30 DE SEPTIEMBRE
FUNDACIÓN
DEL
IMPERIO DE LOS INCAS
MANCO CÁPAC
Y
MAMA OCLLO
Danilo
Sánchez Lihón
1. Ejemplar
castigo
Hace mucho
tiempo, Wiracocha, creador de todas las cosas, había castigado a su pueblo
dejando ruinas y desolación donde antes la naturaleza era pródiga.
Florecían las plantas
y verdecían los bosques, susurraba el agua en los arroyos y correteaban alegres
y jubilosos los animales por el campo.
¿Qué había
provocado tanta ira y cólera en el poderoso Wiracocha?
Supaya, el
espíritu del mal, había sembrado vicios, mezquindades y desorden en el corazón
de la gente y el padre creador, dolido y desengañado, quiso enviar ese cruel y
ejemplar castigo.
2. Perduró
milenios
Por eso provocó
cataclismos. Hizo temblar inclementemente la tierra. Se desbordaron las aguas
de lagunas y ríos, llegando hasta los más altos montes de la serranía.
Soplaron vientos
huracanados. Cayeron heladas e invadió una implacable sequía por todos los
confines.
Los hombres
huían aterrorizados.
Los que pudieron
salvarse buscaron refugio en las cuevas; perdiendo toda su memoria y todas sus
virtudes. Perdieron su sentido de familia y de seres colectivos.
Se convirtieron
en seres huraños, apartados y agresivos, viviendo como bestias indómitas.
El castigo
entristeció a Wiracocha, y perduró milenios en los cuales sólo reinó la aridez
y el silencio.
3.
¿Qué
ocurre?
Pero un día
Inti, el hijo más querido del dios, se aproximó a su padre y le habló de este
modo:
– Padre y señor
mío. Creador de todo lo creado y por crearse. Corazón bienhechor y magnánimo:
éste tu hijo, humillado ante ti y acongojado por lo ocurrido, te suplica que ya
se calme tu cólera.
– ¿Qué ocurre,
hijo mío?
– Que no es
bueno, padre mío, que los míseros mortales deambulen en la tierra cual fieras
abandonadas.
– Dime hijo, ¿he
de crear una nueva progenie?
– No es
necesario, padre. Permite más bien que dos de mis hijos, en realidad lo mejor
de mi linaje que es también el tuyo, vayan hasta ellos a educarlos y a
enseñarles, enderezando aquellos destinos equívocos y largo tiempo desdichados.
4. Adoctrinar
en el bien
Wiracocha
escuchó sereno y dichoso la voz de su hijo y así se expresó:
– Inti, el más
amado de mis hijos, desde hoy te llamarás "el generoso e
incomparable". Tus razones conmueven profundamente mi corazón y mi alma.
– Trato de ser
como tú, que me formaste magnánimo, querido padre.
– No en vano
eres mi predilecto y el más brillante de los seres que he creado.
– Gracias,
padre.
– Se cumplirán
tus deseos. Que enrumben pues tus hijos a la tierra desolada para adoctrinar a
los hombres en el bien, el trabajo y la belleza.
5. Les enseñarán
a vivir
Va entonces Inti,
el sol, hasta la isla sagrada que flota al centro del lago Titicaca, donde
moran purificados sus dos radiantes hijos.
Envuelto en
llamaradas de luz, rayos y arco iris, y tomando suavemente a sus hijos de los
brazos, les dice:
– Hijos míos: ha
llegado la hora que emprendan la misión para la cual están destinados.
– Dinos padre lo
que debemos hacer y estaremos listos a emprenderlo y cumplirlo en homenaje a tu
trono. –Respondieron ambos.
– Irán y
reunirán a los hombres que habitan como animales montaraces por cuevas y
malezas. Despertarán su conciencia adormilada y les enseñarán a vivir en
comunidades y a ser útiles y dichosos en el trabajo.
6. Leyes
justas
– Padre querido,
lo haremos como es tu anhelo. –Dijo el varón–. Pero, a ti, ¿dónde podremos
encontrarte?
– Yo saldré cada
día a dar una vuelta por el firmamento para ver las necesidades que en él se
ofrecen, a fin de ayudar a solucionarlas. Quiero que ustedes al verme cada
mañana me imiten en este ejemplo, comportándose como verdaderos y legítimos
hijos míos.
Luego les
entregó insignias de realeza, un cetro y una barreta de oro, diciéndoles:
– Donde se hunda
esta barreta fundarán una ciudad. Allí construirán mi templo y gobernarán con
leyes justas y actitudes honestas. Así darán inicio a un largo linaje y muchos
pueblos se sujetarán a su mandato.
7. Lugar
donde amanece
Y así como había
llegado hasta ellos su padre súbitamente desapareció. Pero ya ellos se encontraban,
emergiendo de las aguas abrillantadas y bamboleantes del lago Titicaca en una
balsa de totora recubierta de oro y esmeraldas.
