LA FLOR DE LA CANELA
QUE
YA
NUNCA
MORIRÁ
Danilo Sánchez Lihón
excepcional
El vals La flor de la canela que es un
emblema nacional del Perú, su antora Chabuca Granda, siempre declaró que fue
inspirado por la dama de raza negra Victoria Angulo Castillo de Loyola.
Era vecina del distrito limeño del
Rímac, y a quien Chabuca le ofrenda esta canción como regalo de onomástico el
día que aquella señora cumplió años, y que fue un 21 de julio del año 1950.
El título es
una frase que en el Perú se usaba desde principios de la época virreinal como
expresión de finura, de preciosidad y exquisitez; de gracia, distinción y
donaire; como de calidad y hermosura excepcional.
Se la decía
para señalar a lo muy bien hecho y logrado y magnífico, a lo perfecto y
acrisolado, como a lo impoluto y no contaminado.
2. Geografía
del alma
A lo cual se
le decía “La flor de la canela”, como ahora ha quedado plasmado una canción que
nos representa.
Así como al
interior de la canción, además de esta que le da título, hay otra frase típica
entre nosotros, y cuál es: “El puente, el río y la alameda”.
Esta expresión
la consagró el historiador Raúl Porras Barrenechea, dedicándola a Chabuca
Granda a quien conoció de niña, y la orientó en el cultivo de un limeñismo
sutil, galano y esencial.
La pergeñó
para ella, como una manera de acercarse a esa
geografía del alma que ella trataba de evocar y reflejar en sus
canciones.
3. Ya nunca
morirá
Sin embargo,
la canción fue lanzada a la fama un año después de su composición, es decir en
1951, y a quienes les deparó la suerte tener este honor fue al trío Los Chamas,
para después ser interpretada por los más célebres artistas de la canción en el
mundo.
Vals en donde
ha quedado indeleble y encantada la Lima señorial, de mantilla y pañuelo; de
sedas y tafetanes; de brocados y terciopelos, como de altares, procesiones y
escapularios.
En ella ha
quedado estampada la Lima de atavíos y celosías, de encajes y bordados, de
paseos y estandartes y fiestas agraciadas y primorosas. De honor,
caballerosidad y desprendimiento.
Aquella Lima
elegante, de blasones y donaire, cuyo aroma por estar impregnada en esta
canción ya nunca morirá.
Y que, más
bien, irradiará eternamente cada vez que se module o entone la letra y la
melodía, los sones y bordones que acompañan esta endecha que ha pasado a ser un
ícono nacional y un patrimonio universal.
4. Aromas
de mixtura
Y que empiezan
diciendo así:
Déjame que te cuente limeño,
déjame que te diga la gloria,
del ensueño que evoca la memoria
del viejo puente, el río y la alameda.
Déjame que te cuente limeño,
ahora que aún perfuma el recuerdo,
ahora que aún se mece en un sueño
el viejo puente, el río y la alameda.
Jazmines en el pelo y rosas en la cara,
airosa caminaba la flor de la canela,
derramaba lisura y a su paso dejaba
aromas
de mixtura que
en el pecho llevaba...
5. Realidad
y fantasía
Canción donde se recoge tal cual es el
encanto de la limeña en el compás del balanceo de la cadera en el caminar.
Donde el centro, como imagen, además del
hombre y la mujer, es “el puente, el río y la alameda”, seguramente aquel que
cruza de la Lima antigua al barrio del Rímac popular, sufrido y ensimismado en
el espacio y el tiempo.
Donde el río es sinónimo de devenir, de
historia y tradición, donde la alameda representa el paso de la vida simple,
espontánea y cotidiana. Y el puente lo que hay de inolvidable y trascendente.
Canción airosa y galana, como los
personajes que evoca, hombre y mujer, y todo lo que la canción recrea. Donde no
falta el preciosismo de las flores de la “Ciudad Jardín”, de la Lima señorial,
con su carácter etéreo, sublime y de ensoñación.
Donde se juntan realidad y fantasía, el pasado y el futuro de la Tres
Veces Coronada Villa de los Reyes, que se llama así porque ciertamente fue
coronada tres veces, pero que al decir “Ciudad de los Reyes” no alude, esta
vez, a los reyes terrenales, ni de España ni de otro lugar, sino a los Reyes
Magos esotéricos, bajo cuya advocación Lima fuera fundada.
6. Adornada
con jazmines
Y continúa así la letra y música de la
canción:
Del puente a la alameda, menudo
pie la lleva
por la vereda que se estremece
al ritmo de su cadera,
recogía la risa de la brisa del río
y al viento la lanzaba
del puente a la alameda.
Déjame que te cuente limeño,
¡Ay!, deja que te diga moreno mi
pensamiento,
a ver si así despiertas del sueño,
del sueño que entretiene, moreno,
tu sentimiento.
Aspira de la lisura que da la flor de
canela,
adornada con jazmines matizando su hermosura,
alfombra de nuevo el puente,
y engalana la alameda,
que el río acompasara su paso por la
vereda.
7. Vereda que
se estremece
Rememorando, seguramente, la Alameda de
los Descalzos o el Paseo de Aguas de la Lima del Virrey Manuel Amat y Junyent,
y de Micaela Villegas, La Perricholi, su amante presumida, casquivana y
caprichosa. Donde en la canción se vuelve a repetir:
Y recuerdo que:
Jazmines en el pelo y rosas en la cara,
airosa caminaba la flor de la canela,
derramaba lisura y a su paso dejaba
aromas de mixtura que en el pecho
llevaba.
Del puente a la alameda, menudo pie la
lleva
por la vereda
que se estremece
al ritmo de su cadera...
De tono lánguido y a la vez
festivo, de ritmo evocador y a la vez tangible, donde está presente el hecho
cotidiano, pero también el boato, la excelsitud y la gloria de una ciudad en
muchos aspectos legendaria y hasta mítica.
Donde está presente la arquitectura y la
evocación de la memoria de la Lima dorada, de la Lima evocada con ribetes de
leyenda, de aureola y de estampa palaciega. Canción “La
flor de la canela”, que además de la gracia y el misterio que contienen, apunta
directamente a lo que el corazón siente, demanda y trasciende.
Los textos
anteriores pueden ser
reproducidos,
publicados y difundidos
citando autor y
fuente
dsanchezlihon@aol.com
danilosanchezlihon@gmail.com
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