24
DE FEBRERO
ROSARIO
TRUJILLO IRAITA
“EL ROSHO”
MUSICA
UNIDA
AL DESTINO
DE
LOS PUEBLOS
Rosario Trujillo Iraita, "El Rosho"
1.
Exaltar
a
la tierra
¿Cómo explicar aquella música
que surge y se da como don, gracia y genio que emerge de la tierra, natural
como planta, río o lluvia, ligada a la vida, y que recoge de esta sus alegrías
y dolores, como su capacidad de hacerse fuerte y afrontar los desafíos del
presente y del futuro?
¡Y qué modele sus propios autores
e intérpretes, letristas y compositores que, igual, sean tan espontáneos que tema
que cogen lo hacen arte que se canta y que se baila en las fiestas, y se
integra a la vida ordinaria; canciones por las cuales dejamos el alma regada en
el suelo!
Uno de esos compositores es
Rosario Trujillo Iraita, “El Rosho” de mi comarca, que tema que coge lo sabe expresar,
decir y lanzarlo al viento; y que son endechas de amor y desamor, de pasión o
desengaño, de recuerdos o de olvidos desgarrados que nunca desaparecerán.
Melodías que cantan a la
tierra, al paisaje, a las tradiciones y costumbres de mi querido pueblo;
celebrando a la naturaleza, a las aves que surcan los cielos, a lagunas y ríos
que se tienden apacibles o se precipitan por las montañas, como cantan también al
brotar de las espigas.
Y se exalta a la tierra, a su
flora y a su fauna. Al pozo de la casa, al sauco y al capulí. Y al destino de
nuestra gente, grande u ordinario.
2.
El amor
inocente
Haciendo música popular,
ambulante, de aldea, que es la que yo venero; música del caminar, del ir y
volver, como a veces de irse y no regresar; y de quedarse para siempre en este
y el otro lugar. Música que nace o se hace o se aprende primero con lo básico:
la percusión, tocando en los mates y en las cacerolas, en las ollas y en sus tapas,
siguiendo el compás de los cuerpos y los elementos. Para luego seguir con el
bombo, la tinya o la caja; y luego embocar la flauta, la quena o el pincullo.
Música de amanecida, de
caminos trashumantes, de noches lóbregas e inclementes pero que se taja a
trompadas y se abren con coraje. Música de a pie, de cabaña humilde, de
sorprenderse a uno mismo haciendo algo. Música a la cual no le interesa la
plata, lo que se gana o lo que se pierde, que más es lo que la vida nos
arrebata. Que no se cobra. De músicos que van con nosotros por donde sea,
embargados por la emoción de ser compañeros de ruta.
Dichosos de sacarle tonadas a
la flauta de carrizo con bocal de shiraque, de golpear en el bombo por el deseo
de bailar uno mismo, cara al cerro adusto o fértil, o al cielo nublado o azulino.
Y allí encontrarle arpegios al amor inocente y a los misterios de la
naturaleza, que se confunden a las alegrías como a las penas cotidianas del
alma. Para luego, como lo ha hecho, lo hace y lo seguirá haciendo, musicalizar
los poemas de César Vallejo, “El Rosho”.
3.
Éxito
resonante
Quien nació el 6 de octubre
del año 1973 en Chambuc, un caserío de la provincia serrana de Santiago de
Chuco, cerca de la confluencia de los dos ríos que rodean la tierra de Vallejo,
nudo de agua que conocemos con el nombre de: El Naranjo. Estudió las primeras
letras o el abecedario, en la escuelita rural de su poblado bajo la sombra de
los árboles de taya y algarrobo, acariciado por los trinos de las aves allí
libres y ufanas, y envuelto por la fragancia que el viento trae de las parvas
donde se trilla.
