NACE PEDRO PAULET
PADRE
DE LA
ASTRONÁUTICA
Danilo Sánchez Lihón
Pedro Paulet
El hombre deberá llegar
hasta el espacio donde no
existe el aire. Allí de nada
servirán las hélices ni las
alas.
La solución es el cohete. Por
allí
deberá marchar la ciencia.
Pedro Paulet
1. Uno
de ellos
Hay locos sublimes. Pedro Paulet fue uno de ellos. Quien nació el 2 de
julio del año 1874, en Tiabaya, en Arequipa, en la entraña del Perú profundo. Fue
ingeniero químico y pionero de la astronáutica. Tenía tanta pasión por la
ciencia como por el arte.
Pedro Paulet estudió en La Sorbona de París ingeniería y arquitectura. Su
sueño era construir una nave destinada a navegar en el espacio sideral, en
donde no se necesitan ni alas para planear ni hélices para avanzar. Su sueño
era construir no un avión sino un cohete y una nave espacial.
Werner von Braun lo reconoce como: “el padre de la astronáutica moderna”. Y
son palabras textuales de Pedro Paulet las siguientes:
“El progreso no consiste en igualar los procesos de la naturaleza, sino
en superarlos. Por tanto, lo que debemos estudiar no es la aviación que viene
de las aves y que solo invita a imitar su vuelo, sino la desgravitación. Hay
que propiciar el transporte por encima del planeta, donde no hay aire, ni
nubes, ni hielo”.
Por eso repetimos: hay locos sublimes. Y hay semillas que duran siglos
y hasta milenios. Y que algún día florecen y fructifican para siempre. He aquí un pasaje de la vida del peruano Pedro Paulet,
nacido un día como hoy en Tiabaya, Arequipa.
Tiabaya, en Arequipa
2. Las mejores
referencias
– Muy estimado señor Pedro Paulet... –Le dice
Henry Ford ya en un inglés corrido y coloquial, habiendo comprobado que su
interlocutor habla perfectamente este idioma.
– Encantado de poder conocerlo y saludarlo,
estimado doctor Henry Ford… –Saluda con la misma deferencia y naturalidad Pedro
Paulet.
– En primer lugar, quiero agradecerle por
haber atendido nuestra invitación para venir y dialogar directa y personalmente
aquí en Detroit. Y, más aún, en este agitado año de 1930. Y ojalá que las
atenciones, que he dispuesto que se le brinden, hayan sido de su pleno agrado y
complacencia.
– Permítame decirle y agradecerle, muy
apreciado doctor Henry Ford, que la atención que se me brinda es estupenda. Y que
esta mañana he recorrido en una visita guiada maravillosa y aleccionadora la
planta Ford de Detroit, por lo que le estoy sumamente reconocido.
– ¡Qué bueno que así sea!, y me satisface
escucharlo. Mis ingenieros me han explicado acerca de sus inventos respecto de
los cuales tenemos las mejores referencias, y un vivo interés en llegar a un
acuerdo para ver cómo benefician a las industrias que venimos impulsando.
– Aprecio mucho la atención que cada uno de
mis aportes a la ciencia han merecido de usted y del personal que trabaja en
este lugar tan prestigiado.
Henry Ford
3. Dos
componentes
– Pero quisiéramos escuchar de su propia
boca, señor Pedro Paulet, una explicación sucinta respecto a dos de ellos. Uno
es el motor a combustión liquida. Y el segundo es el combustible mismo, pues con
respecto a ambos aportes quisiéramos hacerle sendas propuestas.
– Con el mayor gusto y trataré de ser lo
más conciso posible.
– Se lo agradecemos.
– El motor de combustible líquido se basa
en la mezcla de dos componentes. Uno de ellos es el carburante y el otro es el
oxidante.
– Sí. Comprendo.
– Estos dos líquidos fluyen a una cámara
común donde combustionan por efecto de una bujía produciendo una fuerza de
empuje extraordinaria que supera todos los indicadores alcanzados hasta la
fecha en cuando a propulsión de objetos físicos se refiere, ello...
– Excelente, con eso basta. ¿Y en cuanto a
su innovación del combustible?
– Es una combinación química en base a
panclastita, a la cual adiciono disolventes, con el fin de controlar el factor
fricción y, sobre todo, el que alcancen desmedidas temperaturas. La diferencia
básica con los combustibles conocidos y actualmente en uso, es que estos
utilizan hidrógeno como carburante y oxígeno líquido como oxidante. Se logra
así...
Padre de la cohetería espacial
4. Trabajar
para nosotros
– Es extraordinario. Y es exactamente lo
que constituye nuestro mayor problema. Queremos, y estoy empeñado en darle la
mayor potencia a una serie de autos de carrera para las próximas competiciones,
en las cuales pretendemos superar todos los récords actualmente alcanzados.
– Son aplicables a todo lo que es
propulsión. Aunque los inventos míos se orientan más bien a la astronáutica, y
a todo lo que es la cohetería y la fabricación de naves espaciales.
