viernes, 9 de julio de 2021

9 de julio. Día de las batallas de Pucará, Marcavalle y Concepción. / La resistencia andina.


9 DE JULIO
DÍA DE LAS BATALLAS
PUCARÁ, MARCAVALLE Y CONCEPCIÓN

LA
RESISTENCIA
ANDINA

Danilo Sánchez Lihón



Sacsayhuaman


1. ¡No
puede ser!

 

No hace mucho visité nuevamente la fortaleza de Sacsayhuamán en el Cuzco, que tiene alineadas y una sobre otras piedras que encajan perfectamente y que algunas de ellas se ha calculado que pesan más de 30 toneladas.

Y que para ponerlas allí lo hicieron sin disponer ni utilizar ni ruedas ni poleas, ni otros medios mecánicos ni instrumentos de tracción que no fuera la fuerza muscular de sus brazos.

Y las canteras de rocas de donde las extrajeron quedan lejos. ¿Cómo entonces las acarrearon y subieron así a la cima de Sacsayhuamán? Como también a otros lugares. Así: Pisac, Ollantaytambo y Machu Picchu.

Un niño que guiaba a Julio Cortázar le dio la respuesta precisa cuando este, jalándose los cabellos, exclamaba:

– Pero, ¡no puede ser! Esto es inconcebible. ¿Cómo pueden haber movido estas piedras?

El niño indio que lo escuchaba y estaba ahí, le respondió:

 


2. Dichoso

y exultante

 

– Muy fácil don Julio.

– ¿Así? ¿Tú sabes cómo lo hicieron?

– ¡Sí!

– ¿Cómo?

– Lo hicieron cantando y bailando.

¿Qué significa esta aclaración? Que lo hicieron porque eran un pueblo contento, en armonía con la naturaleza, con la vida, con su gobierno y con sus autoridades.

Lo hicieron así porque era una población organizada y en sintonía con el tiempo y el espacio, con su historia, su presente, su pasado y su futuro. Y felices consigo mismos.

Y fue eso lo que permitió que construyéramos portentos. Porque éramos un pueblo feliz, dichoso y exultante. En paz consigo mismo y con los demás, sin enfrentamientos, rivalidades ni negativismos.

 

Sacsayhuaman


3. Las nieves

eternas

 

Lo concibieron, lo iniciaron y pudieron concluirlo porque estaban bien alimentados, sanos y jubilosos.

Porque estaban identificados con lo que hacían, y había poderosas razones y sinergias en juego y en movimiento.

Lo hicieron con el arte, con la música, con la poesía. ¡Y con la danza!

Lo hicieron con el alma arrobada ante las nieves eternas y ante las estrellas rutilantes del firmamento.

Lo hicieron porque tenían paz en el alma, no había conflictos, rivalidades, luchas intestinas para arrebatar a cómo sea un grumo más de poder.

No había egos en pugna, porque la concepción de la doctrina de vida que seguían tomando como ejemplo era el mundo de la naturaleza que es sabio y equilibrado. Lo hicieron en esa situación y en ese contexto.

 


4. Amable

y límpido

 

 

Pero esta vez en Sacsayhuamán mientras descansábamos sentados en una escalinata después de hacer un largo recorrido, se acercó un yanacona, un runa indígena, un hombre aparentemente más mísero que ninguno otro de la tierra.

Con las ropas raídas y hechas harapos, sus ojotas gastadas, con el rostro cetrino y las manos curtidas por el frío y la intemperie. Con su cuerda o lazo en las manos para cargar bultos, o lo que sea: canastas como costales o cajas de gaseosas.

Al pasar nos saludó con reverencia, como saben hacerlo aquellos a los cuales llamamos indios, quechua hablantes, aborígenes del Perú profundo. Su saludo en quechua era cordial, amable y límpido, como su mirada, llena de humanidad. Y con una sonrisa a la vez de respeto, cariño y sumisión.

 


5. La no

violencia

 

Y uno de los turistas chilenos que estaban allí en el grupo, cuando ya se alejaba comentó:

– Es increíble, cómo pese a su horrenda pobreza no ha perdido ni su distinción, ni su ternura ni su inocencia.

– Y en su miseria tienen intacta su humanidad. –Acotó otro.

Y, ¿esto, por qué? Porque deviene de una cultura egregia, de una cultura de paz, de una cultura de la no violencia.

Una cultura viejísima, pero que esa senectud o edad provecta no ha sido para acumular desencanto, amargura o resentimiento.

Ni siquiera desilusión acerca de la vida.

Porque los descubrimientos arqueológicos, como el de Caral en Huarmey, nos muestran que estas culturas son antiquísimas.

 

Sacsayhuaman


6. Hacia

lo simple

 

Tanto que cuando en Europa o en Asia había tribus desperdigadas y salvajes, aquí en América ya existía en el Perú una sociedad organizada y una civilización.

Y que, sin embargo, y sorprendentemente, cuando los españoles incursionaron en nuestros territorios encontraron poblaciones candorosas, creyentes, cordiales; y felices en su vida de identificación con el trabajo y de pertenencia a la tierra.

Es decir, encontraron una cultura de paz, en donde no había gente abandonada, o seres que sufrieran de marginación u ostracismo, que padecieran de hambre, que estuvieran desprotegidos y arrojados a las calles.

Ni encontraron meretrices que comercializaran sus cuerpos para mantenerse ellas mismas y sostener a sus hijos, o a sus familiares, como ocurre ahora.

Es decir, evolucionamos, pero no hacia lo complejo e intrincado sino hacia lo simple, candoroso y propicio.

 


7. Cultura

de fiesta

 

Donde todo era luminoso y transparente. Donde la vida cotidiana era matinal, que empezaba con la salida del sol y terminaba cuando este se ocultaba en el horizonte, que era en la cual las personas se recogían a dormir.

Donde se vivía en concierto con la naturaleza, con las plantas y animales, y con todas las presencias del mundo circundante y del cosmos, con los ríos y los cerros, y con todas las manifestaciones del universo como es el espacio sideral.

En lo que respecta a la vida social primaba aquello que fuera la organización, donde había acuerdos y se cultivaba el liderazgo. Era relievado el triunfo más en un sentido comunitario, donde lo que más importaba eran los méritos comunales y colectivos.

Se vivía en función de virtudes y valores, donde los cariños y los afectos tenían un sitial muy importante. La nuestra era una cultura de fiesta, de adoración y celebración de todo lo creado

 

Foto 1
Tomado de Perú.travel

Fotos 2 y 4
Jaime Sánchez Lihón

Foto 7
Ruben Lettieri


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