martes, 25 de mayo de 2021

26 de mayo. Siempre viva aquella flor. / ¡Por fin he vuelto!


26 DE MAYO
SIEMPRE VIVA AQUELLA FLOR

¡POR FIN
HE
VUELTO!

Danilo Sánchez Lihón





1. Una huella
imborrable

 

En Shorey ahora sopla un viento helado. He esperado ocho horas a la vera del camino.

Ya el crepúsculo se ofrece ensangrentado.

Aquí todo es de color ocre, con un barniz de verde tenue en los perfiles de piedras, cerros y horizonte.

Y dentro de ese panorama el amarillo de los caminos. ¿Será por las pisadas que se amarillan?

¿Será por el destino de la gente que padece que toman este color misterioso?

¿O será por tanto pensamiento y preguntas incontestadas en el alma de la gente que se hace una huella imborrable?

Porque es una hendidura profunda en que se hunden los caminos, ¡como heridas profundas en un rostro!

 



2. latir

del mundo

 

¿Y será así cómo se tornan viejos los caminos? Porque, ¿son viejos o nuevos los caminos?

Aquí otra vez es el encuentro con el barro del sendero. Años en que no hubo arcilla en la suela de mis zapatos. porque todo eran pistas, baldosas y cemento.

Ahora la piel y el latir del mundo se adhieren a las plantas de mis pies.

– Joven, por si acaso, ¿ira a Santiago de Chuco?

– Para allá voy, señor.

– ¿Puede llevarme?

– Suba.

– Y ¿puedo ir arriba, en el toldo?

– ¡Por supuesto!

 



3. Unas lejos

y otras cerca

 

– Eso sí, cójase bien en las curvas, porque puede salir volando.

– Me cogeré bien.

– ¿Ya? ¿Listo?

– ¡Ya vamos!

– ¡Hurra! ¡Aquí voy! ¡Vuelvo!

El camión da vueltas veloces en las curvas.

Cogido a un madero, con el rostro abierto a todos los vientos doy hurras, canto a la vida. ¡Vuelvo a mi tierra!

Estos son los paisajes de mi infancia. Estos los perfiles de los cerros. ¡Estos los sembríos!

¡Esta la techumbre de las casas unas lejos y otras cerca de la carretera con sus apriscos de piedra!

 



4. Cerca y

en lontananza

 

Encima de la caseta grito en todas las direcciones:

– ¡Aquí estoyyyyyyy! ¡Soy yo! ¡Vuelvo!

Grito al misterio que se muestra u oculta azulado en la hondonada.

– ¡Aquí estoyyyyyyy!

Reto al sol que ya se muestra rendido y pronto a ocultarse ensangrentando en el horizonte.

Grito a los nubarrones y a las piedras. A los árboles y a las briznas de hierba que se extienden por el campo.

– ¡Aquí estoyyyyyyy! ¡Vuelvo!

Y saludo con una reverencia a las piedras que son guardianes. Y a las casas de los pastores esparcidas aquí cerca y en lontananza.

 



5. Estoy

vivo

 

Todo aquí se hace puro.

Aquí los arroyuelos de agua bajan desprendidos de las nieves.

Cristalina se desliza el agua por la tierra negra y en las piedras desnudas. Yo les susurro:

– Esta es mi tierra. Hoy he vuelvo.

Y las lágrimas quieren ser también arroyuelos que se deslizan por mis mejillas y se hunden en la tierra.

Debo haber demorado mil años y siglos en regresar. Pero aquí estoy, ¡y hablo! ¡Estoy vivo, con el infinito del sol en mi alma!

¡Estoy vivo, y por fin vuelvo!

Con la noche y las estrellas que me hacen recordar lo ínfimo que somos ante tanta eternidad.

 



6. Tierra

mojada

 

Desde esta curva se avista Santiago de Chuco en la lejanía. Un promontorio que se eleva entre bajíos y cañadas.

Ahí está.

Un nidal engarzado en una rama. Un racimo de tejados y ventanas crecido en la savia de un árbol iluminado por la luz del sol ya en crepúsculo.

Dentro del lindero de montañas que lo abrazan un oleaje de techos rojos.

Un geranio escarlata bajo el infinito azul del cielo anubarrado.

Al contorno de ese diamante refulge la cordillera de los andes.

Dentro de él: puertas y calles por donde discurre la vida. Y en su entraña: amores. Con olor a tierra mojada, a alcanfores, a humo de cocinas.

 



7. Campana

de fiesta

 

Allá la luz del sol en las paredes y la luna en los últimos aleros de la tarde.

¡Qué de recuerdos se cobijan bajo estas techumbres! ¡Qué de amores, idos y presentes!

Hacia atrás y en lo alto el cementerio. Maíces y el trigo ya en espiga en las eras.

¡He vuelto! ¡Por fin, he vuelto!

Y en toda esta travesía al origen tú, niña adorada de mi infancia. Tú a quien nunca hablé, sino únicamente miré, pero a quien adoré reverente hasta el infinito de los tiempos.

Tú presente, no sé si al fondo o delante de las casas vetustas, como una campana de fiesta tocando a rebato para siempre en mi corazón.

 

Todas las fotos
Jaime Sánchez Lihón

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