Nuestro Escudo es el gran sello del Estado del Perú mítico, legendario y
país mágico. ¡Tal y como ha sido y es en el fondo nuestro país!
Es el nuestro un escudo claro, diáfano y luminoso; y que es lo que lo
hace trascendente.
Donde no hay nada en él que esté demás. Y donde no hay nada que esté de
menos o le falte, que se extrañe o se haya olvidado de poner, a tal punto que
pareciera dictado por un ser supremo. Todo está allí, incluso lo pendiente de
cumplir.
En nuestro escudo está nuestra raigambre espléndida, el alma de nuestros
padres y la palpitación de nuestros hijos. Es nuestra insignia y divisa
nacional. Es lo que nos identifica.
En él está el lema y la consigna que nos convoca, que llevamos tatuada en
el alma y tenemos como código genético que recorre y empapa nuestra sangre.
2. De pie
y de perfil
Ya en lo que corresponde al campo de la heráldica, el Escudo Nacional
del Perú es de forma polaca, o de piel de toro estirada.
Cortado horizontalmente por la mitad y semi partido en la parte superior,
por en medio y que va hasta el centro, verticalmente.
Sin embargo, la parte inferior en donde está la cornucopia, abarca el
ancho completo de la figura.
En el campo superior izquierdo, teniendo un fondo azul celeste que
representa los límpidos cielos andinos, se erige la figura de una vicuña
inhiesta y altiva.
Es de la especie de los camélidos sudamericanos, posicionada de pie y de
perfil al natural, contorneada y mirando al interior del emblema patrio.
La parte en donde se ubica la vicuña en heráldica es llamada diestra del
jefe, o primer cuartel.
y virtud
En el campo superior izquierdo, cuyo fondo es de argén, o plata, como
signo de magnanimidad se eleva, y hasta crece y florece allí, podríamos decir,
el árbol de la quina, también al natural. Es él un vegetal de la región andina
de cuya corteza se extraen polvos medicinales para curar el paludismo, la
malaria y otras enfermedades tropicales.
Está puesto en el escudo como símbolo de todo aquello que cura o alivia
el dolor humano, aspecto en el cual el Perú ha sido y sigue siendo pródigo al
aportar el 70 por ciento de plantas medicinales que hasta ahora se conocen y
utilizan en la farmacopea mundial.
Y se puso allí puesto que la quina curó fiebres mortales y de gran
padecimiento que en la época de la colonia aparecieron como epidemia ante la
cual esta planta resultó siendo milagrosa, bálsamo y virtud
que desde aquí se extendió al mundo entero.
4. Símbolo
de la riqueza
En la base o en el campo inferior, en fondo de color rojo, o de gules, luce
una cornucopia de oro, orientada hacia la derecha, que derrama abundantes monedas
de oro, símbolo de la riqueza mineral y del renombre del Perú como país
fabuloso también en tesoros.
Ya en su parte alta o superior, como acompañamiento el escudo se aureola
con un timbre o una corona cívica de encinas, vista de plano y de frente.
La corona cívica es el máximo galardón que la patria otorga a quienes
sacrifican su vida por ella, como lo hicieron nuestros héroes, próceres y
mártires. Es un blasón, una diadema o tiara en que culmina o remata la
estructura de nuestro emblema nacional.
Y como soportes laterales, a modo de alas, se despliega un estandarte y
una bandera rojiblancos, que flamean a los dos sendos lados, orillas o costados
aledaños.
5. Máximo
galardón
Puesto el escudo en el pabellón nacional, es acompañado además de una
rama de palma en la diestra y otra de laurel en la izquierda.
Entrelazadas ambas en la parte inferior y haciendo rizos y volutas por
un cinto bicolor, rojo y blanco.
La representación más común nos muestra la rama de laurel frutada de
gules; que son pequeñas bayas de color rojo entre las hojas.
La rama de palma significa la victoria, y la rama de laurel la gloria.
La rama de palma muestra dos puntas quebradas que simbolizan las regiones de
Tarapacá y Arica perdidas durante la Guerra del Pacífico.
Esta es para mí la parte más conmovedora de nuestro Escudo Nacional del
Perú; este no perder la memoria de lo que nos ocurrió y que nos mantiene
desvelados, tanto por lo que eso significa como por los que allí murieron.
6. Cara
al sol
Y en mi caso, así como nunca dejo de poner la palma de mi mano en mi
pecho cuando entonamos el Himno Nacional del Perú, a fin de sentir los latidos
de mi corazón reverente y confiado, y a plena luz, ya sea que esté en una
tribuna o en el último rincón de una plaza, o de un patio.
La porto siempre en mis viajes y la hago flamear cuando hacer constar de
dónde vengo y a quien represento se trate. Y de expresar de alguna manera que
el Perú está palpitante en mí.
He portado y hecho flamear mi bandera, que siempre trato de que el
escudo no falte en ella, en lugares peligrosos.
– No se arriesgue tanto que puede ir preso. Me dijo alguien de un país
vecino. Y lo dijo amistosamente.
Así es cómo me arrodillo, embeleso y extasío contemplando nuestro escudo
flamear al trasluz de nuestra bandera, pensando en millares de compatriotas que
han dado su vida por ella, y cara al sol.
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