domingo, 1 de agosto de 2021

1 de agosto. Hoy cumple años Pedro Pablo Pérez. / El vals y la vida.


1 DE AGOSTO
HOY CUMPLEAÑOS
PEDRO PABLO PÉREZ

EL VALS
Y
LA VIDA

Danilo Sánchez Lihón




1. Siempre
atento

 

El último día en que ya nos veníamos, después de haber llevado a cabo el segundo Capulí en Georgia, esta vez con las conferencias centrales en la Kennesaw State University de Atlanta, mi hermano Jaime en la sala de la amplia casa del Dr. Pablo Pérez Benites, en donde nos alojamos, ha rasgueado la guitarra y ha empezado a cantar un vals nostálgico que evoca un amor lejano pero que se lleva en el alma y nunca se olvida.

En la casa nos alojamos, además de la delegación venida del Perú, otra de médicos peruanos venidos de Miami y otra venida desde México. Y nos acompaña siempre el Dr. Carlos Pérez Benites y su esposa, quien es psiquiatra y es hermano del Dr. Pablo, nuestro anfitrión; presentes en todo momento y en todas las actividades que hacemos.

E infaltable el papá de ambos, Pedro Pablo Pérez Valderrama sentado en su silla de ruedas, quien va con nosotros hacia todo lado, siempre pulcro, elegante y lúcido, aunque a ratos se encoge y adormila apacible y feliz de participar en todos estos actos culturales, atendido por su esposa, la Sra. Mercedes Benites, quien fuera profesora en diversos pueblos aledaños a Santiago de Chuco, la tierra de César Vallejo, y quienes ahora residen en Georgia.

 


2. Todos

vuelven

 

A Pedro Pablo lo conocimos de niños. Tenía una de las mejores tiendas en plena Plaza de Armas de Santiago de Chuco. Un hombre joven, entusiasta y pujante en el trabajo, quien pronto hizo uno de los negocios más prósperos de toda la provincia, y quien hoy reside junto a sus hijos aquí en los Estados Unidos.

Es emocionante la atención que ha puesto en cada conferencia. Y basta distinguirlo en el auditorio de cómo trata de levantar la cabeza de donde la tiene un tanto hundida, y un poco doblada hacia un costado, buscando no perderse nada de lo que se dice, y de notar que cada vez que leemos un poema de César Vallejo su emoción y su orgullo en los ojos es tan grande para sentir y entender, que ponemos el mayor empeño en decirlo bien. Y de cómo, viéndolo a él, saber nosotros que siendo así todo el esfuerzo en venir hasta aquí está plenamente justificado

 Hoy, que es el último día de nuestra estancia en Georgia, mi hermano Jaime sentado en la amplia sala, hasta donde entra por el amplio ventanal la dulce claridad llena de verdor y de azul ilusión del mes de junio de 2019, ha rasgueado la guitarra y empezado a entonar, esta vez, la canción titulada: “Todos vuelven”.

 


3. Nos evoca

nuestra tierra

 

La mayoría hemos estado dispersos por una y otra habitación de la casa que se ubica en la parte más alta de la colina denominada Mount Sinaí, que es el otero con el cual se inicia la cadena de montañas de los Montes Apalaches, que recién comienzan aquí en Georgia, para recorrer gran parte del territorio de los Estados Unidos.

Pronto, como halados por un imán nos hemos juntado en el amplio salón, cuya vista hacia allá y hacia abajo recorren la llanura inconmensurable que abarca hasta tres estados de esta nación: Georgia, Tennessee y Alabama.

Ya sentados alrededor de Jaime todas las voces se han ido uniendo para ir entonando canción tras canción. Así se desgranan las notas de: “Embrujo”, “Lejano amor”, “Gloria”, “La flor del capulí”. Y poco a poco esos valses los hemos ido cantando más fuerte y mejor, a tal punto que el entusiasmo ha cundido. Y ya se abren botellas de champán y de vino que se sirven en copas cristalinas y fraternas.

En la siguiente canción que es “Clamor” ya cantamos en éxtasis. Y así siguen “Zenobia” y “Cielo serrano”, que lo repetimos dos y tres veces, seguramente porque nos evoca nuestra tierra natal.

