituyen hitos históricos del vallejismo de todos
los tiempos.
Consecuentemente la
presencia en Capulí de Luis Ambroggio es como si tuviéramos a un representante
de esa cátedra y de esa aula legendaria. Y nos conmueve más imaginarlo que ese
encargo, de hacerse presente en este certamen de Capulí, Vallejo y su Tierra, y
en la misma casa del poeta, él lo recibiera de su madre y de Juan Larrea cuando
tenía once años y en su Córdova nativa, y el año 1956, fecha fuente de donde
procede su vallejismo militante.
Luis Ambroggio en la casa de César Vallejo
6.
Pero hay otro
elemento que busca Luis Ambroggio en su peregrinar con Vallejo por tierras de
Santiago de Chuco. Y eso se lo siente y se lo ve por la manera de entrar que
tiene Luis Ambroggio a la casa del poeta en Santiago de Chuco.
Porque yo lo miro cómo
ingresa. Como si el tratara de escuchar algo. Entra con la cabeza inclinada
para que sobresalgan los oídos y tratando de escuchar algo. Y, ¿qué es lo que
tratamos de escuchar los seres humanos? Principalmente voces, el lenguaje de
las personas, las palabras y el hablar de la gente.
Y claro, ahí pienso y
encuentro cuál es ese otro factor que busca Luis Ambroggio en su peregrinaje
por los caminos, como en las páginas de este su libro. Busca encontrar las
palabras esenciales o la esencia de las palabras. Y con ello el sentido de la
vida y del universo. Y ese sentido él siento que lo halla tanto en las palabras
como en el silencio de esa casa y de esas puertas.
En la Casa de la Literatura Peruana
7.
Ahora bien, un
elemento de fondo en un peregrino es ser un exiliado. Y esta es la otra clave
del libro. No solo ser un peregrino sino un exiliado. Exiliado fue Vallejo y
exiliado es Luis Ambroggio, porque él es un argentino quien vive en los Estados
Unidos. Quien siente una adhesión profunda por César Vallejo, quien fue un
peregrino y un exiliado esencial, como lo es Luis Ambroggio.
La vida de César
Vallejo es la de un peregrino primero buscando educación en Huamachuco, luego en
Lima y después en Trujillo. Y posteriormente tratando de perfeccionar su arte,
en París.
Fue también un
peregrino buscando la justicia social y la redención del hombre, viajando a
Rusia tres veces, y a España muchas otras, para finalmente morir. Incluso las
últimas palabras de César Vallejo antes de morir son las de un peregrino,
cuales fueron: “Quiero ir a España” “Llévenme a España”. Ya que peregrinar
exorciza nuestro exilio que no es tener un lugar adonde arribar sino el camino
como destino, como punto de partida y nunca de llegada.
Caminos de Santiago de Chuco
8.
En el caso de Luis
Ambroggio exilio de su lengua que se lo nota en su pertenencia, en su adhesión
y en el afán que tiene por la Academia Norteamericana de la Lengua Española,
lengua a la cual busca en territorio extranjero.
Y ya para concluir
contaré que caminando hacia el cementerio de Santiago de Chuco notaba a Luis
Ambroggio fascinado por las puertas. Y me lo comentó luego. Puertas viejas,
ojerosas, puertas de casas abandonadas, sin armellas ni candados; puertas, peor
que cerradas; abiertas, pero sin nada adentro, salvo el alma de las personas
que lo habitaron.
Puertas hasta donde
sale sin duda César Vallejo a recibirlo. A poner su mano sobre su hombro. Y con
él Vallejo se hace niño, sintiendo que tiene que recibirlo en el mismo plano con
que él viene.
Un niño lleno de
nostalgia de su madre y de su infancia. Y de su lengua que él busca en sus
peregrinajes por tierra, como también a través de los renglones que escribe, y de
la literatura y de autores como son aquellos que expurga en libros como este,
plenos de fervor y trascendencia.
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