27
DE NOVIEMBRE
DÍA DEL
BIÓLOGO PERUANO
VERDES
SON
MIS
ALGARROBOS
VERDES
Danilo Sánchez Lihón
Verdes son mis
algarrobos verdes,
verdes como
la fe de la esperanza,
entre sus
ramas se columpian nidos
formados por
las aves en su andanza.
Verdes son mis
algarrobos verdes,
Vals Mis Algarrobos
de Rafael Otero López
1.
Animosos
y
fuertes
El
árbol de algarrobo es considerado “Un regalo de Dios”. Pero, ¿cómo apareció este
tótem sobre la faz de la tierra?
Cuenta
la leyenda que dos niños huérfanos, perdidos en el desierto, se morían de
hambre y de sed.
Iban
a sucumbir de inanición; pero imploraron ayuda, y de ellos se apiadó la Madre
Tierra.
Esa
noche al dormir a campo traviesa, soñaron que acampaban bajo la sombra de un
árbol vigoroso y protector, quien les dijo:
–
Al despertar prueben de mis frutos. Les darán fortaleza y así podrán llegar
hasta el manantial de aguas cristalinas.
Ciertamente,
al despabilarse al amanecer sobre ellos se alzaba un árbol inmenso y coposo; de
aspecto benévolo y paternal, y de cuyas ramas colgaban unas vainas amarillentas.
Probaron
de esos frutos, que los sintieron dulces, agradables y sanos, tanto que después
de comerlos se sintieron animosos y fuertes.
2.
Se brinda
y
ofrece
Al
reemprender la caminata buscando el manantial de aguas cristalinas esparcieron
las semillas por doquier; por uno y otro confín.
Así,
el algarrobo se convirtió en un árbol icónico y en un referente sagrado, puesto
que opone la vida llena de júbilo y contento a lo que es estéril, inerte e
inanimado.
En
su medio es ídolo y emblema, puesto que es protector de todo lo que tiene palpitación,
latido y movimiento, tenga o no tenga aliento, en el desierto.
Se
vincula con todo aquello que encarna ánimo, seguridad y esperanza; con aquello
que defiende y afirma la vida. Y se emparenta con el hogar humano que casi
siempre se erige bajo sus ramas y follaje, y a los pies de su tronco señero.
Él
se enfrenta con emoción, talante y rigor a todo lo adverso, como es el sol
calcinante y los vientos arenosos que arrasan la tundra. O como son las noches
inclementes en lo seco y descubierto de los páramos.
Y
todo en él se consagra en amparar y prodigar consuelo a lo humilde y pequeño, a
quienes se brinda y ofrece, hasta el sacrificio de convertirse en leña que arde
a fin de ofrecer y prodigar consuelo al mendigo.
3.
Tierra
prometida
Es
el algarrobo un árbol amigo y protector, y su fruto es energizante. Sirve de
forraje y hasta de madera para construir nuestras cabañas al pie de su ramaje y
de su penumbra amable y protectora.
Es
alivio en la canícula, pues hasta él avanzamos para tendernos bajo su fronda apacible,
y recobrar las fuerzas perdidas en el caminar y en el trabajo.
Probando
de sus frutos que no solo el árbol se inclina generoso para ofrecérnoslo, sino
que hasta los riega por el suelo, sin tener que subir siquiera a lo alto de sus
ramas para cogerlos. ¿Quién así lo hace? Solo un amigo bondadoso y un ser magnificente
y dadivoso.
Lo
hace solo un ser noble y esencialmente piadoso, como lo es un padre, una madre,
un abuelo, una abuela. Entonces esa es su índole, su condición y jerarquía; ese
es su arraigo y su linaje.
Un
ser que se hace responsable de la vida de los otros, que nos cobija, calmando
nuestra ansiedad a fin de emprender nuevas jornadas. Y nos provee de su savia,
del dulzor de sus frutos que saben a entraña amada y a tierra prometida.
4.
Rompe
vientos
Su
fruto, denominado algarroba es rico en azúcares, proteínas, minerales, como es
el calcio y el hierro; y es sustancioso en vitaminas.
De
la algarroba se obtiene la algarrobina que es un energizante natural. Como de
sus flores se elabora miel, jalea, polen y cera.
