25 DE FEBRERO
NACE EL LIBERTADOR JOSÉ DE SAN MARTÍN
SAN MARTÍN
Y EL ESTANDARTE
DE PIZARRO
El Libertador José de San Martín
1. Libertad
de los pueblos
Cuando
el libertador José de San Martín, luego de la entrevista que sostuviera con
Simón Bolívar en Guayaquil, el 26 de julio del año 1822, deja el Perú, lo hace
con recato, en reserva y hasta soledad, retirándose porque era un hombre noble
y honrado, y no quería rivalidades ni formar parte de las disputas mezquinas
por el poder.
Y
lo hizo solo llevando una reliquia. ¿Cuál era? El Estandarte de la Conquista
del Perú de Francisco Pizarro, del cual nunca se desprendió en vida.
Fue
la prenda que más apreció de cuántas tenía. Era su emblema, su símbolo y blasón,
su amuleto y talismán. Al tocarlo y contemplarlo veía realizado su sueño cual
fue dar la libertad a gran parte de la América del Sur.
Este
estandarte en su exilio de Europa siempre formó parte del atuendo en su habitación
más íntima, cuál era su propio dormitorio. Yacía colgado en una de las paredes
y era lo que el Generalísimo de los Ejércitos del Perú miraba siempre antes de
dormir y de conciliar el sueño. Como era lo primero que miraba al despertar de
su sueño.
Sueño
que fue el punto de partida en donde se iniciara el anhelo de libertad para
nuestros pueblos.
2. Fundó
Repúblicas
¿Qué
representaba para él ese trofeo? Una etapa de oscurantismo y miseria que él con
su acción visionaria empezara a cambiar. El sojuzgamiento de nuestras culturas
que él estaba exorcizando con su batir de espada. El despojo, la muerte y la
aniquilación de los indios que él redimiera.
Representaba
la aventura de la Conquista tan llena de crueldad, padecimientos y despojos que
él revertía ahora en libertad.
Pero
también no se le escapaba que era una bandera de gloria de quienes arriesgaron
su vida imbuidos de codicia, pero también de fe.
Significaba
siglos de opresión día a día del yugo hispano. Significaba el dominio de toda
la América del Sur de parte de un rey europeo y del imperio español.
Era
el tesoro más preciado para él. Al mirarlo imaginaba cómo en él se reunía toda
la gloria de sus hazañas. Era la prenda que más estimaba el General San Martín.
Era su posesión de mayor significado.
Poseerlo
era el símbolo de haber sido él, como realmente lo fue, el libertador de
nuestros pueblos para a partir de ello fundar repúblicas independientes,
uniéndolas y no dividiéndolas.
Proclamación de la Independencia del Perú
3. Todo
un continente
Al
retirarse del Perú no extrajo ninguna riqueza material. Al contrario: aquí dejó
todo lo que había traído. Y no solo sus muebles que se trajeron en los barcos
de la expedición libertadora, y que aquí se quedaron en la casa de la Magdalena
y en el Palacio de Gobierno. Sino que donó sus libros personales y de cabecera para
con ellos fundar la Biblioteca Nacional del Perú, que a partir de entonces deberíamos
reconocerla como La Biblioteca de la Libertad. Sino que dejó también aquí su
ejército. ¿No es esto significativo?
Dejó
aquí al Ejército Expedicionario, que surcó el mar desde Chile y que desembarcó
en la Bahía de Paracas, compuesto de cinco mil hombres, vencedor en las
batallas de Chacabuco y de Maipú. ¿No es inmenso en cuanto a contenido?
Y partió
secretamente, solo hacia su país, dejando todo, pasando por Chile para luego
enrumbar a Mendoza, pero siempre llevando el Estandarte de la Conquista del
Perú. ¿No es grandioso? Sin biblioteca, pero cogido al estandarte. Para luego
trasladarse a su exilio en Europa, siempre con ese estandarte, que fue lo único
que quiso tener como reliquia, emblema del cual no se desprendió nunca en vida,
símbolo de una época de dolor, de despojo y humillación de todo un continente.
Encuentro de los generales José de San Martín y Simón Bolívar
4. La guardó
diligente
Cierto
día estando en la casa que habitaba en Grand Bourg, a 25 kilómetros de París,
donde vivía modestamente con su hija Mercedes y sus dos nietecitas, llamadas
Josefa y también Mercedes como su madre, entró esta última llorando al gabinete
de su ilustre abuelo.
Este,
a fin de consolarla, rebuscó en sus cajones para ver qué tenía de curioso y
atractivo que pudiera calmarla. Y puso en sus manos una medalla preciosa atada
a una cinta gualda para que juegue y se entretenga la chiquilla. Era nada menos
que la famosa condecoración que él recibiera por acción heroica en la batalla
de Bailén en la Guerra de Independencia de España, en donde por primera vez
fueron vencidas las tropas napoleónicas.
