El mundo andino en su modelo de
desarrollo comparado con el modelo occidental, que trajeron y que impusieron aquí
a sangre y fuego los conquistadores europeos en su incursión a nuestro
continente, se lo ha querido ver y dejar sentado que aquí vivíamos con siglos
de atraso y casi en la barbarie.
No es así, y al tratarse de
esto lo primero que tenemos que tomar en cuenta es qué variables se están
considerando en esta evaluación. Depende y hay que poner en claro que la
alternativa de desarrollo que aquí se erigió era distinta y completamente otra a
aquella que se consideraba de importancia en el ámbito europeo.
Y si fueron avasalladas
nuestras culturas primigenias eso tampoco constituye
un rasgo de valor de aquellas que vinieron, ya que traían una experiencia
guerrerista, de confrontación y conquista en las huestes que aquí llegaron, que
no por eso hay que concluir que eran más desarrolladas.
2. Como
hermanos
En contraposición al modelo occidental,
¿qué alternativa erigió el mundo andino?
Completamente otra y distinta
al afán de poder y acumular riqueza a costa incluso de guerras e invasiones.
Nuestra perspectiva es otra: fundamentalmente saber vivir.
Es cierto que aquí no conocimos
ni la rueda, ni la pólvora ni la escritura, pero eso no nos desmerece ni
descalifica, porque simplemente no la necesitábamos.
Ya que, por ejemplo: ¿cómo aplicar
la rueda en un territorio abrupto? ¿Para qué la pólvora cuando éramos una
cultura de paz?
Y, ¿para qué la escritura
cuando la oralidad que cultivábamos valoraba lo directo, la sinceridad y la
transparencia entre quienes nos reconocíamos como hermanos? Si habíamos llegado
a formas en que nuestra comunicación era perfecta.
3. Andenes
y caminos
En cambio, si midiéramos el
grado de desarrollo por los principios que aquí se pusieron en vigencia, como
la reciprocidad, el bien común y la solidaridad, ¿cómo quedaría lo europeo?
Y si lo visualizamos por la
organización que aquí se logró alcanzar, ¿qué conclusión habría? O si fuera por
las obras de ingeniería que aquí se ejecutaron, los resultados serán
completamente distintos.
Y por la alimentación que aquí
se pusiera en uso, en donde domesticamos plantas para hacerlas comestibles y
con alto potencial nutritivo. Y tuvimos un desarrollo extraordinario en cultivos,
en astronomía en función de la agricultura, en medicina y dominio del espacio
geográfico que nos caracteriza, en construcción de andenes
y caminos.
Como por nuestros valores en los cuales absolutamente no hay término de comparación, sentido en el cual la cultura andina resulta hasta utópica por su dimensión arquetípica y prístina ante la cultura europea.
4. Hacia
el mañana
Sin embargo, lo peor que nos
puede seguir ocurriendo en relación a la identidad es permanecer sumidos en la
miseria, como lo seguimos estando todavía. Y que es aquello que nos resta,
disminuye y atrasa. Y
que es lo que ocurre principalmente en el
ámbito de las poblaciones indígenas, hacia las cuales se ha infligido todos los
abusos, y en donde el cuadro que se presenta es de extrema pobreza, la misma
que se asesta mayormente en contra de nuestras culturas originarias.
De lo que se desprende que lo
principal que hay que corregir en la visión de la identidad es que ella no es
una noción ni visión anclada en el pasado.
Ni su signo es estar dando
vueltas en aquello que aconteció ayer. Ella se sumerge en el presente ardoroso,
vital y en combustión permanente, y para resolver los problemas del presente
con cara hacia el mañana y de manera vigorosa.
5.
La mirada
y
la mano firme
Lucha alentando valores
auténticos en la circunstancia que nos ha tocado vivir. Y que no se da de
manera fácil o al alcance de la mano, en una situación en que hay muchos
factores del exterior que condicionan la sintonía con lo que verdaderamente
somos y queremos.
Porque la esencia es un núcleo
muy hondo, y para captar la cual hay que tener la mirada y la mano firme,
señalando la dirección que debemos seguir. Hagámonos más únicos, más
solidarios, más fraternos. Y apoyémonos mutuamente. Y actuemos animosa y consecuentemente
en los pasos que hemos de andar.
Y lo principal es tener en
cuenta que lo que al final rige: que no es tan importante saber lo valioso que
somos, sino que sabiendo en dónde está el tesoro, explorar en dicho sitio,
extraer el caudal encontrado, y poniéndolo fuera, transformarlo en piedras
preciosas.
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