lunes, 24 de febrero de 2020

24 de febrero. Rosario Trujillo Iraita, "El Rosho". Música unida al destino de los pueblos.


24 DE FEBRERO
ROSARIO TRUJILLO IRAITA
“EL ROSHO”

MUSICA
UNIDA AL DESTINO
DE LOS PUEBLOS

 Danilo Sánchez Lihón



Rosario Trujillo Iraita, "El Rosho"

1. Exaltar
a la tierra

¿Cómo explicar aquella música que surge y se da como don, gracia y genio que emerge de la tierra, natural como planta, río o lluvia, ligada a la vida, y que recoge de esta sus alegrías y dolores, como su capacidad de hacerse fuerte y afrontar los desafíos del presente y del futuro?
¡Y qué modele sus propios autores e intérpretes, letristas y compositores que, igual, sean tan espontáneos que tema que cogen lo hacen arte que se canta y que se baila en las fiestas, y se integra a la vida ordinaria; canciones por las cuales dejamos el alma regada en el suelo!
Uno de esos compositores es Rosario Trujillo Iraita, “El Rosho” de mi comarca, que tema que coge lo sabe expresar, decir y lanzarlo al viento; y que son endechas de amor y desamor, de pasión o desengaño, de recuerdos o de olvidos desgarrados que nunca desaparecerán.
Melodías que cantan a la tierra, al paisaje, a las tradiciones y costumbres de mi querido pueblo; celebrando a la naturaleza, a las aves que surcan los cielos, a lagunas y ríos que se tienden apacibles o se precipitan por las montañas, como cantan también al brotar de las espigas.
Y se exalta a la tierra, a su flora y a su fauna. Al pozo de la casa, al sauco y al capulí. Y al destino de nuestra gente, grande u ordinario.


Integrando un conjunto de cajeros o chirocos

2. El amor
inocente

Haciendo música popular, ambulante, de aldea, que es la que yo venero; música del caminar, del ir y volver, como a veces de irse y no regresar; y de quedarse para siempre en este y el otro lugar. Música que nace o se hace o se aprende primero con lo básico: la percusión, tocando en los mates y en las cacerolas, en las ollas y en sus tapas, siguiendo el compás de los cuerpos y los elementos. Para luego seguir con el bombo, la tinya o la caja; y luego embocar la flauta, la quena o el pincullo.
Música de amanecida, de caminos trashumantes, de noches lóbregas e inclementes pero que se taja a trompadas y se abren con coraje. Música de a pie, de cabaña humilde, de sorprenderse a uno mismo haciendo algo. Música a la cual no le interesa la plata, lo que se gana o lo que se pierde, que más es lo que la vida nos arrebata. Que no se cobra. De músicos que van con nosotros por donde sea, embargados por la emoción de ser compañeros de ruta.
Dichosos de sacarle tonadas a la flauta de carrizo con bocal de shiraque, de golpear en el bombo por el deseo de bailar uno mismo, cara al cerro adusto o fértil, o al cielo nublado o azulino. Y allí encontrarle arpegios al amor inocente y a los misterios de la naturaleza, que se confunden a las alegrías como a las penas cotidianas del alma. Para luego, como lo ha hecho, lo hace y lo seguirá haciendo, musicalizar los poemas de César Vallejo, “El Rosho”.