Salió
su nietecita ya calmada y dichosa con el objeto reluciente. Mercedes, al darse
cuenta que era una reliquia histórica de inmenso significado, pudo rescatar esa
joya de manos de su hija. Y entró a la habitación de su padre; y entregándole
la presea le reprochó de este modo:
–
Papá, ¡cómo vas a dar esta reliquia de héroe como si fuera un juguete!
–
Déjala que juegue. –Le respondió él–. Si una medalla no sirve para que una niña
deje de llorar, ¿entonces qué utilidad tiene?
Mercedes,
su hija, guardó aquella prenda que don José de San Martín nunca reclamó ni echó
de menos. Fue ella quien la guardó diligente en un cajón, prenda que don José
nunca reclamó ni echó de menos. Es por eso que ahora la medalla permanece en el
Museo Nacional de la Argentina en Buenos Aires.
5. después
de mi fallecimiento
Sin
embargo, Ramón Castilla, presidente de la República del Perú le solicitó con
una carta la devolución del Estandarte de la Conquista del Perú de Francisco
Pizarro. Estandarte que el Cabildo de Lima le donara y que cuando él estaba
aquí se le hiciera llegar por intermedio de don Felipe Antonio Alvarado para
que tuviera: “la satisfacción de poder conservar en su poder esa insignia de
la tiranía destruida bajo su protectorado”, como reza la resolución.
He
aquí la respuesta que le dirige José de San Martín al presidente del Perú, don
Ramón Castilla, fechada el 8 de diciembre de 1849, en respuesta a la carta de reclamo
fechada el 12 de setiembre de ese mismo año:
Lo expuesto no debe dejar la menor duda sobre mi
legítima posesión de este interesante y antiguo signo de la conquista del Perú
por los españoles. Sin embargo, yo había prevenido con mucha antelación los
deseos de su excelencia, declarando en mi disposición testamentaria ser mi
voluntad el que dicho estandarte fuese presentado a la República del Perú por
mis herederos después de mi fallecimiento, como una demostración de mi
agradecimiento a las distinciones con que me honró su primer Congreso. Este
término, no será de larga duración vista mi edad avanzada y lo destruido de mi
salud.
Es
decir, de todos modos, ese estandarte volvería al Perú y figuraba así en su
testamento. Pero pudo él haberlo devuelto en vida y no quiso desprenderse de él
mientras viviera.
6. Bandera
que tremoló
El
testamento de José de San Martín fechado el 23 de enero del año 1844, dice a la
letra:
“En nombre de Dios Todo Poderoso, a quien
reconozco como Hacedor del Universo, digo yo, José de San Martin, Generalísimo
de la República del Perú y fundador de su libertad, Capitán General de la de
Chile y Brigadier General de la Confederación Argentina, que, visto el mal
estado de mi salud, declaro por el presente Testamento lo siguiente: 1º. El
sable, que me ha acompañado en toda la guerra de la independencia de la América
del Sud, le será entregado al General de la República Argentina don Juan Manuel
de Rosas, como una prueba de la satisfacción, que como argentino he tenido al
ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las
injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de humillarla. 2º.
Desearía que mi corazón fuera depositado en Buenos Aires. 3º. Declaro no deber
ni haber debido jamás nada a nadie... Artículo adicional. Es mi voluntad el que
el estandarte que el bravo español Don Francisco Pizarro tremoló en la
conquista del Perú sea devuelto a esa República (a pesar de ser una propiedad
mía), siempre que sus gobiernos hayan realizado las recompensas y honores con
que me honró su primer Congreso”.
7. El sol
naciente
Fallecido
don José de San Martín el 17 de agosto del año 1850 en Boulogne-Sur-Mer, en una
habitación alquilada, sus restos que inicialmente permanecieron en la cripta de
la Basílica de Nuestra Señora de la Inmaculada de esa ciudad, fueron
trasladados en 1861 a la bóveda de la familia González Balcarce en el
cementerio de Brunoy, localidad cercana de París. Cubría su féretro el
histórico Estandarte de la Conquista del Perú de Francisco Pizarro.
Fue
en dicha ocasión que se le hizo entrega al representante del Perú en Francia de
la mencionada reliquia, la misma que fue remitida al Perú y se hizo una
exposición de ella en el Ministerio de Relaciones Exteriores, acto del cual hay
un testimonio del tradicionalista Ricardo Palma.
Fue
don José de San Martín un hombre desprendido y generoso, que nunca acaparó
bienes materiales. Solo que tuvo por el Estandarte de la Conquista del Perú una
fascinación que tocaba lo esencial de su alma, que en su ancianidad y en su
retiro fue de austeridad rayana en la pobreza. Una pensión que alivió sus días
fue la que el primer Congreso de la República del Perú le asignara y que el
presidente Ramón Castilla cumplió fervorosamente en hacer llegar hasta su
retiro de París. Igualmente, el fervor que don José de San Martín guardó por el
Perú fue siempre el de un país al cual relacionó con el sol naciente, el mismo que
dibujó son su propia mano en su primer escudo de país libre, pujante y soberano.
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