– Ciertamente, estoy informado de eso y también
de cuáles son sus sueños e intenciones y desvelos señor Paulet, y lo felicito
por ello. Pues bien quiero proponerle la compra de la patente de su motor a
combustión líquida, como también de la fórmula del combustible que usted ha
ideado.
– ¿Y cuáles son las condiciones acerca de
esta propuesta, señor Ford?
– Le ofrezco un millón de dólares por la
patente de ambos inventos que pasarían a ser propiedad de mi compañía. Además,
le ofrezco trabajar para nosotros con una única condición, cuál es adoptar la
nacionalidad norteamericana.
– He escuchado atentamente su iniciativa
Dr. Henry Ford. Empezaré por lo último. Todo mi sueño desde niño ha sido
encumbrar a mi país, el Perú; y a mi pueblo, Arequipa. Ello constituye toda la
motivación de mis afanes e inquietudes.
Pedro Paulet, de niño
5. Para ser
sincero
– Continúe. Le escucho atentamente.
– Ojalá usted pudiera comprenderme en este
sentimiento, en esta postura y actitud mía que son irrenunciables.
– Lo entiendo perfectamente.
– Y lo segundo es que no vendería la
patente descartándose mi nombre definitivamente de estos inventos que los he
hecho como una realización personal, y por un propósito cuál es la conquista
del espacio estelar; y por un sueño muy antiguo de aportar a la ciencia, y que
es indesligable a mi nombre e identidad.
– Don Pedro. La oferta tiene en realidad
dos partes. La primera es comprarle los derechos de la patente, y de tal modo
pasa a ser propiedad de nuestra compañía. En el segundo aspecto es que le ofrezco
seguir trabajando en estos mismos asuntos, pero ya en mi compañía y en la
condición de ciudadano norteamericano. Y es que aquí todo deja de tener nombre
propio pasando a formar parte de la propiedad de la Compañía Ford.
– En verdad, para ser sincero doctor Ford, mi
campo no es el automovilismo sino la cohetería.
– Nacionalícese norteamericano. Es la
condición para que sus ideas puedan ser escuchadas y eventualmente acogidas.
– Le agradezco mucho por su deferencia,
pero me es imposible aceptarlas, doctor. Pero, muchísimas gracias por la
inmensa deferencia que ha tenido conmigo.
Aportó también a determinar el combustible de las naves
6. Todos
tus sacrificios
– ¿Luisa? ¿Dónde estás, mi querida Luisa?
– ¿Ya llegaste, amor mío? ¿Y cómo te fue?
¡Cuéntame!
– Bueno. En primer lugar, toda una
consagración: Henry Ford en persona me recibió, me atendió, me llenó de
alabanzas y me ofreció un millón de dólares si es que renuncio a mi autoría y a
mi nacionalidad. Pero, además, me ofrece un puesto de trabajo en su fábrica de
Detroit, pero siempre y cuando renuncie a ser peruano para adoptar la
nacionalidad norteamericana.
– ¿Y?
– Y lo segundo es que si quiero seguir
desarrollando en este campo puedo hacerlo, pero sin figurar, ni mi nombre ni mi
pertenencia a todo lo que haga a partir de ahora. Y seguramente dejar la
astrofísica para dedicarme al automovilismo.
– ¿Y cuál ha sido tu respuesta?
– Primero, a ver, ¿cuál sería tu consejo,
amor?
– ¡Ay, cariño! ¡Siempre lo que tú decidas!
– Dos de nuestros hijos han muerto de
malnutrición pese a nuestros desvelos.
– Yo al unirme a ti acepté sobrellevar
todos tus sacrificios.
– Gracias amor. Mi respuesta ha sido: ¡No!
¡No! Y, ¡No!
Paulet al centro, reunido en Francia con hombres de ciencia
7. Esa es
la consigna
– Le admiro, don Pedro. ¡Rechazar un millón
de dólares!
– Creo que lo peor, querido Ramón, sería
vendernos. Y vender nuestros sueños y nuestros sentimientos. ¿No te parece?
– Sí. Completamente de acuerdo. Y, ¡me
adhiero, don Pedro!
– Pero, eso sí: ¡seguir luchando con la
fortaleza de no haber claudicado!
– No hay nada qué admirar cuando lo que
interesa es la verdad por descubrir.
– Mi sueño ha sido y es vencer el infinito
del espacio y la línea vertical del universo.
– El anhelo del espacio sideral. ¡El ser
libres! Y el conquistar el cielo.
– El descubrir mundos nuevos e inaugurar
otros posibles.
– Y de este modo cumplir con el designio divino
que se nos ha asignado.
– ¡Cumplir con nuestras utopías sobre la
faz de la tierra!
– ¡Desdeñar un millón de dólares! ¿Por qué?
– ¡Por ser eternos! ¡No para serlo, sino
por ser eternos! Entiéndase bien. ¡Ese es el tema! ¡Esa es la consigna! Además:
mi desvelo es la aeronáutica, el llegar a las estrellas.
– Sí. Y, ¡lo que importan son los
principios y el alma, amigo!
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Sábado 4 de julio. 6 pm. En el día
y la hora haga clik en este enlace:
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