La literatura infantil y juvenil
se hace y se anima a cada instante, a cada hora y a cada minuto en que esta se
la recrea, compartiendo la vida con un niño o niña, o con un grupo de ellos, o
con un conjunto de personas en un auditorio.
Y se hace por la gracia y el
encanto que conlleva y, creo yo, para mejorar y hasta cambiar el mundo, a veces
poco y a ratos al parecer nada. Pero, a veces también de manera ostensible y
radical, lo cual es mucho y bastante.
Y más logra y consigue cuando
reivindica lo humilde, se absorbe en lo aparentemente feo, vano e inútil. Y hasta
en lo deforme y monstruoso.
Y es que cuando un niño escucha
un cuento modifica a tal punto su visión de la realidad que cambia siempre
hacia el bien, hacia los valores, hacia la vida auténtica y hasta heroica.
Y este oculto, y aparentemente
olvidado propósito, no es que sea una ilusión, sino que en verdad se cumple y
efectiviza de ese modo la verdadera utopía.
2. El docente
en su rol de mediador
La literatura infantil recreada
mediante el acto lector que realiza cada niño establece un vínculo directo con
la obra y mediante ésta con la vida más palpitante.
¿Cuál es entonces el rol del
maestro en este vínculo? Convocado a esta fiesta, él es un animador, quien incita,
entusiasma y alienta a la lectura. Y en muchos casos él lee de manera vivaz y magistralmente.
Porque el niño necesita a
alguien que lo aproxime y lo conduzca por ese ámbito intrincado y, muchas veces
enrarecido, que tupe y tiñe a la literatura infantil con los colores más
sombríos y las presencias más espeluznantes.
El profesor es el mediador y
hará que el niño reconozca la asombrosa literatura existente y disponible para
él como una fiesta, como un goce supremo y un banquete espiritual; que como
seres humanos no podemos desperdiciar ni desconocer por ser un rico acervo para
descubrir y agotar en nuestra breve existencia.
3. Soñar
libremente
Para lograr estos propósitos:
1. Leerá mucho para seleccionar
lo que es más contundente para captar de sus niños la atención y devoción hacia
la literatura.
2. Recomendará textos de autores
pertinentes para cada situación por la que atraviesa el niño.
3. Será un gran motivador
comprometido por el destino de cada niño en particular, al cual proveerá de los
textos que, según la intuición del profesor, operará el despertar, las
potencialidades del niño, en el sentido que el profesor ha previsto.
4. Mediante su orientación
magistral logrará que los niños se dejen atrapar por la lectura, siendo sus
recursos el utilizar la fantasía, haciendo que los niños sueñen libremente
impulsados por las emociones que se desprenden de los textos, evitando que las
lecturas sean objetos de evaluación y motivo de tareas que el niño no asume con
entusiasmo, aspectos que hay que evitar de un modo tajante.
4. Rol
del docente
Mucho del prestigio y
desprestigio de la literatura infantil se debe a este punto de conexión externo
y ajeno a lo que es el nervio vital del arte.
Y es cuando se usa la literatura
infantil para dar lecciones, las menos aparentemente dañinas: las de gramática
o de preceptiva literaria, descuartizando sobre la mesa algún bello fragmento
de un texto literario.
Se cae también en la tentación
de incentivar con ella a fines que se proponen como superiores o altruistas,
hechos que han dado como resultado una actitud de recelo y hasta de rechazo del
niño a esta manifestación del arte.
Respecto a este punto hay que
concluir que nada es más valioso que el goce de la literatura misma, dejando
que ella fluya sin interferencias, de tal modo que no anule lo supremo e
infinito.
Al respecto y como buen ejemplo
recordaré aquí que había un maestro que después de leerle a los niños un buen
cuento. con todo el arte de la lectura vivaz, al terminar con ella y viendo los
rostros emocionados y vibrantes de sus alumnos les decía: “ahora crucen los
brazos, hundan sus cabezas en ellos y sueñen. Sueñen hondo y en grande.
¡Sueñen!”
5. Reto
y desafío
Porque siendo así, ante la buena
y mala literatura con que pueda tropezarse el niño, es importante confiar en el
propio niño quien ha de saber discernir y seleccionar. Es su propia madurez lo
que va a ayudarle a ser cada vez más selectivo.
Teniendo en cuenta que la
literatura permite al niño confrontarse con muchas experiencias, ideas y
mensajes valiosos para el encuentro con su ser más auténtico.
De esa manera ellos saben
entonces que se produce el encuentro, el hallazgo de sentido que va adquiriendo
para proyectar su vida, el horizonte en lontananza hacia el cual dirigirse.
Aparece el sentido dinámico,
propositivo, creador; no pasivo, ni apático ni indolente, sino enormemente
comprometido, como reto y desafío para con la propia vida del niño.
Este tema es crucial valorarlo,
porque debemos tratar siempre lograr la identificación del estudiante con la
literatura infantil a fin de que se cultive visión, proyección y trascendencia.
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