martes, 27 de octubre de 2020

27 de octubre. Se inaugura el Estadio Nacional del Perú. / Mi club, el "Miguel Dasso"


27 DE OCTUBRE 
SE INAUGURA EL ESTADIO NACIONAL DEL PERÚ 

MI CLUB, 
EL "MIGUEL 
DASSO" 

Danilo Sánchez Lihón 



Estadio Nacional del Perú

Qué bello es el sonoro 
cantar del corazón. 


1. ¿Qué 
se llamaría?

 

– ¿Estará tu papacito? ¡Anda, dile que salga un momento!

– ¿De parte de quién, le digo?

– Dile que de parte de una comisión de personas amigas que quieren hablar con él.

Ya adentro en la sala oigo que le expresan:

– Por unanimidad, le hemos elegido don Danilo, presidente de nuestro flamante Club que será representativo de nuestro barrio San Cristóbal. Y queremos invitarle a que nos acompañe para proseguir la sesión ya con su presencia.

Y mi padre ha ido.

Pero de esa sesión resultó que el flamante Club se llamaría "Miguel Dasso"; que ya inaugurado eliminó al equipo "Alfonso Ugarte", quien ha sido campeón durante varios años y cuyo presidente es don Segundo Barreto, dueño de una tienda de comercio bien surtida y que queda casi a las afueras del pueblo de Santiago de Chuco, en el barrio de San José.

 

Bautizando los emblemas del Club Deportivo "Miguel Dasso"
El último en el borde derecho es mi padre, dando su discurso.


2. Y pone

en mis manos

 

– Pero, ¿quién es "Miguel Dasso" y por qué le han puesto ese nombre al club? –Le pregunto cuando aún no me pasa del todo la cólera de que no se llame San Cristóbal, que es el nombre de nuestro barrio.

– Miguel Dasso es quien ha hecho de principio a fin el flamante Estadio Nacional del Perú, el mejor de América. Pero espera, –me dice el causante de este atentado– es mejor que tú mismo leas lo que he dicho en la bendición del uniforme, del estandarte y del botiquín.

Y pone en mis manos una hoja con su discurso de la sesión pública de inauguración oficial de esta nueva agrupación, en donde los padrinos han sido la señorita Andrea Saavedra, con el señor Pablo Vejarano, del uniforme; la profesora Dina Aguirre, con el médico titular, del estandarte; y el director del colegio, profesor Romeo Solís Rosas, con la señorita Tránsito Geldres, del botiquín.

Dice parte de la hoja:

 

Estadio Nacional del Perú antes de un partido


3. Es

justo

 

Miguel Dasso ha sido un impulsor brillante de varias disciplinas del deporte nacional. Ha sido el que defendió al Perú en Berlín, el año 1936, cuando se anulara el triunfo peruano sobre el cuadro austríaco, hecho que determinó el retiro digno –defendiendo principios morales y lleno de lauros– de nuestra Selección nacional de balompié, al no aceptar la determinación del Nacional Socialismo, que quería valerse y utilizar incluso el fútbol para dar argumentos a sus tesis de preeminencia de la raza aria sobre los pueblos del Mundo. Con don Miguel Dasso al frente ¡no hemos permitido ese atropello!

Él, asimismo, construyó, desde sus cimientos hasta poner el último foco de luz y su respectivo botón, del Estadio Nacional del Perú, que ahora luce espléndido en Lima, y es un orgullo para todos los peruanos, obra que dirigió incansable, pese a estar muy afectado en su salud. A sus exequias varios países de América Latina y de América del Norte enviaron delegaciones representativas para honrar su memoria, decretándose dos días de duelo nacional para el deporte peruano.

Es justo entonces que, en esta tierra egregia, cuna del poeta César Vallejo, honremos su memoria, llevando el nombre de este insigne representante del deporte, del civismo y de la emoción social de nuestro querido Perú, haciendo que uno de nuestros clubes de la liga local lleve su nombre y que así, sabiendo quién es él, defienda sus emblemas y colores con arrojo y pundonor".

 

Fotografía de la época en Santiago de Chuco


4. Fragosidad

de la contienda

 

Ahora a un costado del estadio de fútbol, al frente de la tribuna de piedras labradas, en el flanco que da a la hondonada del río, los jugadores del Club "Miguel Dasso", en el descanso entre el primer y segundo tiempo del partido que se viene disputando con el Sport Santiago, parten en dos las naranjas, hundiendo como tenazas los dedos pulgares y abriéndolas en dos mitades.

Haciendo de cada una de ellas un solo bocado sorben el jugo dando vuelta a la cascara, y engullen los gajos haciendo chisporrotear el néctar amarillo entre sus dientes, salpicando con un haz de gotas al suelo también sediento. Dan dos o tres masticadas y se ve cómo el bulto pasa por sus gargantas inflándoles aún más las venas que ya tienen a punto de reventar en sus cuellos sudorosos.

Muerden las naranjas con tanta ansiedad que hace que gran parte del jugo se escurra violentamente por entre la comisura de sus labios y moje las casaquillas de seda granate con bordes negros, dejando un hilo dorado de zumo que se escurre dentro de sus cuellos, mezclándose con el sudor y la tierra de la cancha de fútbol que tienen pegada a la piel junto a la crispación y fragosidad de la contienda.