 



4. Brota

la emoción

 

Y que dice:

Cielo serrano, testigo hermano, cómo yo añoro

tu limpio tul. Me siento lejos, lejos muy lejos...

Las canciones se escuchan bien, parejas y contundentes. Y las voces bien afiatadas destacan tanto de hombres como de mujeres que se han arremolinado en los sillones y son las más entusiastas, tanto que alguien dice:

– Oye, que estamos cantando muy bien.

– ¡Se escucha espléndido!

– ¡Podemos fundar un orfeón o una orquesta!

Ciertamente, las voces suenan fuertes, parejas, totales; y el corazón y su melancolía se agolpan en el alma.

Y se enlazan uno y otro vals, sin cesuras ni descanso, y la emoción brota espontánea en el alma de todo el grupo.

Así cantamos: “Hilda” “Cuando llora mi guitarra”, “ódiame”, acoplándonos a la voz de Jaime. Pero ya nos acompañan los sones de un acordeón, tocado por el Dr. Carlos Pérez.

 


5. Las manos

enlazadas

 

Y por allí aparece un cajón musical, con su hueco grande y sonoro que Juvenal empieza a tocarlo, dando el compás. él mismo moviendo el cuerpo, encontrando el ritmo a la evocación. Y se arma ya toda una fiesta.

Cantamos ya el valse “Alma, corazón y vida”, que en su letra dice:

Recuerdo aquella vez, que yo te conocí...

En eso, desde su silla de ruedas Pedro Pablo Pérez se ha puesto de pie, quien ha estado oyendo y mirando todo emocionado con la cabeza inclinada, y los ojos perlados de lágrimas por la emoción que le embarga, pide que le retiren las mantas con que tiene envueltos los pies.

Luego extiende los brazos a su señora esposa, quien lo sujeta fuertemente de las manos.

Quien por los movimientos que hace entiende que él quiere bailar, siguiendo el ritmo de las canciones que vamos entonando, ya con sus manos enlazadas a las manos de ella. Esto a la señora se ve que le conmueve.

Y ella también emocionada agita, ya las dos manos de ambos enlazadas de arriba para abajo siguiendo el ritmo de la canción.

 


6. Convencidos

y pletóricos

 

Nosotros cantamos entonces con más ahínco y convicción, diciendo:

Recuerdo aquella vez, que yo te conocí...

Pedro Pablo moviendo los brazos pide ahora que le retiren la silla de ruedas.

– ¡No! –Gime alguien–. ¡Se puede caer!

– Si él quiere retiren la silla. –Afirma sereno su hijo, el Dr. Pablo.

Pedro Pablo se pone de pie y da un paso adelante. Y después otro. Y su esposa maravillada lo alienta cogiéndose ambos bien de la cintura y los hombros.

Nos desgañitamos al cantar, convencidos y pletóricos, y con nuestras voces resonantes:

Pero sí te diré, que yo me enamoré

de esos tus lindos ojos y tus labios rojos...

– ¡Oh, Dios mío! –Escucho que dice alguien.

Las noches en Georgia son hermosas, pero esta es sublime.

 


7. Imborrable

en la eternidad

 

Dan otro paso más, cogidos esposo y esposa, ella atenta y diligente para auxiliarlo, mientras nosotros con la guitarra, el acordeón y el cajón, ya prácticamente gritamos:

 “Alma para conquistarte, corazón para quererte

y vida para ordenarla junto a ti...

Pedro Pablo avanza bailando por la sala, mientras todos aplaudimos con lágrimas en los ojos, contemplando cómo la música, los ritmos y los compases son seguidos por la pareja que ya baila en medio de la sala, celebrando nosotros, con palmas y aplausos, el milagro.

Verlo bailar a Pedro Pablo Pérez Valderrama en la casa de su hijo Pablo Pérez Benites ha sido la mejor despedida y el mejor homenaje al II Capulí, Vallejo y su Tierra en Georgia.

Y que nos da un mensaje que lo recogemos íntegro, cual es que desde lo más postrados que nos encontremos podemos con el alma avanzar por en medio de un salón como de un campo de batalla, y dar un ruedo abrazados, cogidas las manos y pendientes de todo aquello que uno más ama, adora y venera en esta vida. Y basta que algo ocurra una vez para que sea imborrable en la eternidad.

 

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