martes, 30 de junio de 2020

30 de junio. Día de la Obstetricia. / De cómo yo nací.


30 DE JUNIO
DÍA DE LA OBSTETRICIA

DE
CÓMO
YO NACÍ

Danilo Sánchez Lihón


Casa donde nací. Pintura de Agustín Rojas

1. Hago
la salvedad


Un detalle poco común de cómo yo nací y de mi venida a esta tierra convulsa y estremecida, es que vine envuelto en manto, como allá en mi tierra, que es Santiago de Chuco, se dice y denomina. Y que así se llama cuando se nace dentro del saco amniótico intacto.
Hecho que desconcertó a mi bisabuela Shona, quien atendía en este alumbramiento como partera, situación en la que cuenta mi madre, que yo casi muero. Y es que según consignan los informes médicos que hay al respecto, de cien mil partos solo hay uno que tiene estas características, la de nacer envuelto en manto.
En casi todas las culturas se asignan valores mágicos y hasta míticos a este tipo de nacimientos. Y abunda la literatura que atribuye este suceso a señales que van desde significar ventura, éxito y buena suerte, pasando por figurar como estigma, marca o cruz, hasta encarnando designio divino. Ante lo cual hago la salvedad que en mi caso nada de eso ocurre


Mi madre

2. Y,
curiosamente

Se tiene registrado que en las culturas asiáticas que son antiguas, se nace de ese modo para percibir cosas ocultas al ojo común, y hay una larga explicación sobre esto en la enciclopedia que estoy consultando.
En Grecia, un hecho de esta índole, era talismán preciado para ser reconocidos como visionarios y jueces morales.
En Alemania hay un vocablo para designar este tipo de nacimientos, cual es: “gluckshaude”, que se traduce como “Gorro de la suerte”.
En España la tradición es que a los niños que nacen “enmantillados”, así lo llaman allá, se les confiere el don de vivir en el agua, ya en su existencia anterior y posterior a esta de la tierra.
Y, curiosamente, esta es la mayor incidencia en la caracterización de este acontecimiento en la mayoría de pueblos; y cual es: vincular este tipo de nacencia con el agua.


Bisabuela Shona, la primera de la izquierda


3. Me estaba
asfixiando

Y entonces en mi caso yo tengo razones para vincular esto con lo que cuenta mi madre, cuál es que cuando le vino los dolores de parto para que yo naciera, cruzó el patio de la casa.
Y en donde yo, –me dice– antes de nacer casi caigo al agua por el salto que ella sintió que yo di dentro de su vientre y en dirección al pozo que está al costado, queriéndome zambullir en el agua.
Y entonces pienso que no tanto se relaciona nacer en manto a la suerte, porque hasta ahora no sé cuál es ella en mi vida; porque suerte es lo que más me falta, si ella por lo menos se relaciona a tener todo fácil; y a ser feliz, sobre todo.
Pero, así como nacer en manto sorprendió a mi bisabuela Shona, quien atendía el parto, según lo que me cuenta mi madre, yo ya me estaba asfixiando dentro de esa bolsa.


Juvenal, yo. Abuela Sofía y papá. De pie, mamá

4. Un
amuleto

Y era por la dificultad que tenían para romper esa envoltura que en verdad asusta mucho a la gente que hace de “Comadrona”, como también se dice en mi aldea, o de partera u obstetra, como se lo reconoce en otros lugares. Y es por eso que le atribuyen augurios sorprendentes.
Pero fue mi bisabuela Shona, que en verdad se llamaba Asunción, quien con sus dientes y ya desesperada rompió esa tela y recién pude yo salir y gritar.
Ahora bien, ese manto es completamente blanco, de un albor casi inmaculado y relumbrante, y sobre el cual no se asienta ni una sola mancha, ni de sangre,
Tanto es así que parece un capullo de flores por lo terso de su textura y que, según la mitología, cuando ocurre, el clan entierra solemnemente ese pergamino en el umbral de la casa como si fuese un amuleto o un tótem.


Mamá e hijos

5. Misterio
y añoranza

Esta demora en ser abierto el manto y salir yo a la noche del mundo, porque nací de madrugada, fue lo que produjo que tuviera durante esos minutos u horas el rostro amoratado, razón por la cual todos al verme dijeron:
– Trigueño es el niño, igual a su padre.
Parecido que no tanto lo soy en la piel sino en lo anímico más bien; plano en el que me parezco en todo a él, dice con reproche mi madre. Pero en lo físico reconoce que más me parezco a ella.
Pero fue por ese motivo, que me estaba ahogando en el manto, la razón por la cual llevo el nombre que tengo, puesto que ahí mismo me pusieran el nombre de mi progenitor, Danilo, por tener en ese momento el color de él.
Cuando más bien tengo el color de la tez de mi madre, quien a su vez tiene el color de la piel de su papá, mi abuelo.
De allí que mi abuela Rosa, recordando a su esposo, a mí me decía con misterio y añoranza:
– ¡Benigno!


Mi abuelo Benigno

6. Así
vine al mundo

Así vine al mundo, como el segundo hijo de mis padres, siendo el primero Juvenal. Y después de mí vendría mi hermana Rosita, luego Jaime y luego una hilera larga de hermanos que hacen de la nuestra una familia numerosa.
Rosa Andrea, quien me sigue, nació cinco años después de mí, hecho que lo hace perteneciente a una segunda tanda; siendo de la primera Juvenal y yo.
Hay muchos otros detalles de mi nacimiento, pero el último que quisiera consignar es que en todo el tiempo en que mi bisabuela Asunción atendió el parto, mi madre dice que vio que mi bisabuela tenía el rostro ensangrentado.
Asunto que mi madre lo refiere solemnemente, y asustada, aspecto que para ella constituía una señal casi religiosa. Pero yo le hago ver que al morder la tela allí pudo mancharse de sangre. Pero casi enfadada me refuta diciendo:
– ¡Ese manto nunca se mancha!




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