Se hizo solo,
se forjó a pulso desde la marginalidad y el mayor ostracismo. Sin embargo, a
los dieciocho años de edad su opinión o comentario en el periodismo en el cual
trabajó, causaba el influjo que puede tener un movimiento telúrico
En palabras
del sociólogo y filósofo Michael Löwy, es: "indudablemente el pensador
marxista más vigoroso y original que América Latina haya conocido”. Y José
Pablo Feinmann, filósofo y crítico cultural argentino, reconoce en él: “el más
grande filósofo marxista de Latinoamérica".
En quien el
nombre de los sabios incaicos Amauta,
calza cabal y perfecto. Que nadie recusa, siendo Amauta el sabio y maestro en
el antiguo Tahuantinsuyo, quien guía, orienta, ve en la oscuridad; hombre río, fortaleza,
y montaña viviente. Tanto que todos reconocemos aquí de quién se habla cuando
se dice simplemente y a secas: El Amauta.
Empero, ese
paradigma de hombre dejó de existir apenas a los treintaiseis años de edad, el
16 de abril del año 1930, suceso que fue toda una conmoción no solo en Lima
sino a nivel nacional y en el ámbito de América Latina.
2.
En el vientre
de
su madre
Nació con
tuberculosis artrítica u ósea, debido a que su madre padeció de anemia crónica
a causa del desgaste vital que tuvo que hacer para criar y proteger a sus hijos
que la muerte los fue arrebatando uno a uno.
Antes de José
Carlos cuatro hermanos suyos murieron de niños, pese al cuidado abnegado de su
madre, una mujer dedicada en cuerpo y alma a su trabajo y al cuidado de sus
hijos.
José Carlos
ya en el vientre de su madre era raquítico y tenía la enfermedad que después se
le agravó y terminó arrebatándole la vida a la edad de 36 años.
Y es que ella
sufrió el abandono constante de quien fuera su esposo, un aristócrata que no se
sabe cómo apareció en Sayán, distrito de Chancay, al norte de Lima.
Aunque luego
la familia emigra a la ciudad de Huacho, en donde ella trabajaba en el taller
de su familia dedicada a la talabartería.
3. En cuerpo
y alma
Y fue que un
día ella al asomarse a la ventana distinguió a un apuesto jinete montado en un
caballo brioso ricamente enjaezado. Se miraron y quedaron mutuamente
enamorados. Se conocieron y a escondidas se amaron.
Era un
forastero descendiente directo de una familia bien posicionada que llegó a
Sayán buscando destino, pero que más bien huía de sí mismo.
Allí
conquistó a la muchacha más hermosa del lugar que cayó fascinada por la
galanura de quien aparecía como representante de una clase social superior.
Ella era simpática y en su persona se reunían todas las virtudes de la mujer
provinciana y de clase popular.
Aquel galán
le demostró que para él no existía ser más precioso que ella en el mundo. Y se
entregaron el uno y el otro en cuerpo y alma.
Después de
engendrarle la primera hija se casó con ella pero adulterando su nombre. Sin
embargo, desaparecía por largo tiempo y volvía solo para engendrar con ella un
nuevo hijo.
4. Cargar
una cruz
No obstante,
tiempo después rompió con él hasta el punto de sellar aquella historia con una
lápida de silencio total, peor que el de un sepulcro, cuando supo que había
adulterado su nombre.
Pero más
cuando ella lo interpeló acerca de si era pariente de un hereje y apóstata,
como fue don Javier Mariátegui y Tellería, que resultaba ser su abuelo, y quien
no quiso confesarse ni recibir los santos óleos en el momento de morir, prueba
contundente para ella de estar endemoniado.
Por estos
hechos ella siempre creyó que había un estigma en sus hijos, por tener la
ascendencia genética de seres que no eran creyentes, contrarios a la iglesia y
que habían renegado de Dios.
Así la vida
de doña Amalia la Chira fue una penuria constante, cargar una cruz y un
calvario permanentes de quienes se consideran perseguidos por Dios.
5. Nació
aquel niño
Tanto fue así
que para huir de su marido y desaparecer ante sus ojos terminó refugiándose en
una tierra que no era la suya, gracias a la protección de una familia amiga que
se compadeció de ella.
Así se
trasladó a la ciudad de Moquegua en donde nació su hijo José Carlos en cuya
partida de nacimiento su madre figura como “viuda”, pese a que su esposo aún
vivía y con quien tiempo después todavía tendría otro hijo.
José Carlos
por el lugar en donde residía su madre debió nacer en Huacho ya que ella llegó
a Moquegua solo para refugiarse, y en donde sin embargo él nació el 14 de junio
de 1894.
Pero a quien
nunca quiso revelar la identidad de su padre, pese a que él le insistió muchas
veces en querer saberlo; así como ella ponía acero en ocultarlo, por temor a
que su hijo fuera contagiado o quedara bajo el influjo de alguna marca
infernal.
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