DEL PERÚ
– ¡Compañías!
Es la voz de mando del estudiante
que cumple la función de brigadier general en el ensayo de los alumnos del
Colegio Santiago el Mayor para el desfile de Fiestas Patrias.
– ¡Paso de desfile…!
Espera unos segundos
escuchando el compás de las pisadas que se asientan en la tierra como el oleaje
que rompiera en un acantilado, para ordenar:
– ¡Marchen!
Las dos columnas, una de
mujeres y otra de varones dejan caer el primer paso que se venían dando, pero
para que esta vez resuene con un golpe parejo haciendo temblar el suelo del
patio.
Es la víspera del desfile y
ensayan en el patio de la vieja casona donde ha empezado a funcionar el recién
fundado Colegio del pueblo de Santiago de Chuco, el primero de Educación
Secundaria en crearse en todo el ámbito de la provincia.
2. La frente
hacia lo alto
Es la cuarta semana del mes
de julio y yo he venido acompañado a mi padre a una visita a la añosa casona
detrás del campanario donde él tenía cita con su amigo, el profesor Romeo Solís
Rosas Anaya, músico, pedagogo, gestor y ahora flamante director del nuevo y
pujante plantel estudiantil.
Llegamos en el momento en
que alrededor del patio el alumnado que ha ingresado este año hace un ensayo
para el desfile escolar de las Fiestas Patrias, donde por primera vez desfilará
una institución educativa del nivel de la Educación Secundaria.
Dos agrupamientos, de tres
columnas cada uno, marchan con la frente levantada hacia lo alto, sin un gesto
vano o fallido en los rostros, sin una mirada distraída, los semblantes
serenos, candorosos, casi iluminados.
3. Puquios
de agua
Adelante, en cada vuelta
que dan alrededor del patio, va la sección de mujeres en líneas de a tres, en
marcha acompasada, con sus uniformes de falda azul y blusa blanca.
Son unas muchachas altas,
límpidas y hermosas que me admira verlas como brotes inusitados de nuestros
manantiales, ríos y bosques encantados; de nuestras flores, nevados y puquios
de agua.
Delante de todas ellas, con
su bastón de mando blanco, la mirada indoblegable.
Todo el talante imbuido de
ideales, marcha la brigadiera de aquel agrupamiento.
4. Un haz
de espigas
Es ella quien traza el
sendero con sus pasos a la vez femeninos y marciales, indicando con un gesto
dónde hacer los giros, volteando de vez en cuando para indicar algo con la
mirada, señalar un movimiento, o vigilar una conducta.
Todo parece depender de
aquella joven delgada, etérea y a la vez exacta. Y, ¡qué preciosa!
Son más o menos entre ochenta
y cien muchachas y muchachos a quienes yo contemplo subyugado por su distinción
y compostura. Un haz de espigas entresacadas de nuestros campos, de suyo
floridos.
Impresiona la seriedad de
esos rostros, el aplomo de los gestos, la altivez de su carácter.
5.
El perfil
de
las montañas
Envueltos varones y mujeres
en sus uniformes impecables giran en el patio de tierra apisonada delante de
las paredes blancas de adobe que coronan en lo alto racimos de malvas y mostazas.
En el balaustre del segundo
piso mi padre dialoga con don Romeo Solís Rosas que, en sus lentes, bajo el
techo cimbrado de la casa vetusta, concentra todos los horizontes y el perfil
de las montañas azuladas con las nubes bogando en el anchuroso firmamento.
Teniendo como contorno los
muros florecidos después de las lluvias de mayo y de junio. Más arriba quedan
las techumbres rojizas de las casas. Y, más arriba todavía, el cielo azulado
con vellones apelotonados de nubes albas.
Los textos anteriores pueden ser
reproducidos, publicados y difundidos
citando autor y fuente
dsanchezlihon@aol.com
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