 

Mi padre de blanco y su hermano Baltazar con gorra


5. Manotean

la canasta

 

Eso ocurre mientras el capitán y dos jugadores –a quienes el presidente del Club ha llamado y conversan a un costado– siguen atentamente sus instrucciones, con las manos cogidas por detrás de la espalda en señal de atención y de respeto.

– Ahora el ataque ha de ser por este ángulo, por el ala derecha. Ustedes dos "se atornillan" en el medio campo. Y tú no bajas por nada del mundo. Y todos van a jugar adelantados.

– ¡Sí, señor!

– Esta consigna la trasmiten a todos sus compañeros y ustedes están llamados a hacerla cumplir en la cancha.

Y asienten con la cabeza. Vienen los que ya se han servido y manotean la canasta con las venas de los brazos y el cuello aún infladas por el esfuerzo.

– ¿No hay más naranjas, señora?

– ¡Ya no hay, niño! Ciento ochenta naranjas había. –Dice, con los ojos asombrados.

 

Mi padre tendido en el campo de futbol


6. El reinicio

de la contienda

 

– ¡Consíganos más, señora!

– ¡De dónde, pue! Ahorita ya no hay, niño. ¡Hay que ir a la chacra a traerlas!

Y arañan los carrizos del fondo de la canasta.

– Naranjas, señora, ¡necesitamos más naranjas!

– Ya no hay, papacito, ¡de dónde pue voy a sacar! Todas las han comido ustedes. –Contesta extasiada, con las arrugas de la sonrisa dibujada alrededor de sus ojos y su boca, sentada en el suelo la señora, viendo cómo lo que no vendía ni siquiera en tres semanas o en un mes había desaparecido devorado en pocos segundos, como por encanto.

Voltean entonces los jugadores a mirar la cancha y las tribunas repletas de gente, con ropa de todos los colores, que esperan el reinicio de la contienda, en donde el Club "Miguel Dasso" disputa las finales del campeonato de la liga de la provincia, con el recio y trejo Club Deportivo Sporting Santiago.

 

Mi padre el cuarto de la fila delantera hacia la derecha


7. Humedad

de las naranjas

 

– ¿De cuántas naranjas le debo señora? –Pregunta mi padre.

– ¡De ciento ochenta que había, don Danilo! A real cada una, a ver ¿cuánto es, pue?

– Son dieciocho soles.

– Así será, pue, niño– Dice con su rostro dichoso por el regocijo y por haber vendido en un solo instante sus ciento ochenta naranjas.

– Eso sí, me ayuda a recoger las cascaritas que están esparcidas y regadas por el piso.

– ¡Limpiecito lo voy a dejar el suelo!–. Cobra entonces, mirando fascinada los billetes que tiene en la mano.

Mientras el Club "Miguel Dasso" hace su primer gol quebrando el empate que venían sosteniendo.

Y teniendo al lado a la señora celebramos el gol, con abrazos y echando a volar al aire gorras y sombreros, saltando sobre la humedad de las naranjas recién devoradas.


Estadio Nacional del Perú


8. Canicas

y chanitos

 

Mientras la señora cuenta moneda tras moneda el vuelto en reales y medios que tiene que dar, sencillo que tiene envuelto en la punta de un pañuelo, se anota el segundo gol. La efusión es inmensa en gritos y saltos de alegría.

Desde el costado de la cancha, don Danilo envía dos refuerzos que ingresan corriendo, con secretos dichos a sus oídos, mientras los que salen vienen adonde nosotros, con la mirada contenta y clavada en nuestra mirada también de plenitud y regocijo.

Esta tarde memorable el partido termina con el marcador de dos goles a cero, triunfo con el cual el Club Miguel Dasso obtiene el campeonato de la provincia este año.

Han transcurrido doce meses desde que Goyo Grados, con un tropel de doce o quince varones hechos y derechos interrumpieron la sesión que venían sosteniendo a la vuelta de la esquina de nuestra casa para ir a la nuestra, en donde yo jugaba canicas y chanitos en la puerta, de donde resultó que el Club, propio de nuestro barrio, tendría otro nombre.

 

El suscrito


9. ¡Cosas

del destino!

 

¡Y es que es temible don Danilo Sánchez Gamboa cuando le impresiona alguna lectura! Así, varios nombres que tenemos sus hijos es producto de obras leídas que le han impactado y coincidían con el momento en que íbamos naciendo.

El nombre de Miguel Dasso no se registra en ninguna enciclopedia, ni repertorio, ni álbum o memoria actual del Perú. Hay eso sí una calle que se llama así en el distrito de San Isidro, en Lima. Pero nadie a quien se le pregunte da una razón valedera de qué hizo o quién fue ese señor.

Pero sin embargo y gracias a Dios en un pequeño pueblo andino, en su honor se consumieron naranjas y se anotaron goles en tardes memorables, en un estadio repleto de gente entusiasta y en un pueblo expuesto a los nubarrones, a los rayos y a los truenos, y a las lluvias torrenciales e inclementes.

Pero, sobre todo, conociendo a don Danilo, las verdaderas razones, por las cuales dio ese nombre al Club que le cupo presidir y dirigir fue porque Miguel Dasso fue un hombre honrado y honesto. Y, ¡cosas del destino!, cuando ahora me preguntan de qué club soy hincha, yo respondo ufano: “Del Miguel Dasso". Y ya estoy cansado de explicar acerca de quién fue, en qué época vivió y qué hizo ese importante señor: él construyó de principio a fin el Estadio Nacional del Perú.

 

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