1
DE OCTUBRE
DÍA DE LA
MÚSICA
EL
CÓNDOR
PASA
Danilo
Sánchez Lihón
1.
Mensaje
al
cosmos
Cuando
en 1977 los científicos de la Nasa enviaron a las profundidades del espacio sideral
la nave Voyager, tuvieron una idea alucinante, mesiánica y a la vez
apocalíptica:
Cuál
es dejar un testimonio de lo mejor que había sido el hombre en el planeta
Tierra. Y entonces se envió un mensaje esencial al cosmos, al infinito y a la
eternidad, conteniendo una síntesis de lo mejor que habíamos sido.
Y
esto, ¿para qué? Con la idea sensata y descabellada, a la vez, de que si
desaparecemos haya la esperanza de que alguien pudiera encontrar esa huella
arrojada al espacio sideral, y que nos escucharan al menos lo que hemos sido.
Ya
sean los habitantes de otros planetas y estrellas, o ya sea desde un tiempo
inmemorial en donde ojalá hubiera alguien que sea un interlocutor válido de
nuestros anhelos, desgarros y palpitaciones.
Y
se lo lanzó como botella de mar, como vestigio de lo que hemos sido, dirigida a
los extraterrestres hipotéticos, o bien a los supervivientes de alguna
catástrofe terráquea y estelar. Entonces se hizo un mensaje de lo más excelso
que había alcanzado el espíritu humano.
La nave espacial Voyager
2.
Hecho
inusitado
Quizá,
sin que lo dijeran ni supieran conscientemente los científicos de la Nasa, ese
mensaje en el fondo más bien está dirigido a nosotros mismos, cuando esta
humanidad se recree o reinvente algún día en el futuro, dejando todos sus
males, sus limitaciones y hasta sus taras o extravíos.
Lo
cierto es que se envió al abismo astral un archivo que se lo identifica como el
Disco de Oro con lo mejor de la música que había creado el genio del hombre
sobre la faz de la Tierra.
En
ese repertorio al lado de la Novena Sinfonía de Beethoven y el Réquiem de
Mozart fue incluido con todos los honores el Cóndor Pasa del Perú. De allí que
junto con Machu Picchu y la poesía de César Vallejo suman tres las maravillas
de mayor excelencia y plenitud que el Perú ha aportado al patrimonio universal.
Que
se grafica, en el caso de El Cóndor Pasa, además de su inclusión en el Disco de
Oro que deambula en el espacio estelar y cósmico, en un hecho inusitado; cual
es que no hay escenario de prestigio en el mundo donde no se lo haya
interpretado por los conjuntos y virtuosos del arte de la música más
renombrados. Sin embargo, no hay versión más sublime, puesto que está
acompañada de sonidos de la naturaleza, que hiciera la artista peruana Yma Súmac
en 1944 para el sello Odeón.
Yma Súmac
3.
Perú
milenario
Pero
lo cierto es que no hay artista de la música que no lo haya incorporado a su
repertorio alguna vez, habiéndose registrado a la fecha más de 5,000 versiones
de distintos exégetas musicales respecto a esta obra que si bien Daniel Alomía
Robles le dio un orden armónico, en realidad es creación de un pueblo egregio y
prístino como es el Perú.
Estas
maravillas que el mundo entero reconoce no lo han creado representantes de la
sociedad criolla que desestima lo andino; y que es ufana, dominante y
desdeñosa. Y que lamentablemente siempre ha estado enquistada en el poder hasta
la fecha en el Perú oficial, sino que lo ha hecho esa cultura que hasta ahora
se denigra, se desprecia y envilece; y cuál es la cultura andina, que sin
embargo ha creado las maravillas más portentosas como Machu Picchu, por poner
un ejemplo.
Mundo
empobrecido pero que es lo mejor que tenemos, porque si bien a Daniel Alomía
Robles debemos estar agradecidos por haber sido un recolector y estudioso del
folclor musical de nuestro pueblo, y el haber dado formalidad y estructura a El
Cóndor Pasa. Sin embargo, sus acordes, sus ritmos y cadencias él los recogió y
recompuso, siendo el creador la población originaria del Perú milenario.
Nevado de la Cordillera de los Andes del Perú
4.
Danza
ritual
En
sus inicios El Cóndor Pasa formó parte de una zarzuela presentada por el
teatrista Julio de la Paz, seudónimo de Julio Baudouin, y por Daniel Alomía
Robles, como músico; la misma que se estrenó el 19 de diciembre del año 1913,
en el Teatro Mazzi, situado en la Plaza Italia en los Barrios Altos de Lima,
Perú.
