La educación es el punto de apoyo de la
palanca que pedía Arquímedes para cambiar el mundo. Es el eje, la clave y el
gozne en donde se define el destino de los pueblos y de la humanidad. Y, en la
base de esta eclosión, y hasta proeza, está el maestro; quien con entrega y
acuciosidad ha ido afrontando retos y haciéndose cargo de los momentos
difíciles para hacer que el niño y el joven superen dificultades que a veces le
son infranqueables.
Es él quien va acompañando a superar
situaciones de penuria y hasta de adversidad de los seres bajo su cuidado,
olvidándose muchas veces de sus propias escaseces, estrecheces y privaciones. Es
el maestro quien con actitud paciente, noble y callada encausa el rumbo de las
personas individuales, colectivas, y hasta del mundo.
Es quien con sacrificio, constancia y
convicción indesmayable pone el brazo, los hombros y la espalda para sostener
el peso de las circunstancias que frecuentemente se tornan dolorosas. No es su
misión llenar un recipiente vacío con esta o la otra información o noción de la
realidad exterior. Su función es más bien formativa, convocando el caudal
interior que cada uno tiene y abriéndole cauce para que discurra por lugares favorables
y propicios en el universo.
2. Encarna
la esperanza
El maestro es quien de manera retirada y
silenciosa se hace cargo de lo más delicado y sutil a fin de enmendarlo y
situarlo en el camino oportuno, próvido y correcto.
Es quien deja lo contingente por lo
perdurable, quien en cada detalle está enseñando sin que se note ni advierta.
Quien logra la gesta de que cada persona se convenza que ahora puede hacer lo
que antes creía imposible.
Quien medita, sopesa y decide por qué ruta
enrumbarnos, ir y pasar llevando el barco hacia puerto seguro y distante. Y es
que ser maestro o educador no es solo una profesión sino fundamentalmente una
actitud, un modo de ser y una misión a cumplir frente al mundo.
De allí que su función se identifique con la
del apóstol, el líder y conductor de hombres y pueblos. Semejante también al
sacerdote que une lo ordinario y contingente con lo extraordinario y
trascendente.
Maestro es quien va a la cabeza, alienta y
responde por todo lo que ocurre y acontece. Es quien en todo momento da
esperanzas y hace que cada quien la descubra en su ser íntimo y en su contexto.
El maestro encarna la esperanza misma.
3. Ellos
son padres
Sin embargo, y pese a que lo pareciera,
maestro no es aquel que piensa por los demás o que licencia a los otros de la
capacidad y don de pensar y sentir autónomamente y piensa lo que deben pensar todos.
Sino todo lo contrario, es quien devuelve a cada quien la noción de pensar por
sí mismo y lo armoniza en una causa común y en un coro colectivo.
De allí que no se puede ser maestro por horas,
que cumplen una jornada marcada por un horario, y que abarca un período
determinado de tiempo.
Ni se puede ser maestro por turno, que
trabaja como maestro por la mañana o en horario vespertino o nocturno. Y el
resto del día trabaja en otra cosa. Y en la cual no sea maestro siempre, cada
minuto y cada segundo del día, y hasta en sueños.
Porque quienes abrazan esta profesión en la
vida son aquellos que han elegido ser padres de la comunidad a la cual
pertenecen y sirven. Y quienes ejercen a toda costa una paternidad responsable
para con su sociedad. Ellos son padres de la humanidad siempre y de manera
irrenunciable.
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