domingo, 25 de julio de 2021

24 de julio. Es fiesta en mi comarca. / Hoy bajan las bandas de carrizo.


24 DE JULIO
ES FIESTA EN MI COMARCA

HOY BAJAN
LAS BANDAS
DE CARRIZOS

Danilo Sánchez Lihón




¡Lo entiendo todo en dos flautas
y me doy a entender en una quena!
César Vallejo

1. De par
en par

 

Hoy desde el patio de nuestras casas oímos los sones que vienen desde una o dos cuadras antes, hacia arriba, y que es de la banda de carrizos que está ingresando a nuestro pueblo.

Baja a integrarse a los festejos de celebración del Apóstol Santiago en su fiesta patronal del mes de julio, en el pueblo de Santiago de Chuco.

La presencia y la actuación de estas bandas de carrizos es una expresión genuina de música popular tradicional en el desfile de bandas y delegaciones, hermandades y comitivas, de mojigangas y comparsas en esta conmemoración jubilar que se realiza cada año.

En nuestro caso las oímos venir por el jirón Manco Cápac, luego volteando por la calle donde está la panadería de don Wilfredo Luján.

Y pronto doblando ya por la Caja de Depósitos y Consignaciones. Y ahora pasando delante de la puerta de nuestra casa abierta de par en par.

 


2. Ah pueblo

inmenso

 

Tengo aquí entre mis manos documentos que registran el dato de que en el año 1956 se realizó el Primer Concurso de Bandas de Carrizos, promovido por el instructor Premilitar de aquel entonces en mi tierra. Allí participaron cincuenta conjuntos musicales, siendo la agrupación premiada la Banda de Carrizos del Caserío de La Cuchilla, ocupando el primer lugar.

Es esta banda precisamente la que ingresa por mi calle. Porque La Cuchilla queda hacia la parte alta de mi comarca y hacia ese lado queda mi casa. Ocupó el segundo puesto la Banda de Carrizos de Santa Cruz de Chuca que ingresa al pueblo más bien por otro camino que es el barrio de Andaymarca, o de la carretera a Cachicadán, que es el otro extremo de mi pueblo.

Las bandas de carrizos, que con ese nombre las llamamos, entonan en su repertorio huaynos, serranitas y marineras. Y una tonada irrepetible compuesta de yaravíes pero en la cadencia de marchas militares. ¡Ah pueblo inmenso y grandioso!

 


3. En donde

brotan

 

Hoy día pasan marchando y enfilados de a tres, haciendo sonar sus instrumentos que soplan encandilados con sus bocas, y con el movimiento de sus dedos en los orificios de las cañas modulan hondas tonadas, mirando siempre los horizontes y en ellos algo irreal con sus ojos ilusos.

Pasan aguerridos, para enfilar después calle abajo por el jirón llamado ahora César Vallejo, porque aquí nació y en este momento pasan delante de su casa, por donde escuchamos sus sones límpidos y dulces que trae el aire a retazos y en donde se evoca toda la campiña.

Eso sí: toda la banda está compuesta de músicos que solo utilizan enseres de viento hechos de carrizo y por ellos mismo. Ninguno es de metal ni comprado en las tiendas, todos son de madera o caña, como son: quenas, antaras, andaritas y traveseras. De allí que su sonido sea afable, cordial y edulcorado, seguramente influido por los manantiales en donde brotan esas plantas o vegetales de que son hechos sus instrumentos.

 


4. Y detrás

de ellos

 

De allí que recojan los rumores del agua y de la luna que boga solitaria sobre las aguas sosegadas.

Pero hay a la vez hay algo de valiente, de marcial e invencible en sus compases. Así como mucho de melancólico y acongojado.

¡Tienen mucho de lento, de penumbra y adelgazado!, como es en realidad la pena. Pero igual de fervoroso y esperanzado.

O será quizá, porque todas estas bandas son de los caseríos de Santiago de Chuco que absorben el candor que dan las espigas y las acequias cantarinas que bajan por los apriscos.

Porque así pasan sus integrantes, con los ojos inocentes y los gestos candorosos, uniformados de rústicos pantalones y chaquetas azules, en dirección a la plaza donde rinden su adoración al "patrón bendito", al taitito Santiago milagroso.

Y detrás de ellos siempre lo sigue una comitiva de gente del campo, compuesta de lugareños. Y de la vecindad que los siguen y vienen a acompañarlos. En realidad es la familia que siempre va con ellos.

 


5. Otra

manera de llorar

 

Yo, que tanto amo las danzas y sones de mi tierra, pese a que estos compases me conmueven y emocionan sobremanera, nunca las seguí a las Bandas de Carrizos por calles y plazas, como sí hice con otros conjuntos y mojigangas. ¿Y saben por qué?

Porque encontré íntimamente que sus sones suenan más dulces y profundos tras los adobes de las paredes o los muros enjalbegados. O tras las pircas de piedras y los tapiales de paja verdecida de nuestras casas ensimismadas que se vuelven más amorosas aún desde dentro con sus compases inusitados.

Siempre me quedé oyéndolas sin seguirlas por las calles, escuchándolas desde detrás de un muro o una ventana. O más aún tienen un hálito profundo escucharlas desde un patio silente, o desde un corredor adormecido. O desde un huerto extasiado.

Porque sus acordes llegan entonces con todo lo que le ponen los tejados y los árboles. Y porque adivinamos las calles por donde pasan y las esquinas por donde dan la vuelta, cuando nuestro pueblo se nos ha metido en el alma. Y que es otra manera de llorar.

 


6. Eso

se siente

 

Varias veces que sus sones han llegado a retazos a mi recuerdo me he quedado imaginando de donde pudieran haber extraído ese aire a infinito en sus acordes y melodías.

Y he llegado a la conclusión que es porque sus ensayos los hacen al amanecer o de atardecida pero siempre en una parva de trigo, de cebada y de arvejas, que son los únicos lugares planos entre tanto declive y pendiente de las montañas.

Porque ensayan frente a los crepúsculos desgarrados y a las cadenas de cerros y montañas estupefactas, teniendo abajo las hondonadas y los abismos.

Y porque al ensayar sus melodías absorben en esas leves cañas la brisa fresca que pasa y que reúne todos los rumores de la naturaleza, e incluso las voces de la familia que ya se reúne alrededor del fuego en donde se cuece algún yantar rico o pobre.

Porque eso se siente en las notas quebradizas y ululantes de sus marchas y composiciones.

 


7. Esperando

nuestro regreso

 

Sones que hacen más transparentes y asombrados los ojos de sus conmovidos y candorosos ejecutantes. Y más hondo, indeleble y translúcido el amor por nuestra tierra.

Sones en donde está presente ese mecerse de los trigales y sus espigas. O cuando el agua corre en la hondonada y es transparente. O cuando se descuelga abrillantada por entre peñascos y roquedales.

Sones que evocan la tierra fecunda, morada, amarilla o negra, pero siempre dorada, y sus flores imprevistas.

Tierra de las mil gamas y matices como las polleras de sus mujeres y las enseñas que son tejidos y franjas de colores que transportan los varones en sus manos y que hacen flamear como banderas.

Como evoca también el árbol de manzana y el limonero, las enredaderas y la yerba buena de los arroyos, la higuerilla y el cactus absorto; y la tapia vieja que nos espera.

Y la paciencia de dar tiempo hasta que la lluvia escampe, como esperando nuestro regreso. 


Todas las fotos
Jaime Sánchez Lihón

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