Fue
tan impactante y exitosa su presentación que se hicieron 300 funciones a lo
largo de los cinco años que la obra estuvo en escena. Julio de la Paz fue autor
del libreto de la zarzuela y Daniel Alomía Robles de la música.
Y
en donde incluyó, en la parte final de la obra, los acordes de una canción que
había recogido don Daniel Alomía Robes en Jauja, y que era una endecha de amor
conocida con el nombre de: “Soy la paloma que el nido perdió”, que inicialmente
tenía forma de cashua o danza ritual.
A
esa canción él agregó otros elementos musicales de plena y cabal evocación
andina, para lo cual había recorrido el Perú desde muy temprana edad
recopilando aires melódicos, así como tradiciones, mitos y leyendas.
Fue
esta peregrinación y trabajo de campo lo que hizo conocer el alma y el tuétano
de la música andina, en donde se siente con autenticidad la raigambre telúrica
inconfundible de lo que es el Perú musical profundo.
Machu Picchu
5.
De vértigo
y
altura
La
letra original de El Cóndor Pasa, escrita en quechua y que figura en la
zarzuela, dice así:
Oh, majestuoso cóndor de los Andes,
llévame a mi hogar, en los Andes, oh cóndor.
Quiero volver a mi tierra querida
y vivir con mis hermanos incas,
que es lo que más añoro, oh cóndor.
Espérame en Cusco, en la plaza principal,
para que vayamos a pasearnos
a
Machu Picchu y Huayna Picchu.
Como
se puede apreciar, la letra como la música trasuntan el anhelo de volar y de
volver; tiene entonces el afán del retorno al origen en su afán de alcanzar
altura.
Pero
también, a la vez, predica arraigo y libertad; que coincide con el mensaje
final de la composición que reivindica el mundo perdido de la autonomía y de su
ligazón a una heredad.
Como
exalta, tal como lo tiene bajo sus alas el cóndor, un mundo vasto y abierto, y
que es anhelo no solo de libertad sino también de universalidad, como en
realidad ha ocurrido con El Cóndor Pasa, que ya es un patrimonio mundial.
6.
El costo
de
vidas
En
ello la composición tiene la majestad de lo sublime e inalcanzable; de vértigo,
altura e infinito; de aspiración a lo supremo, prístino y acrisolado; pero sin
perder la delicadeza y la ternura, sea en la evocación o ya sea en los compases;
sea en la cadencia o ya sea en la melodía, propias de nuestro mundo originario:
a la vez abrupto y sensitivo, a la vez terrible y exquisito.
Hay
otros elementos en la zarzuela que le dan actualidad, y es que en su argumento
es una obra vinculada a la actividad minera, y al conflicto que se traba entre
patrones y asalariados, en este caso entre la trasnacional extranjera dueña de
la empresa y, en la orilla opuesta, la masa de trabajadores asalariados y explotados.
Su
eje y ambientación es la actividad extractiva que pareciera no haber cambiado
en los más de 100 años transcurridos desde que se estrenó dicho
texto.
Siendo
así, la zarzuela es una obra de denuncia social, y de un conflicto que ocurre
en el asentamiento minero de Yapaq en Cerro de Pasco, con el costo de varias
vidas humanas inmoladas. La trama subyacente es la pugna de los patrones de la
mina, de procedencia norteamericana, representados por Mr. King y los peones y
trabajadores, representados por Higinio y sus compañeros de lucha.
Daniel Alomía Robles
7.
Construyendo
la
utopía
La
puesta en escena tuvo un éxito rotundo al punto de haberse contabilizado 300
veces su presentación en el lapso de 5 años, algunas de ellas en ciudades del
interior del país como en el Cuzco.
Coincidió
con presentarse en tiempos de enorme efervescencia social, del compromiso del
escritor y artista de transformar su realidad. No es la aspiración a un mundo
confortable y complaciente, sino de estar al lado de lo heroico por imposible e
ideal que parecieran las tareas que en ese momento se emprendían.
Y
es que tanto Julio de la Paz como Daniel Alomía Robles pertenecían a la
Asociación Pro Indígena que fundara y desarrollaran la pareja legendaria de
intelectuales y luchadores sociales, como fueron Pedro Zulen y Dora Mayer.
El
Cóndor Pasa ha cumplido más de cien años de permanente vigencia en la versión
de Alomía Robles, y cumplirá muchos siglos futuros más, cada vez con mayor intensidad,
vigor y refulgencia.
Porque
es un himno y un símbolo de la ascensión del hombre hacia el infinito, pero sin
desligarse ni dejar la tierra, construyendo más bien en ella la utopía de la
solidaridad y la fraternidad universales, que es lo mejor del mensaje que viaja
hacia las galaxias en el Disco de Oro de nuestra humanidad.
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