27 DE ABRIL
EL RÍO HABLADOR
DE CÓMO NOS
ALUMBRÁBAMOS
ANTES, Y AHORA
Danilo Sánchez Lihón
1. Nuestro
camino
Pero yo pregunto,
con todo respeto, señor: ¿De qué vale que haya venido la luz? ¿De qué nos sirve
que ahora tengamos corriente eléctrica? ¡Cuando por ella la gente ahora ha
dejado el saludo, que entre nosotros era esencial!
Pero, ¿ahora señor?
¿Cómo es ahora? Mire usted, ahora hay luz radiante, la noche ya es como el día,
o la mañana. Como si hubiera sol, verano y hasta primavera.
Esta es una luz
preciosa, ¡amarilla y bonita!, tanto que hasta se puede ensartar el hilo en el
ojo de una aguja en cualquier lugar de la calle y al primer intento.
Pero nuestra alma
siento que está a oscuras, señor. ¿Qué hacer? Yo pienso que sencillamente debiéramos
apagar esta luz, siquiera por un rato.
Y dejar que la luna
y las estrellas alumbren más nuestro camino.
2. Una
acequia
¡El saludo se ha
perdido definitivamente! Porque antes con la oscuridad queríamos saber quiénes
éramos, y nos buscábamos para saludarnos.
Ahora no, nos vemos
las caras; pero, ¡no nos saludamos! Somos indiferentes, descorteses y sin
respeto. Hasta pareciera que nos odiamos. ¡Y no será porque no nos vemos!
Entonces, pregunto
a usted, señor, con todo comedimiento y respeto: ¿para qué sirve esta luz?
¿No le parece mejor
antes, con las sombras aparentes de la noche, pero sin las sombras en nuestras
almas y corazones?
Y conste que eran
sombras espesas, porque las noches aquí también son duras; con el peligro de
caernos en una acequia o en una zanja.
¡Pero nos
saludábamos, señor, incluso a oscuras en Santiago de Chuco!
3. Prestos
a ayudarnos
¡Ahora es peor
tener luz afuera y estar lleno de sombras, acequias y zanjas; pero adentro, ¡en
el alma!
¿No es preferible,
digo entonces, respetarnos y querernos, a tener un foco de luz en el lugar que
fuera? ¿Sea una esquina, sea a mitad de la calle, sea incluso lejos en otro
mundo?
En el fondo hay
algo peor aún, señor:
Sin luz sabíamos
quiénes éramos. ¡Ahora con luz eléctrica no sabemos quiénes somos!
Ahora nos miramos
las caras, pero no nos importa. ¿Por qué? ¡Porque nos sentimos extraños!
Antes sentíamos
cariño, éramos hermanos, estábamos prestos a ayudarnos y acompañarnos en lo que
fuera.
4. ¿Tú
quién eres?
Ahora todo eso se
ha perdido.
Y sin saber
siquiera quiénes somos, ¡lo que es gravísimo! Y sin importarnos la vida del
prójimo, del semejante y hasta del hermano.
Ahora estamos juntos,
pero sin saber quiénes somos. Y hasta festejamos con esta luz, pero no nos
conocemos.
Esto para mí es muy
lamentable, señor. Y causa desconsuelo si de velar por la salud y el destino de
nuestro pueblo se trata.
Porque ahora, pese
a que hay luz afuera, el tropiezo lo tenemos dentro, en donde ya no nos
descubrimos.
Y hasta ocurre que
cuando la luz se va intentamos hablarnos, arriesgando a decirnos a tientas:
– Yo soy tal. ¿Tú,
quién eres?
5. Nada
qué contar
O bien:
– ¿Puedo contarte
lo que hoy me ha ocurrido? O, cuéntame: ¿cómo lo has pasado hoy?
Y ahí nos quedamos
callados, sin nada qué contar. Como si no tuviéramos palabras, como si la luz
eléctrica nos hubiera arrebatado nuestras voces. ¡Porque ya no sabemos ni
contarnos algo ni reconocernos!
Hasta que la luz
vuelve para disimular nuestra indiferencia miramos en cualquier dirección, o
hacia cualquier pantalla lo ajeno y lo banal.
Mirando aquello que
engaña a la vida, con tal de entretenernos y mantenernos distraídos.
Ahora siento que
hay luz afuera, pero sombra en nuestros corazones.
Los textos anteriores pueden ser
reproducidos, publicados y difundidos
citando autor y fuente
dsanchezlihon@aol.com
danilosanchezlihon@gmail.com
Obras de Danilo Sánchez Lihón las puede solicitar a:
Editorial San Marcos: ventas@editorialsanmarcos.com
Ediciones Capulí: capulivallejoysutierra@gmail.com
*****
DIRECCIÓN EN FACEBOOK
HACER CLIC AQUÍ:
*****
Teléfonos:
393-5196 / 99773-9575
Si no desea seguir recibiendo estos envíos
le rogamos, por favor, hacérnoslo saber.
No hay comentarios:
Publicar un comentario