31
DE ENERO
DÍA DEL MAGO
EN HOMENAJE
A SAN JUAN BOSCO
MAGIA
¡TAN
SIMPLE!
Danilo
Sánchez Lihón
1.
Afición
desaforada
Tan
entretenido anduvo en estos menesteres este niño, que nació para ser alguien
muy raro y curioso, que después, sin darse cuenta, llegó a ser un joven encantador
y lozano.
Y
a quien un día se le acercó una maga que le propuso, a cambio que él le
enseñase el arte de los oficios raros, instruirlo ella a él en los secretos de
ser un mago consumado. Aceptó complacido y sin plazo de espera.
Y
fue tanta y tanta la magia que alcanzó a dominar, que no podía ver nada sin que
no le entraran ganas irresistibles de convertirlo todo en otra cosa.
Y
así todo se trocó en distinto y alterado, combinándolo todo en un abrir y
cerrar de ojos, produciendo un vértigo espantoso.
Veía
un gato y lo transformaba en canario. Un conejo lo convertía en un palo peludo.
Un poste de luz lo transformaba en la banca de un parque.
Contemplaba
alzarse un avión y lo transmutaba al instante en zapato. Una motocicleta en
plena carrera la tornaba en una veleta giratoria que viajaba al revés.
2.
Actos
de
magia
Y,
a su vez, tenía lamentablemente, un defecto terrible, que se sumaba al apuro y
al atolondramiento, cuál era ser olvidadizo. Aparte de cometer los estragos que
causaba, todo lo hacía apuradamente y a medias.
Así,
el canario tenía orejas y rabo de gato; y se olvidaba de ello.
El
pato tenía el pelo y los saltos del conejo; y se olvidaba de ello.
La
banca del parque tenía el foco de luz vuelto al revés y debajo del asiento; y
se olvidaba de ello.
El
zapato tenía alas, y un gallinazo las ruedas colgantes de un avión ya para
aterrizar; y se olvidaba de ello.
A
la veleta le sobresalía el timón y el sonido lacerante de la moto en la más
alta velocidad; y se olvidaba de ello.
Felizmente
las cosas lentamente, aunque con gran esfuerzo, volvían a la normalidad; pero
después de sufrir ¡horrores!
Otras
veces hacía y deshacía rápidamente estos entuertos, ¡confusos e imprudentes
actos de magia!
3.
Al final
de
la calle
En
estas divagaciones andaba cuando pasó delante de sus ojos una muchacha con el
cabello suelto que al flotar al viento estallaba en mil colores bajo el fulgor
del sol.
Ella
tenía las pupilas almendradas y el rostro con la suavidad de las orillas del
mar cuando se duerme en las playas más bellas del universo.
El
corazón del joven mago se descompasó y hasta se detuvo un buen rato. Y después
empezó a dar unos golpes como repique de campanas acelerando su pulso.
Era
como si una orquesta arrancase a tocar loca y desaforada al borde de un
acantilado y sin ton ni son aparente.
Sus
cejas y pestañas se quedaron fijas y su cuerpo completamente rígido hasta que
ella desapareció lentamente por una esquina en medio de la gente.
Gente
que se arremolinaba al final de la bocacalle de la avenida centelleante.
El
joven mago resulto siendo esta vez el hechizado.
4.
Delante
de
sus ojos
Los
párpados dejaron de obedecerle después de un momento en que viera pasar a la
muchacha, con el cabello ensortijado, batido por el viento.
Fue
después de ver esta aparición que él quedó estático, y solo el corazón le palpitaba
al galope en el fondo de su caja.
Entonces
ya no pudo articular ninguno de los músculos de la cara. Para colmo de males:
se olvidó de toda la magia que había aprendido.
Por
eso, al frente tenía los animales y las cosas que en esa hora tremenda se
habían quedado en sus formas ambiguas de ser mitad esto y mitad aquello,
esperando que él los rehaga.
Así:
de pie delante de su mirada había un perro que pasaba de casualidad y que
resultó con pico y alas de pelícano.
5.
Allí
estaba
La
mesa de una vendedora de frutas ahora tenía la mitad convertida en la trompa de
una carcocha.
El
monumento de un militar ahora no montaba caballo, sino que estaba a horcajadas
sobre un camarote desvencijado.
Y,
como no quiso solucionar nada, porque no le interesaban los problemas que había
creado, sino el palpitar enloquecido de su corazón desbocado, fue llevado a la
comisaría de enfrente y encerrado en una celda.
Allí,
estaba con los párpados abiertos y sin cambiar de postura, tal cual se quedara
al pasar la muchacha de los cabellos desgreñados, pero de vivos colores batidos
al viento.
Si
los guardias lo sentaban, permanecía sentado. Si lo ponían de pie, en esa
postura estaba el resto de las horas de todo el santo día, sumergido en su
propio letargo y encantamiento.
Era
extraordinario el efecto con que el mago había sido embrujado por algo
aparentemente de este mundo común y corriente.
6.
Estaba
embrujado
No
probaba bocado de comida y su semblante era como si estuviera embelesado con
algo muy bello y muy tierno por dentro.
No
sabiendo qué hacer, al cabo de las horas, los policías lo sacaron al patio.
¡En
vano! No atinaba a responder con ningún acto ni gesto que fuera coherente.
Tampoco veían ninguna solución al problema. ¡No se movía! ¡Lo dejaran en donde
lo dejaran!
Lo
pusieron en la puerta de la comisaría para ver si se escapaba; y de este modo
se despejaba este insoluble problema.
Nada.
Todo era inútil. Permanecía encantado. Y no es que lo pareciera, sino que efectivamente
estaba embrujado.
Al
día siguiente lo sentaron en la plaza al frente del puesto policial en donde correteaban
los niños y daban vuelta una que otra persona desorientada.
7.
y, por fin,
¡dichoso!
Allí
permanecía impávido, inútil, inservible.
Pero,
de repente, apareció, otra vez la muchacha alta con el cabello ensortijado de
siempre, batido por el viento esta vez de la tarde, y que llevaba impresa en su
cara la suavidad de todas las playas del universo donde el mar se había quedado
adormilado.
Al
joven se le agrandaron las pupilas. Le empezó un batir incontrolable de los
párpados como si fueran mariposas atrapadas salvo sus alas. Y el corazón empezó
a acelerársele como la vez primera, hasta querer salírsele por la boca.
Pero
esta vez ella se detuvo. Lo miró alegre y sonriente al fondo de los ojos de
aguas arremolinadas. Le tendió la mano y, cogidos del brazo, desaparecieron los
dos a lo largo de la calle interminable.
Justo
en el momento en que volvían a su lugar el orden de las cosas que había
transformado el joven que antes fuera un niño que nació para ser alguien muy
raro, curioso y, por fin, extraordinariamente ¡dichoso! Descubriendo de este modo que
no hay mayor magia que la del simple, sencillo y natural amor entre seres
humanos.
Dibujos:
Nobuko Tadokoro
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