Estudios de la Educación
Primaria que los terminó en la escuela Los Pavitos de la ciudad vetusta de
Santiago de Chuco, con el pantalón parchado y cargando el morral. Donde hizo
luego la Educación Secundaria, que la cursó en el Colegio Nacional César
Vallejo, en donde se adiestró en tocar la guitarra con el profesor Rodríguez
Donet más que en las otras asignaturas; para después estudiar en el Instituto
Pedagógico de esta misma ciudad, en la especialidad de Castellano y Literatura.
En este campo ha obtenido posteriormente la Licenciatura en Educación por la
Universidad Nacional de Trujillo.
Ha fundado junto con otros
compañeros distintas agrupaciones musicales, entre otras Los Waychucos, que ha
alcanzado un éxito resonante justamente con un repertorio de canciones compuestas
por “El Rosho”, quien alienta ahora otro proyecto musical, como es; “Terceto
Autóctono”, siempre teniendo como guía y mentor a César Vallejo.
4.
En todas
las
tonadas
Y es que a “El Rosho” la
música le viene por vía sanguínea, biológica y hereditaria. Su abuelo era el
mejor tocador de caja de Chambuc. Y sus tíos Iraita igual. Todos ellos vinieron,
llegaron o salieron a este mundo para ser músicos, en un conjunto de casitas
prendidas a una ladera, donde lo primero que oyó “El Rosho” al nacer, ya en su misma
casa nativa, era los ensayos de una agrupación musical llamada “Flor Andina”.
Quien tiene como sus
antecesores a grandes cajeros, o chirocos como también se los llama, de
aquellos en quienes la música son caminos abiertos y floridos, que es el tiempo
detenido o andando, pero ligado a los pasos, que los detiene o los apura por el
sendero. Es la música más esencialmente ligada a la vida. Y dentro de ella a
las fiestas populares. Música que reúne todos los elementos fundamentales del
universo; la tierra, el agua, el aire y el fuego.
Así, le ha tocado en suerte a
“El Rosho” que siendo aún un caisa, ya andara por los pueblos con tambor y
flauta acompañando a sus tíos mayores, que gustaban llevarlo a toda velación
que hubiera porque les daba con la travesera una nota aguda, insospechada e
inocente a todas las tonadas.
5.
Núbil
y
candorosa
Y en su casa lo dejaban ir,
pese a tener solo ocho años, porque llevaba también al hombro su alforja, para
recoger los regalos que les daban a manos llenas en toda morada donde tocaban. Regalos
que él recogía y guardaba con esmero para llegar con ellos a su casa y dárselos
como una ofrenda para su madre.
Siendo que ahora él y su
hermano Santos encarnan la mejor tradición del chiroco o del cajero de Santiago
de Chuco, tierra honda y bravía como también núbil y candorosa.
Él en el fondo se enorgullece
de tener para sí mismo el trino y la dulzura de la flauta de su abuelo, y el ronquido
del bombo que aquel ilustre antecesor suyo pulsara en la caja de cuero de zorro
o de perro que ladra, como de chivo o de oveja que bala al sol o a la luna,
cuerdas en la caja que son a la vez lo mismo que del arpa y de la guitarra.
Para quien todo lo bueno
tiene el sabor de la música que se practicaba en su casa desde que naciera,
tocando instrumentos hechos a mano, como la travesera, que se toca atravesada a
la boca, no hacia adelante como la flauta, sino al través de la cara. Y en la
cual resuena muy bien todo quejido, lamento y reproche.
6.
Cielo
infinito
Todo esto lo ha forjado. De
allí que ahora sea “El Rosho” un compositor nato; de vena popular, que viene de
una familia de músicos entre los cuales también hay que contar a su hermano Santos;
pertenecientes y devotos del movimiento cultural: Capulí, Vallejo y su Tierra,
que es un voluntariado abierto y plural, quien en los desfiles va adelante
haciendo flamear las banderas y haciendo bailar a la gente.
