Música
y canción exaltada, pasional y jaranera, que hoy en día, pese a su extracción
popular, recorre desde el solar del patio de tierra apisonada de una casa bajo
el puente, como el salón dorado del Palacio de Gobierno.
Que ha
llegado a cantarse y bailarse multitudinariamente hasta en las plazas, parques
y hasta a la vera de las líneas ferras o los ríos de Europa, y de países con
una honda y larga tradición popular en cuanto a música se refiere.
Tales,
por ejemplo, como Italia, Austria, Rusia, como se prueba porque se han visto y
se pueden seguir viendo en videos que se han difundido y se siguen difundiendo
en Facebook, YouTube y otros medios.
Sede de la OEA en Washington
2. Méritos
excepcionales
En dicha oportunidad, a la cual nos referimos, y que ocurrió el
3 de junio de hace exactamente 34 años, en el Auditorio Principal de la
Organización de los Estados Americanos de la OEA en Washington, en los Estados
Unidos de Norteamérica, se rendía pleitesía a la música criolla del Perú como
“Patrimonio Artístico de las Américas”.
Y esto fue al rendirse homenaje a cinco artistas de este
género, que fueron especialmente invitados a recibir estos honores en la sede
de la OEA en Washington, como son los cantantes y/o autores; Jesús Vásquez,
Oscar Avilés, Augusto Polo Campos, “Zambo” Cavero y Luis Abanto Morales.
Personajes de la composición, y de la interpretación musical,
a quienes se los distinguió, de acuerdo con lo que reza y está estampado en los
diplomas de honor que les fueran otorgados por el Secretario General de la Organización
de Estados Americanos, don Joao Clemente Baena Soares, "Por sus
excepcionales méritos y relevante acción a favor de la música de las
Américas".
Jesús Vásquez
3. Contigo
Perú
En tal ocasión los homenajeados dieron un concierto titulado
“El Perú canta a América”, donde se recuerda a Jesús Vásquez, luciendo un
riguroso traje blanco y cantando el vals “Blanca Luz”, acompañada de Oscar
Avilés, quien improvisó un solo de guitarra que fue estentóreamente aplaudido.
Sin embargo, en dicha oportunidad la emoción llegó a límites muy
altos, y hasta supremos, cuando el “Zambo” Cavero, acompañado también por Oscar
Avilés, cantó dos valses de Augusto Polo Campos.
Ellos fueron: “Contigo Perú” y el otro titulado “Y se llama
Perú”, que hizo que el auditorio repleto de público en donde no podía entrar ya
ni siquiera una aguja puesto que estaban invadidas y copadas hasta las gradas
de las escaleras, como había afuera muchas otras personas que ya no pudieron
ingresar, aplaudieran todas enfervorizadas de emoción.
4. Cura y
desgarra
Esto sucedió al cantar el Zambo Cavero el vals “Contigo
Perú”, agigantado por el sentimiento de identificación con la patria. El
público asistente electrizado entonces se puso de pie y aplaudió por largos
minutos, a lo que se agregaban las vivas y arengas.
Tiempo en que las lágrimas afloraron por los ojos y resbalaron
por las mejillas de los asistentes. Se dice que al ver que mucha gente lloraba se
escuchó decir a Oscar Avilés: “Zambo, para la próxima vez nos dedicamos a
fabricar pañuelos”.
Y es que, como decíamos al principio, nuestra música es como
nuestra comida, que subyuga, encandila y apasiona, por ser rica, sabrosa e
insondable. Un deliquio, soberana y excelsa.
Es versión de lo inefable, que cura y desgarra al mismo
tiempo. Que alienta y detiene, impulsa y esconde. Que nos arroja al combate y
nos guarece para siempre.
He cantado bajo tu balcón
5. Después
se llora
Música
criolla, principalmente la marinera, la polca y el vals de espacio cerrado, de
paso corto, picadito y apretado, donde se aviva el espíritu y se encienden los
corazones.
Música
criolla que mejor se entona en casas de un solo piso, de paredes altas, de
techos vetustos y suelo apisonado.
De
salas alumbradas por faroles al borde de los caminos, o de calles que, por lo
que se expresa en la letra de las canciones resultan ser abismos.
De
conversaciones aparentemente frívolas y que no llegan al fondo de nada, pero
que después, por lo que se dijo y no se dijo, nos desgarran el alma.
De
galanterías anodinas que apuntan a citas clandestinas, de amoríos que parecen
pasajeros y que después se lloran toda la vida.
Danzas y música criolla en cualquier lugar del mundo
6. Amor
fino
Donde
se urden encuentros secretos mediante voces escondidas y casualidades
premeditadas, de labios y lagrimones que se abultan en esperas y despedidas.
Música
criolla de compases que incitan al baile, al encuentro de las manos, a los
roces y a un beso furtivo.
De
encajes, de pasos galantes que después se evocan en las calles solitarias y
bajo la garúa interminable que no cesa porque queremos estar y ser sufridos.
De
algún gesto que nos pareció una flor que se abre y se brinda y que después se
lo siente y duele como un puñal.
Un
dardo o flecha clavada en pleno pecho, sea en compás de tondero, de panalivio o
de amor fino.
Se queman cohetes
7. Que jamás
acaba
De
mujer y hombre bien definidos en los atuendos, de miradas fugaces y de vestidos
escotados que perviven abultando los senos y caderas.
De
giros que apenas se dejan advertir pese a que desencadenan temblores y
terremotos muy dentro del alma.
Que he
cantado hasta desgañitarme bajo tu balcón, esperando en silencio que te
despiertes y que tu sombra se proyecte en algún muro
Música
santa y pecadora, delicada e ilusoria, púdica y libertina, que niega y es comedida.
Que
cuando se lo canta parece presente pero más es pasado y futuro desvelado e
insomne de todo lo irrescatable.
Que
parece traición y derrota pero que en el fondo es triunfo e inocencia que ya
jamás acaba.
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