"El Rosho". En la hondonada al pie del cementerio está Chambuc

3. Éxito
resonante

Quien nació el 6 de octubre del año 1973 en Chambuc, un caserío de la provincia serrana de Santiago de Chuco, cerca de la confluencia de los dos ríos que rodean la tierra de Vallejo, nudo de agua que conocemos con el nombre de: El Naranjo. Estudió las primeras letras o el abecedario, en la escuelita rural de su poblado bajo la sombra de los árboles de taya y algarrobo, acariciado por los trinos de las aves allí libres y ufanas, y envuelto por la fragancia que el viento trae de las parvas donde se trilla.
Estudios de la Educación Primaria que los terminó en la escuela Los Pavitos de la ciudad vetusta de Santiago de Chuco, con el pantalón parchado y cargando el morral. Donde hizo luego la Educación Secundaria, que la cursó en el Colegio Nacional César Vallejo, en donde se adiestró en tocar la guitarra con el profesor Rodríguez Donet más que en las otras asignaturas; para después estudiar en el Instituto Pedagógico de esta misma ciudad, en la especialidad de Castellano y Literatura. En este campo ha obtenido posteriormente la Licenciatura en Educación por la Universidad Nacional de Trujillo.
Ha fundado junto con otros compañeros distintas agrupaciones musicales, entre otras Los Waychucos, que ha alcanzado un éxito resonante justamente con un repertorio de canciones compuestas por “El Rosho”, quien alienta ahora otro proyecto musical, como es; “Terceto Autóctono”, siempre teniendo como guía y mentor a César Vallejo.


Izando la bandera del barrio San José

4. En todas
las tonadas

Y es que a “El Rosho” la música le viene por vía sanguínea, biológica y hereditaria. Su abuelo era el mejor tocador de caja de Chambuc. Y sus tíos Iraita igual. Todos ellos vinieron, llegaron o salieron a este mundo para ser músicos, en un conjunto de casitas prendidas a una ladera, donde lo primero que oyó “El Rosho” al nacer, ya en su misma casa nativa, era los ensayos de una agrupación musical llamada “Flor Andina”.
Quien tiene como sus antecesores a grandes cajeros, o chirocos como también se los llama, de aquellos en quienes la música son caminos abiertos y floridos, que es el tiempo detenido o andando, pero ligado a los pasos, que los detiene o los apura por el sendero. Es la música más esencialmente ligada a la vida. Y dentro de ella a las fiestas populares. Música que reúne todos los elementos fundamentales del universo; la tierra, el agua, el aire y el fuego.
Así, le ha tocado en suerte a “El Rosho” que siendo aún un caisa, ya andara por los pueblos con tambor y flauta acompañando a sus tíos mayores, que gustaban llevarlo a toda velación que hubiera porque les daba con la travesera una nota aguda, insospechada e inocente a todas las tonadas.


Cumbres donde se canta y se baila

5. Núbil
y candorosa

Y en su casa lo dejaban ir, pese a tener solo ocho años, porque llevaba también al hombro su alforja, para recoger los regalos que les daban a manos llenas en toda morada donde tocaban. Regalos que él recogía y guardaba con esmero para llegar con ellos a su casa y dárselos como una ofrenda para su madre.
Siendo que ahora él y su hermano Santos encarnan la mejor tradición del chiroco o del cajero de Santiago de Chuco, tierra honda y bravía como también núbil y candorosa.
Él en el fondo se enorgullece de tener para sí mismo el trino y la dulzura de la flauta de su abuelo, y el ronquido del bombo que aquel ilustre antecesor suyo pulsara en la caja de cuero de zorro o de perro que ladra, como de chivo o de oveja que bala al sol o a la luna, cuerdas en la caja que son a la vez lo mismo que del arpa y de la guitarra.
Para quien todo lo bueno tiene el sabor de la música que se practicaba en su casa desde que naciera, tocando instrumentos hechos a mano, como la travesera, que se toca atravesada a la boca, no hacia adelante como la flauta, sino al través de la cara. Y en la cual resuena muy bien todo quejido, lamento y reproche.