Porque son los hermanos
Trujillo Iraita tocadores de caja, a cielo abierto, removiendo las piedras y
las rocas de que están hechos nuestros macizos andinos, siendo que por eso a
las casas entran a lo más al patio o al corredor, para que resuene hacia afuera
el pincullo y las cuerdas del bombo, rebotando en los contornos; hechos ambos instrumentos
de materiales rústicos ligados directamente a la naturaleza. Ellos representan
todo aquello que lo dejó dicho César Vallejo en España, aparta de mí este cáliz,
al expresar de este modo:
Todo
acto y voz genial viene del pueblo y va hacia él, de frente o trasmitido...
Basta con eso para mantener
desvelado a un contingente, batallón y legión de guerreros que marchan con la
convicción de vencer en la batalla, real o soñada en la claridad del alba. Donde
se juntan fácilmente la vida y la muerte, porque el cajero marca el ritmo y la
melodía insobornables en lo que duele o complace, sean heridas o sean medallas.
Y hace bailar a todo un conjunto de personas, sean pallos o kiyayas, turcos o diabladas.
Y resuena hacia el cielo infinito límpido o nublado, como si fuera una orquesta
completa.
7.
Triunfa
la
vida
Pero el rasgo que he dejado
para comentarlo al final, pese a ser de enorme significación en Rosario
Trujillo Iraita, “El Rosho”, es para mí su nacimiento en Chambuc. Donde es
cierto que también aquí se siembra trigo, maíz, ñuña. Pero que como ningún otro
este es lugar de manantiales, en donde crecen plantas para nosotros exóticas,
como la uva, la racacha, la caña de azúcar.
Que es zona que nosotros
llamamos de temple, que es la parte baja del pueblo, enclavado entre cadenas de
cerros abruptos e imponentes, lugar encajonado, árido en un tiempo y en otro feraz
y florido. Y es lugar famoso por sus playas, que se forman a la orilla del río
Huaychaca, y más allá de “La confluencia” con el río Patarata. En donde hay
campos sembrados de guayabas, de nísperos, de naranjas, de mangos. Famoso por
sus frutas, principalmente sus higos, y sus carrizos, utilizados para techas
las casas, como también puesto en manos de los niños para hacer nuestras
cometas y confeccionar nuestros faroles que alumbran en los desfiles escolares.
Pero lugar donde se desciende
hacia lo hondo, que para ir allí hay que bordear el cerro Campana y pasar al
pie del cementerio donde gangosean los muertos. Lugar que el imaginario popular
lo ha hecho mágico, poblado para nosotros de fantasmas, de almas en pena, de
diablos y seres de otro mundo. Pero aun siendo así y teniendo estos pesos en el
alma, lugares por donde triunfa la vida.
8.
Trascendencia
de
lo que es cotidiano
Por todas estas razones la
suya es música empapada de la vida y la muerte, de la sabiduría popular, hecha
crisol. Es música ligada a las fiestas populares, música pueblerina. Música
confundida con el vocerío de la siembra y la cosecha, con el pasacalle y la
procesión, con las celebraciones de los cumpleaños, de las bodas y bautismos
que se dan en las horas más intensas del día.
Música callejera, vinculada a
los ponchos, a los potos de chicha, a los fogones que arden, a las bufandas a
las cuales soplamos nuestro aliento y confesamos lo que es imposible de traducir
en palabras. A los rebozos de las muchachas bajo los cuales esconden sus senos
en flor y para cubrirse del frío que cala. Música ligada al rostro iluminado de la gente
que cree y ama lo simple de la vida.
Música auténtica y verdadera
porque la gente no se equivoca con sus sentimientos. No se equivoca cuando lo
que le inspira son valores como la solidaridad, el cariño sincero, el anhelo de
formar y consolidarse en comunidad. Música ligada al destino solidario de
nuestros hermanos, música ligada al destino de los pueblos, de la comunidad a
la cual pertenecemos y en la cual se vive. Música ligada a la trascendencia de
lo que es cotidiano.
Fotos 4, 5, 6, 7 y 8
Jaime Sánchez Lihón
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