Invadido como fue el pueblo de
Hamelin en la Baja Sajonia en la actual Alemania, por turbas interminables de
ratones, y al no haber podido sus pobladores deshacerse de ellos, apareció aquel
personaje extravagante que manifestó, sin embargo, que él podía hacer desalojar
a los roedores que estaban asolando la ciudad.
Y que ya cubrían como una ondulación
plomiza y cenicienta todo lo que antes lucía colorido y magnificente; y que
ahora era gris, monótono y bamboleante, sea lo que sea en donde se posaran los
ojos.
Y se comprometió solemne y
formalmente a solucionar este inconveniente por la suma de 100 monedas de oro. Las
autoridades del pueblo incluyendo el alcalde le aseguraron que en caso de ver
cumplida su promesa le pagarían la cantidad solicitada en el acto, sin plazos,
demoras ni postergaciones.
Pero en vez de todo trajín
movimiento y remoción de materiales, en vez de algo práctico, empezó entonces de
parte del extraño y desconocido personaje, la interpretación de una música extraña.
Y mágica.
2. Eran
miríadas
Porque mientras la tocaba hacia
él empezaron a caminar tranquilamente por las calles por donde iba tocando su instrumento
oleado tras oleada de ratones que empezaron a seguirlo e ir detrás suyo como
halados por una fuerza invisible; extasiados e inatajables.
Cruzó el río y ellos por seguir
la inusitada melodía, o no se sabe por qué razón secreta e inexplicable, se
fueron arrojando a las aguas turbulentas subyugados y felices, no quedando ni
uno solo de estos escrutadores, siempre misteriosos e imprevisibles y pequeños
seres animados.
Pero solo se consigna que
desaparecieron, de lo contrario el río Weser, por donde desaparecieron estos
animales, se hubiera atorado en algún sitio en el discurrir de su cauce, puesto
que eran miríadas de seres que se movían.
Pero los habitantes de Hamelin,
visto que el problema estaba solucionado, y que no le había costado casi nada
desalojar a los ratones, ninguna inversión ni servicios colaterales ni de
apoyo, al estrambótico tañedor de flauta le dijeron:
3. ¿De dónde
viene?
– ¡Esta solución que ha sido
sencilla en verdad no vale tanto en monedas de oro!
– Acaso, ¿sólo por tocar una
tonada insulsa vamos a abonar 100 monedas de oro?
– ¡No! De ninguna manera.
¡Imposible pagar esa suma!
– ¿Qué se ha creído este tipo? ¡Además
no sabemos su procedencia! ¡Dejemos sin efecto el acuerdo!
– Que
diga, ¿de dónde viene? ¿Quién es? ¡Hay que investigarlo! ¿Cuáles son sus
antecedentes, sus títulos, sus recomendaciones?
– Que diga, ¡quién lo respalda
y a quién representa!
– ¡Que se largue! ¡Fuera de
aquí! ¡Vete! –Vociferaron.
4. Verán
entonces
En el fondo dicha actitud es de
incomprensión y el desprecio que siempre ha existido por el extraño, por el
extranjero y por el arte; más lamentable si es que eso se produce por quienes
ocupan cargos públicos y son autoridades, como es el caso que aquí ocurre.
El flautista reclamó invocando
el contrato al cual habían arribado y que habían convenido formalmente. ¡Pero
no! Al contrario, se burlaron e hicieron mofa de él.
Y lo trataron con sorna y amenazas,
como se maltrata a los que son de otros lugares, y a los que se valen de otros
recursos que los simplemente mecánicos y concretos, como son los músicos y los
poetas, quienes al final son quienes fundan o inauguran órdenes nuevos.
¡Cómo este en el cual vivimos y
que en algún momento fue un mundo nuevo!
– ¡Ajá! ¿De ese modo se cumplen
los compromisos pactados? ¡Verán entonces! –Dijo el flautista.
5. Se los sigue
buscando
Regresó otro día al amanecer y
empezó a entonar otra melodía mágica que levantó de los lechos donde dormían
solo a los niños, despertándolos en sus camas, ya hechizados.
Y hacia donde él tocaba
empezaron a seguirlo por el sendero, mientras él iba adelante entonando su
música sibilina.
Los niños desaparecieron sin
saber tampoco el sitio por donde se esfumaron, aunque se dice que fue por una
cueva. Solo dos fueron encontrados, uno que era ciego y otro lisiado de una
pierna, quienes al quedarse rezagados no pudieron desaparecer junto con ellos.
Y no porque se resistieran a ir
tras él, sino porque no pudieron concatenar sus pasos con la caravana de niños
subyugados por la melodía embrujada.
Lo cierto es que los restantes niños
nunca más fueron hallados hasta ahora en que se los sigue buscando, y para lo
cual de cuando en cuando se conforman comisiones investigadoras.
6. Un enigma
irresoluble
Lo cierto es que nadie sabe
cómo, hasta el día de hoy desaparecieron, períodos o épocas las nuestras en que
todavía se los busca vanamente y sin poder encontrarlos.
De esto hace 734 años, puesto
que aquellos sucesos ocurrieron un 22 de julio del año 1284, dicen unos. Aunque
otros estipulan que más bien ocurrió el 26 de junio, pero de aquel mismo año.
Lo que prueba pasado el tiempo que
es cierto, fechas que la historia ha registrado con minucia, prolijidad y
asombro. Vértice además este en que el mundo objetivo y el fantástico se juntan,
se unen y confunden. Fecha en que traban sus dedos, constituyendo fusionados un
enigma irresoluble.
Punto de encuentro en el cual
aparece el lado del saber y por otro el de la ignorancia; el ámbito caudaloso de
la emoción y el precario de la razón; la faz inescrutable del mundo mágico y el
gesto impotente del cálculo y la lógica, que conforman, con el intelecto y el universo
de la fe, la dimensión acrisolada e infinita que tiene, o es, el ser humano.
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