jueves, 3 de junio de 2021

3 de junio, 1987. La canción criolla es reconocida como Patrimonio Artístico de América. / Clavada al fondo del alma.


3 DE JUNIO, 1987
LA CANCIÓN CRIOLLA ES RECONOCIDA
COMO PATRIMONIO ARTÍSTICO DE AMÉRICA

CLAVADA
AL FONDO
DEL ALMA

Danilo Sánchez Lihón



Oscar Avilés y “Zambo” Cavero en la OEA


“Cuando no hayan aplausos,
cuando no tenga amigos,
cuando llegue el ocaso,
quiero que estés conmigo”
Juan Mosto

1. Se aviva
el espíritu

 Un día como hoy, 3 de junio del año 1987, se distinguió a la música criolla del Perú como Patrimonio Artístico de América.

Música y canción exaltada, pasional y jaranera, que hoy en día, pese a su extracción popular, recorre desde el solar del patio de tierra apisonada de una casa bajo el puente, como el salón dorado del Palacio de Gobierno.

Que ha llegado a cantarse y bailarse multitudinariamente hasta en las plazas, parques y hasta a la vera de las líneas ferras o los ríos de Europa, y de países con una honda y larga tradición popular en cuanto a música se refiere.

Tales, por ejemplo, como Italia, Austria, Rusia, como se prueba porque se han visto y se pueden seguir viendo en videos que se han difundido y se siguen difundiendo en Facebook, YouTube y otros medios. 

 

Sede de la OEA en Washington


2. Méritos

excepcionales

 

En dicha oportunidad, a la cual nos referimos, y que ocurrió el 3 de junio de hace exactamente 34 años, en el Auditorio Principal de la Organización de los Estados Americanos de la OEA en Washington, en los Estados Unidos de Norteamérica, se rendía pleitesía a la música criolla del Perú como “Patrimonio Artístico de las Américas”.

Y esto fue al rendirse homenaje a cinco artistas de este género, que fueron especialmente invitados a recibir estos honores en la sede de la OEA en Washington, como son los cantantes y/o autores; Jesús Vásquez, Oscar Avilés, Augusto Polo Campos, “Zambo” Cavero y Luis Abanto Morales.

Personajes de la composición, y de la interpretación musical, a quienes se los distinguió, de acuerdo con lo que reza y está estampado en los diplomas de honor que les fueran otorgados por el Secretario General de la Organización de Estados Americanos, don Joao Clemente Baena Soares, "Por sus excepcionales méritos y relevante acción a favor de la música de las Américas".

 

Jesús Vásquez


3. Contigo

Perú

 

En tal ocasión los homenajeados dieron un concierto titulado “El Perú canta a América”, donde se recuerda a Jesús Vásquez, luciendo un riguroso traje blanco y cantando el vals “Blanca Luz”, acompañada de Oscar Avilés, quien improvisó un solo de guitarra que fue estentóreamente aplaudido.

Sin embargo, en dicha oportunidad la emoción llegó a límites muy altos, y hasta supremos, cuando el “Zambo” Cavero, acompañado también por Oscar Avilés, cantó dos valses de Augusto Polo Campos.

Ellos fueron: “Contigo Perú” y el otro titulado “Y se llama Perú”, que hizo que el auditorio repleto de público en donde no podía entrar ya ni siquiera una aguja puesto que estaban invadidas y copadas hasta las gradas de las escaleras, como había afuera muchas otras personas que ya no pudieron ingresar, aplaudieran todas enfervorizadas de emoción.

 


Augusto Polo Campos

4. Cura y

desgarra

 

Esto sucedió al cantar el Zambo Cavero el vals “Contigo Perú”, agigantado por el sentimiento de identificación con la patria. El público asistente electrizado entonces se puso de pie y aplaudió por largos minutos, a lo que se agregaban las vivas y arengas.

Tiempo en que las lágrimas afloraron por los ojos y resbalaron por las mejillas de los asistentes. Se dice que al ver que mucha gente lloraba se escuchó decir a Oscar Avilés: “Zambo, para la próxima vez nos dedicamos a fabricar pañuelos”.

Y es que, como decíamos al principio, nuestra música es como nuestra comida, que subyuga, encandila y apasiona, por ser rica, sabrosa e insondable. Un deliquio, soberana y excelsa.

Es versión de lo inefable, que cura y desgarra al mismo tiempo. Que alienta y detiene, impulsa y esconde. Que nos arroja al combate y nos guarece para siempre.

 

He cantado bajo tu balcón


5. Después

se llora

 

Música criolla, principalmente la marinera, la polca y el vals de espacio cerrado, de paso corto, picadito y apretado, donde se aviva el espíritu y se encienden los corazones.

Música criolla que mejor se entona en casas de un solo piso, de paredes altas, de techos vetustos y suelo apisonado.

De salas alumbradas por faroles al borde de los caminos, o de calles que, por lo que se expresa en la letra de las canciones resultan ser abismos.

De conversaciones aparentemente frívolas y que no llegan al fondo de nada, pero que después, por lo que se dijo y no se dijo, nos desgarran el alma.

De galanterías anodinas que apuntan a citas clandestinas, de amoríos que parecen pasajeros y que después se lloran toda la vida.

 

Danzas y música criolla en cualquier lugar del mundo


6. Amor

fino

 

Donde se urden encuentros secretos mediante voces escondidas y casualidades premeditadas, de labios y lagrimones que se abultan en esperas y despedidas.

Música criolla de compases que incitan al baile, al encuentro de las manos, a los roces y a un beso furtivo.

De encajes, de pasos galantes que después se evocan en las calles solitarias y bajo la garúa interminable que no cesa porque queremos estar y ser sufridos.

De algún gesto que nos pareció una flor que se abre y se brinda y que después se lo siente y duele como un puñal.

Un dardo o flecha clavada en pleno pecho, sea en compás de tondero, de panalivio o de amor fino.

 

Se queman cohetes


7. Que jamás

acaba

 

De mujer y hombre bien definidos en los atuendos, de miradas fugaces y de vestidos escotados que perviven abultando los senos y caderas.

De giros que apenas se dejan advertir pese a que desencadenan temblores y terremotos muy dentro del alma.

Que he cantado hasta desgañitarme bajo tu balcón, esperando en silencio que te despiertes y que tu sombra se proyecte en algún muro

Música santa y pecadora, delicada e ilusoria, púdica y libertina, que niega y es comedida.

Que cuando se lo canta parece presente pero más es pasado y futuro desvelado e insomne de todo lo irrescatable.

Que parece traición y derrota pero que en el fondo es triunfo e inocencia que ya jamás acaba.

 

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