Todos los sueños se dan al
fondo de nuestro ser y casi siempre quedan sepultos. Solo los sueños de la
literatura emergen y se salvan a habitar en la realidad presente. Los sueños
son síntesis, la literatura por eso resulta más verdad que la historia misma.
Por eso:
– Se toman elementos de la
realidad para construir un mundo ficticio que cobra mayor verdad y sentido que
la realidad objetiva. De lo contrario no tiene sentido escribir sino echarse a
vivir.
– Se escribe en rebelión
contra el tiempo. El tiempo casi siempre nos vence, salvo en la escritura donde
nosotros lo derrotamos a tal punto que él se pone a seguir las huellas de la
escritura como un devoto peregrino obsesionado por conocer y sentir lo que en
él hay de trascendente.
– Por eso se cuentan
historias. Solo que retrátate en ellas. Has que la gente sueñe que pudo ser él
o ella aquel destino fulgurante del texto que tú escribes.
Manuel Scorza
2. Donde las papas
queman
– Por eso, escribe con
sangre, temblando y palpitante. Que la sangre permanezca en las letras por siempre,
viva, fluyendo y radiante y no derramada ni hecha coágulos.
– Por eso, escribe para
cicatrizar las heridas, pero también para volverlas a abrir. Para curar y
sanar, para no desangrarse más, pero también para volverlas a tocar y saber
dónde las tuvimos. ¡Y qué hondas fueron!
– Por eso, escribe textos que
tengan de canto y de conversación, de pasos y descansos; de derrumbes y
edificaciones, de caídas y redenciones. De lo sublime y carente.
– Por eso, escribe con todas
las fuerzas de tu alma. Debes ir donde las papas queman. No encandilarse con lo
precioso, ni lo ornamental. Evita el deliquio y la mera ambrosía.
El Apóstol San Juan, escribiendo el Evangelio
3. Reescribir
con el corazón
La práctica de la escritura
tiene que estar en el centro de la historia, acercarse a donde ella se urde y
se construye. Y a partir de allí:
– Ir a lo raigal del ser, a
la fuerza del ciclón, al dedo de Dios y al ojo de la tormenta.
– Ir al nudo, porque se
escribe para trasponer todo lo que se es hacia adentro y transvasarlo al mundo
de afuera.
– Ir a la clave, y la clave
es escribir, no pensar. La mejor idea no surge del pensamiento, sino que
borbotea en la sangre cuando ella se hace escritura.
– Ir al hecho, por eso no se
ha de pensar lo que se escribe. Se sufre y se goza. El escribir va directo al
ser.
– Ir y captar primero los
pasos, luego reescribir con el corazón. Para después reestructurar con el alma.
Para al final corregir ya con la razón, la lógica o la cabeza.
– Ir a la luz primera. Transfigúrate en letras o en vocablos escritos y así crea vida.
Oscar Wilde
4. Al escribir
volemos a nacer
Pero también en mucho
escribir es morir y volver a nacer.
Porque se escribe con las
venas abiertas y cargando toda la pena o el gozo del mundo.
La escritura es un lecho
donde se ofrenda la vida, desgarrados.
Sino mira esta página:
Era blanca y ahora yace
estrujada. Era impoluta y ahora está manchada, era lisa y ahora está llena de
surcos y heridas en el rostro.
Esta superficie era tersa y
ahora tiene trazos, huellas, marcas atroces en la cara. Era rectilínea y ahora
permanece doblegada.
Toda manchada de tinta
fragorosa. Toda como un campo arrasado de una guerra despiadada y sin cuartel,
mucho peor que un lecho donde se ha dormido, más parecido a un lecho donde se
ha gestado y se alza una vida nueva.
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