Recibiendo el homenaje de Capulí, junto a su hermano Santos

6. Cielo
infinito

Todo esto lo ha forjado. De allí que ahora sea “El Rosho” un compositor nato; de vena popular, que viene de una familia de músicos entre los cuales también hay que contar a su hermano Santos; pertenecientes y devotos del movimiento cultural: Capulí, Vallejo y su Tierra, que es un voluntariado abierto y plural, quien en los desfiles va adelante haciendo flamear las banderas y haciendo bailar a la gente.
Porque son los hermanos Trujillo Iraita tocadores de caja, a cielo abierto, removiendo las piedras y las rocas de que están hechos nuestros macizos andinos, siendo que por eso a las casas entran a lo más al patio o al corredor, para que resuene hacia afuera el pincullo y las cuerdas del bombo, rebotando en los contornos; hechos ambos instrumentos de materiales rústicos ligados directamente a la naturaleza. Ellos representan todo aquello que lo dejó dicho César Vallejo en España, aparta de mí este cáliz, al expresar de este modo:
Todo acto y voz genial viene del pueblo y va hacia él, de frente o trasmitido...
Basta con eso para mantener desvelado a un contingente, batallón y legión de guerreros que marchan con la convicción de vencer en la batalla, real o soñada en la claridad del alba. Donde se juntan fácilmente la vida y la muerte, porque el cajero marca el ritmo y la melodía insobornables en lo que duele o complace, sean heridas o sean medallas. Y hace bailar a todo un conjunto de personas, sean pallos o kiyayas, turcos o diabladas. Y resuena hacia el cielo infinito límpido o nublado, como si fuera una orquesta completa.


"El Rosho", zapateando en el Aula Capulí

7. Triunfa
la vida

Pero el rasgo que he dejado para comentarlo al final, pese a ser de enorme significación en Rosario Trujillo Iraita, “El Rosho”, es para mí su nacimiento en Chambuc. Donde es cierto que también aquí se siembra trigo, maíz, ñuña. Pero que como ningún otro este es lugar de manantiales, en donde crecen plantas para nosotros exóticas, como la uva, la racacha, la caña de azúcar.
Que es zona que nosotros llamamos de temple, que es la parte baja del pueblo, enclavado entre cadenas de cerros abruptos e imponentes, lugar encajonado, árido en un tiempo y en otro feraz y florido. Y es lugar famoso por sus playas, que se forman a la orilla del río Huaychaca, y más allá de “La confluencia” con el río Patarata. En donde hay campos sembrados de guayabas, de nísperos, de naranjas, de mangos. Famoso por sus frutas, principalmente sus higos, y sus carrizos, utilizados para techas las casas, como también puesto en manos de los niños para hacer nuestras cometas y confeccionar nuestros faroles que alumbran en los desfiles escolares.
Pero lugar donde se desciende hacia lo hondo, que para ir allí hay que bordear el cerro Campana y pasar al pie del cementerio donde gangosean los muertos. Lugar que el imaginario popular lo ha hecho mágico, poblado para nosotros de fantasmas, de almas en pena, de diablos y seres de otro mundo. Pero aun siendo así y teniendo estos pesos en el alma, lugares por donde triunfa la vida.


Recibimiento a Capulí en la Casa de Vallejo

8. Trascendencia
de lo que es cotidiano

Por todas estas razones la suya es música empapada de la vida y la muerte, de la sabiduría popular, hecha crisol. Es música ligada a las fiestas populares, música pueblerina. Música confundida con el vocerío de la siembra y la cosecha, con el pasacalle y la procesión, con las celebraciones de los cumpleaños, de las bodas y bautismos que se dan en las horas más intensas del día.
Música callejera, vinculada a los ponchos, a los potos de chicha, a los fogones que arden, a las bufandas a las cuales soplamos nuestro aliento y confesamos lo que es imposible de traducir en palabras. A los rebozos de las muchachas bajo los cuales esconden sus senos en flor y para cubrirse del frío que cala. Música ligada al rostro iluminado de la gente que cree y ama lo simple de la vida.
Música auténtica y verdadera porque la gente no se equivoca con sus sentimientos. No se equivoca cuando lo que le inspira son valores como la solidaridad, el cariño sincero, el anhelo de formar y consolidarse en comunidad. Música ligada al destino solidario de nuestros hermanos, música ligada al destino de los pueblos, de la comunidad a la cual pertenecemos y en la cual se vive. Música ligada a la trascendencia de lo que es cotidiano.

Fotos 4, 5, 6, 7 y 8
Jaime Sánchez Lihón




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