24 DE
SEPTIEMBRE
PRIMAVERA EN MACHU PICCHU
ORQUÍDEAS
DE
MACHU PICCHU
Danilo Sánchez Lihón
Foto de Waman, Adventures: Las hermosas orquídeas de Machu Picchu
1. Ritual
de la danza
Hoy día se celebra el
inicio de la estación de la primavera en Machu Picchu y las sacerdotisas del
templo han de hacer el mejor de sus rituales desde el amanecer.
Wayna, que forma parte del
coro y la comparsa de baile, es la más bella y su canto el más cristalino.
Se siente feliz y contenta
por haber sido deparada con tantos dones y atributos desde cuando nació en
Chincheros, un pueblo no muy lejano, de donde fue escogida por su virtud y su
hermosura.
Hoy día pueden ingresar a
la ciudadela personas de los contornos, sobre todo para extraer fuego sagrado
como ofrenda y veneración, importante para consagrar al sol los ayllus y las
panacas, como también las cosechas y hasta el ganado.
Así es cómo ingresa y está
presente en las ceremonias Wiñay, un joven devoto, pastor de llamas, vicuñas y
guanacos. Para él ha sido un deslumbramiento ver el ritual de la danza, con los
cánticos, plegarias y abluciones.
2. Noche
profunda
Está embelesado, siente que
todo es translúcido, y sus ojos no se apartan de una de las sacerdotisas,
observándola enternecido, envuelta en su vestido ritual.
Al descubrirse y al verla
su rostro tiene un deslumbramiento. Pero es ella también quien al levantar la mirada
siente un temblor en su pecho al encontrar los ojos del pastor clavados en sus
ojos.
Pero las leyes son
implacables. Ella es una sacerdotisa del templo. Y él un simple pastor. ¡Es
inconcebible que ni siquiera sus ojos se encontraran!
Pero, a su vez, es
imposible ser los mismos a partir de entonces.
Por la noche desde la
cumbre más alta ella escucha el lamento desgarrado de una quena.
Es noche de luna, helada y profunda,
y los sones de la canción de amor llegan directamente a sus oídos y a su corazón.
3. Queja
y quebranto
Siendo así, él arriesga su
vida. Y ella igual.
Se pasea desvelada por el
terraplén.
Las sombras de la luna y el
torreón se perfilan amenazantes.
– ¿Quién eres y por qué
entonas melodías de ese modo? –Pregunta.
– Soy el pastor y su quena.
–Contesta él.
– ¿Por qué vagas, deliras y
no duermes?
– Porque el amor hacia ti
inflama mi alma.
– ¿No sabes acaso que es
imposible? ¡Que es delito, y que nos espera la muerte! ¿No sabes que ni
siquiera la muerte es pago suficiente para conseguirlo?
– Lo sé. ¿Pero qué podría
hacer sino desde ya sufrirlo y padecerlo?
4. ¿Qué
haré?
La siguiente noche ya
fueron endechas de queja y quebranto las que él canta:
Dulce palomita,
flor del capulí.
¿Dónde naciste?
¿Dónde nací?
Aquella música, aquel
sentimiento ella sabe que jamás ya lo podrá abandonar.
– El amor terreno, el amor
simple y cotidiano no está permitido en una sacerdotisa.
Le sorprende diciéndole la
Mamacuna, pero a la vez acunándola tiernamente. Y ella se deja languidecer
entre sus brazos.
– ¡Ay! ¡Pobre hijita!
– ¿Qué haré entonces madre
mía, tú que conoces las almas? –Le implora.
5. Agua
que él beba
– Ruégale con la mayor
sinceridad a la Montaña Sagrada.
Y eso hace Wayña,
diciéndole:
– ¡Oh Morada de los Dioses!
¡Oh Montaña Sagrada!
– Sí, te escucho.
– Quítame esta llama que me
incendia, o quítame la vida. O, si no, hazme mujer terrena y permite que me una
al pastor, a sus majadas y a su destino.
La Montaña Sagrada se
conmovió de su inocencia, de su ternura y de su candor.
Y le habló así:
– Es imposible aquello que
me pides. Solo podré hacerte orquídea, una flor de los bosques.
– ¿Orquídeas que el pastor
recoja y adore en su camino?
Orquídeas, pintura de Juvenal Sánchez Lihón
6. Y se unió
a él
– ¿Flor? ¿Y por qué no agua
que él beba? ¿O aire que él respire? ¿O fuego que le abrigue, anime y alumbre
en el sendero?
– ¡Porque el agua es agua,
y el viento es viento; y el fuego es fuego! ¡Y no tienen un par, con quien se
unan!
– ¿Entonces él tendría que
también aceptar transformarse?
– Sí, él también.
– Le preguntaré esta noche
cuando él toque su quena.
– Ya no volverá por las
noches a entonar su quena
– ¿Por qué? ¿Le ha ocurrido
algo?
– Porque él también me ha
implorado, y ya es orquídea.
– ¡Entonces pronto, yo
también quiero serlo!
7. Amarse
eternamente
Y la Montaña Sagrada la
convirtió en flor. Y se unió a él.
Son las orquídeas reales
que pueblan en todos los bosques aledaños de Machu Picchu, también llamado
Paraíso de las Orquídeas.
Son dos flores juntas que
solo existen y viven aquí.
Y, cuenta la leyenda, que son
la sacerdotisa del Templo del Sol y el pastor de llamas, vicuñas y guanacos.
Se las conoce también como
Wiñay Wayna, que quiere decir “Siempre jóvenes”. Porque se le dio esa dádiva,
en tributo a su sacrificio, la de mantener siempre su juventud.
Sus pétalos tienen formas
de manos y de dedos que se entrelazan y hasta imploran unirse.
Y de corazones abiertos y
expectantes que se aman entre sí eternamente.
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