Las
hojas secas caídas que entran en descomposición son utilizadas como abono
orgánico.
El
árbol mismo de algarrobo se lo emplea como cortinas rompe vientos en la llanura
desalmada, en donde campean los ventarrones. También se utilizan sus ramas, ya
cortadas, como cercos para señalar horizontes.
Es
pródigo también porque atrae a otras especies vegetales y a una rica y profusa
fauna silvestre que habita entre sus ramas.
Es
importante para el control de las dunas de arena, constituyendo el sustento
económico de muchas familias de las zonas rurales de Piura, Tumbes y
Lambayeque.
5.
Honda
sabiduría
Es
ejemplo de sacrificio, abnegación y altruismo; es aquel que todo lo siente y lo
piensa en función de los demás, del prójimo como debiéramos ser los hombres. Señala
dónde hay agua y la extrae con sus tentáculos no importa gota a gota.
Y
nos anima a acampar, a hacer casa donde armar el fogón. Y bajo su verdor
quedarnos a vivir, si es posible, para siempre. Por él fue que nos convertimos
de nómades en sedentarios, transformando lo fútil y pasajero en algo permanente
y estable.
Bajo
su ramada cobija al redil del ganado y erige desde su tronco dos ramas para
nosotros amarrar allí la hamaca y adormecernos sumidos en su honda fragancia.
En torno a él cacarean las gallinas, graznan los patos y los pavos gluglutean.
Y bajo el rumor de su tallo encuentran razones para procrearse los cuyes,
conejos y cabritos; y también el ganado ovino, vacuno y caballar.
Comparte
penas y alegrías con la gente. Se complace en ver nacer bajo su copa sonora a
los niños rozagantes, como se apena de ver morir a ancianos y ancianas temblequeantes.
Por eso, si hay un árbol con profunda moral, con verdad luminosa y honda
sabiduría vital, ese es el algarrobo.
6.
Matriz
de
vida
El
algarrobo, al igual que el burro o piajeno, como aquí lo llamamos, como también
le decimos jumento y pollino, el algarrobo es árbol tutelar de Piura. Y es
reconfortante que así sea, confiando en él que es leal, honrado y veraz.
De
ramas entrelazadas en lo alto, de hojas pequeñas y cuyo fruto en forma de vaina
color castaño cae de manera natural, de él se obtiene la algarrobina, el té de
algarroba y hasta se lo muele haciéndolo harina para preparar mazamorras.
Y
tiene una raíz que como barreno entra en forma vertical hasta lo más profundo
de la corteza terrestre buscando agua. Y lo encuentra en la napa freática, siendo
un indicador para allí nosotros cavar pozos a fin de proveernos del líquido
elemento.
Así,
de él aprovechamos todo, hasta su sombra que la brinda de buen corazón y nos
inspira a lo tierno, a lo noble y cariñoso, siendo esta una matriz de vida
renovada. Por eso, en estos tiempos aciagos, nosotros pensamos en ser cada día más
como el algarrobo.
7.
Digno
de
aprecio
Es
un árbol fuerte, resistente a las sequías que nos azotan; de sentir y pensar
sincero, que lo hace auténtico y verdadero. Pero, además valeroso. Como
aquellos hombres y mujeres, que se dedican a defender al más débil, y ponen su
hombro y su brazo en lo más duro de la condición del ser humano, a fin de que
la vida prosiga con su canción sencilla. Y que ojalá sea mejor cada día.
Como
aquellos que no buscan para sí lo fácil, ni lo cómodo ni lo que a ellos les
convenga, sino lo que conviene a todos. Que asumen su destino con entereza. Y
comprenden que su vida ha sido hecha para servir y prodigarse a los demás. De
allí que se quedan donde nacieron o vuelven a su lar nativo. Y allí erigen su
tronco recio y sonoro; y elevan su follaje diáfano para que debajo se cobijen
quienes así lo requieran.
Contrasta
su propuesta con la arena parda y los pedruscos plomizos y filudos del terreno,
sosteniendo el verde como bandera que flamea trémula en el desierto y en el
viento. Y eso es lo bueno, porque eso es lo que nos enseña y enaltece, a ser
animosos, alegres y a optar por lo puro. Por eso es patriarcal y digno de
aprecio y reverencia. Por eso, ¡viva eternamente el algarrobo!
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