Subieron en ella
y se dirigieron en la dirección señalada por el Sol. El varón tenía por nombre
Inca Manco Cápac y la mujer Colla Mama Ocllo.
Salieron del
lago y caminaron por la tierra devastada con rumbo nordeste.
Y por donde
quiera que pasaran probaban a hundir la barra de oro.
Después de
recorrer una larga distancia encontraron un recinto prodigioso llamado
Pacaritambo, que significa lugar donde se amanece.
8. Barra
de oro
Allí existían
las semillas de todas las plantas, el modelo de todas las cosas, el espíritu de
todos los seres.
Allí descansaron
y de allí salieron el último día de su peregrinar por los caminos.
Llegaron en su
recorrido a las faldas del cerro Huanacaure en donde el Inca probó hincando la
barra de oro.
Y, ni bien la
puso en tierra, aquella se hundió con facilidad, desapareciendo de sus manos.
Entonces él dijo
a su compañera: Aquí es.
– En este valle
manda nuestro padre que acampemos y hagamos nuestra morada para cumplir su
voluntad.
9. Principios
de conducta
Vamos a convocar
y atraer a la gente que anda dispersa para adoctrinarlas y conducirlas al bien
que nuestro padre Sol nos manda.
El Inca fue al
norte y la Colla al sur.
Y rescatando a
los hombres de los montes y la maleza les decían:
– Vengan.
Nuestro padre el Sol quiere que vivamos de este modo.
Y les enseñaban
principios de conducta, modelos de virtudes y toda labor necesaria para mejorar
y dignificarse en la vida.
Viéndolos
relucientes, ataviados con los ornamentos que el Sol les había dado y
escuchando que sus palabras eran atinadas y armoniosas, los siguieron y
obedecieron maravillados.
10. Cómo destetar
a los niños
Manco Cápac dio
instrucciones a los hombres acerca de cómo vivir.
Enseñó a
cultivar la tierra, a sembrar las plantas, a fabricar la chaquitaclla y demás
instrumentos de labranza.
A hacer acequias
para aprovechar el agua de los arroyos y también a componer calzado;
amonestándoles siempre a que fuesen buenos.
Mama Ocllo se
dedicó a enseñar a las mujeres los oficios propios de ellas.
A cómo
trasquilar animales y escarmenar, hilar, tejer lana de vicuña, haciendo
vestidos para sus hijos y demás miembros de la familia.
Asimismo, a destetar a los niños y a preparar los alimentos.
11.
Agradecidos
con la vida
Ambos orientaron
a los muchachos, por un lado, a perder el miedo a los fenómenos naturales y,
por otro, a fortalecer su carácter. Y a ser amables y diligentes.
También les
instruyeron de cómo hacer para aumentar los rebaños de llamas y guanacos, de
vicuñas y de alpacas.
De cómo
pastorearlos en el campo, de cómo adornar con flores e hilos de colores sus cabezas.
De cómo
llevarlos al arroyo y las orillas propicias para que beban agua limpia, retocen
por los campos y se apareen
Nos enseñaron a
cómo debíamos querernos, protegernos y amarnos, estableciendo el ayni que es la
reciprocidad.
De ser
agradecidos, generosos y afectivos para con nuestros hermanos, para con la vida
y la naturaleza.
12. Una población
laboriosa
Manco Cápac,
alrededor del templo que alzó para honrar a su padre el Sol, sembró una chacra
de maíz, otra de papa, otra de quinua y cañihua.
En ellas
esparció las semillas obtenidas de la huaca de Pacaritambo, que repartió entre
la gente para que las cultiven.
Fundó la ciudad
del Cuzco, dividiéndola en dos partes:
Hanan Cuzco
(parte alta), de cuyo cuidado se encargó él, y Hurin Cuzco (parte baja), cuyo
cuidado encargó a Mama Ocllo.
En ella
construyeron grandes palacios, acueductos y fuentes. El templo del Sol está guarnecido
con gruesas planchas de oro.
Una población
laboriosa se siente feliz de constituir una extensa y rica nación.
13. Ama sua,
ama quella, ama llulla
Así se erigieron
los andenes, los puentes y los tambos. Se construyeron los canales que
irrigaran las sementeras llevando agua hacia donde nunca antes la hubo. Se
abrieron caminos que atravesaron punas, lugares fértiles como páramos.
Se estableció la
alegría, la felicidad y la fiesta universal y obligatoria en relación al
trabajo, los valores y los afectos. La sabiduría de nuestras leyes hizo la
prosperidad moral y material de todos los habitantes del reino.
La clave de esta
grandeza fueron estos preceptos morales: Ama Sua, no seas ladrón; Ama Quella,
no seas ocioso y Ama Llulla, no seas mentiroso.
Ser honestos,
ser trabajadores, ser veraces. Sobre esas bases se forja el gran Imperio de los
Incas.
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